La estrategia criminal de Los Urabeños

Habrían ordenado la muerte de Lorena Henao y las masacres de Envigado y Buenaventura. Su objetivo: retomar el poder.

María del Rosario Arrázola
20 de enero de 2013 - 12:07 a. m.

Tres nombres se han convertido en estos 15 días en la obsesión de las autoridades para ponerles de una buena vez coto a las masacres y ajustes de cuentas entre bandas criminales. El primero de ellos es Darío Úsuga, conocido con el alias de Otoniel, máximo líder de Los Urabeños. El segundo es alias El Negro Orlando, antiguo jefe de sicarios de la banda Los Rastrojos y exempleado de los hermanos Javier y Enrique Calle Serna, Los Comba, quienes negociaron su entrega a la DEA el año pasado. Este delincuente es uno de los hombres más cercanos de Otoniel y maneja las redes de microtráfico y los combos de gatilleros en Buenaventura. El tercero en la lista de los más buscados es Héctor Mario Urdinola, alias Chicho, sobrino del capo del norte del Valle Iván Urdinola y heredero de su narcoemporio criminal.

Estos tres sujetos serían los protagonistas de las vendettas de las últimas semanas, lo que evidencia que Los Urabeños con Otoniel a la cabeza están detrás del control del monopolio del tráfico de estupefacientes, minería ilegal, propiedades y bienes de narcos muertos o extraditados, de las oficinas de cobro desdoblándose en regiones estratégicas del país y de promover “combos” de sicarios que operan en Cali, Buenaventura, Medellín, Santa Marta, Córdoba y el Eje Cafetero.

Los investigadores consultados por El Espectador consideran que estos capos tendrían responsabilidad en la masacre de la finca La Piscina en Envigado —ocurrida el 31 de diciembre pasado—, en el crimen de Buenaventura de esta semana y en el asesinato de Lorena Henao Montoya, la llamada “viuda de la mafia”, esposa del narcotraficante Iván Urdinola Grajales —aparentemente envenenado en la cárcel en 2002— y hermana de Arcángel, Fernando y Orlando Henao Montoya, este último conocido como El Hombre del Overol, antiguos jefes del cartel del norte del Valle. Una organización que tras el ocaso de los carteles de Cali y Medellín pasó a controlar las riendas del ilícito negocio.

Y es precisamente este último hecho el que despierta mayor preocupación, por cuanto se tiene información según la cual el círculo más cercano al clan Henao Montoya quiere cobrar venganza por la muerte de Lorena. “Sabemos que uno de los hermanos Henao ha expresado que quiere llegar hasta las últimas consecuencias para dar con los asesinos de su hermana y eso no tiene otro nombre que venganza. Y una vendetta de estas características puede desatar una guerra similar a la que ocurrió en los años 90, cuando se mataban entre carteles. Un escenario que puede generar terror en la ciudadanía”.

De acuerdo con las pesquisas de la justicia, a las que tuvo acceso El Espectador, el responsable de la muerte de Lorena Henao es alias Chicho, sobrino de Iván Urdinola y quien habría expresado que no se dejaría quitar los bienes de su tío ni de su familia por parte de Lorena. Lo cierto es que Iván Urdinola y los Henao, resaltaron las fuentes, aún conservan muchas propiedades, a pesar de que el Estado ocupó la mayoría de sus bienes y fortunas. “Esa gente tiene mucho dinero y Lorena Henao no ocultaba su deseo de retomar las riendas de lo que quedaba del emporio económico de dos de las familias más poderosas en el mundo del hampa: los Henao y los Urdinola”, añadió una fuente que está adelantando la investigación.

Este afán de Lorena Henao por recuperar la fortuna de su familia habría incomodado a Chicho quien, previa consulta con los jefes de Los Urabeños, tomó la decisión de acabar con la vida de Lorena Henao y de su compañero sentimental el 27 de diciembre pasado. De paso, además, el objetivo de Chicho era evitar que el clan Henao recuperara su influencia, así como fincas azucareras y haciendas regadas en todo el norte del Valle y el Eje Cafetero, que fue precisamente donde cayó asesinada Lorena Henao.

El homicidio habría contado con el visto bueno de Otoniel y El Negro Orlando, así como de Fernando Varón Cadena, conocido como Martín Bala. Este señalado criminal sería el responsable de unir todas las bandas de sicarios y las oficinas de cobro que funcionan en el Valle del Cauca y la región del Eje Cafetero. Bala perteneció siempre al clan de los Urdinola. Luego hizo parte del ejército privado de Diego Montoya, alias Don Diego, quien se enfrentó a Wílber Varela, Jabón. En todo caso, en ese cruce de violencias de hace una década, Bala fue víctima de un atentado y se trasladó a España y luego a Marruecos.

En el año 2009 regresó al país y de inmediato comenzó sus andanzas con Chicho Urdinola, les declaró la guerra a Los Comba y se vinculó con Los Urabeños. En los barrios Siloé y Terrón Colorado de Cali empezó a extender sus redes criminales Además, existe una información que ha comenzado a inquietar a las autoridades colombianas y de Estados Unidos: su presunta amistad con Víctor Patiño Fómeque, alias El Químico, el capo de la mafia que después de purgar seis años de prisión en Estados Unidos regresó a Colombia en 2010.

Los mismos Urabeños, al mando de Otoniel, Chicho y El Negro Orlando, según los organismos de seguridad, decidieron meterse a sangre y fuego a Buenaventura para quitarle el control de los negocios a una banda conocida como La Empresa. Para eso contrataron a un gatillero conocido con los alias de Pony o Cony y establecieron alianzas con dos bandas sicariales de Cali. La primera de ellas conocida como Los Álex y la otra como Los Bustamante. El propósito era uno: sacar del puerto a La Empresa y sus redes de microtráfico para que El Negro Orlando (designado por Otoniel para quedarse en Buenaventura) pudiera ejercer el control.

Sin embargo, ninguna de estas bandas quería ceder el control a Los Urabeños y reclamaban que ellos habían expulsado a La Empresa. En ese contexto apareció una tercera banda en disputa: Los Diablitos. Según las autoridades, se habían citado integrantes de las tres bandas para terminar el conflicto, pero lo que se desató fue la masacre del pasado 11 de enero en zona rural del puerto de Buenaventura, que dejó 10 personas muertas.

Este mismo modus operandi fue empleado en el crimen de Envigado del 31 de diciembre último en la hacienda La Piscina. Allí se había dispuesto una reunión para festejar el fin de año y designar nuevas jerarquías en la temible Oficina de Envigado. El encuentro terminó con la muerte de nueve personas, incluido El Morro, heredero de las mafias que dejó el capo Sebastián. Pero todo indica que este último, al parecer, fue también instigador de esta masacre desde prisión. “Este crimen en Envigado tendría que ver con rumores de que Jorge Pérez Marín, alias El Morro, estaría en contacto con autoridades de Estados Unidos a través de Rogelio”.

La mano de Los Urabeños parece estar detrás de la ola de muertes de las últimas semanas. El objetivo es ajustar las piezas del poder, retomar las rutas y volver a enrutar sus ejércitos privados para traficar droga. Los organismos de seguridad, no obstante, están encima de sus movimientos.

'Otoniel', el jefe de 'Los Urabeños'

El 1 de enero de 2012 Dairo Antonio Usuga David, alias Otoniel, se salvó de ser capturado porque se fue temprano de una fiesta de año nuevo en la que se encontraba junto con su hermano, Juan de Dios Usuga David, alias Giovanny y otros miembros de Los Urabeños. Quien no corrió la misma suerte fue Giovanny que murió producto del enfrentamiento con la unidad de la Policía que llegó a interrumpir la celebración que se realizaba en Acandí, Choco. Como protesta por la muerte de su hermano, Otoniel realizó un paro armado que afectó a por lo menos siete departamentos del país y que lo puso en la mira de las autoridades. La captura de otros jefes de bandas criminales convirtió a este exguerrillero del Ejército Popular de Liberación y exintegrante de las Autodefensas Unidas de Colombia en el jefe de jefes junto con la organización criminal que ayudó a fundar.

Un baño de sangre en Buenaventura

En lo que va de 2013 se han presentado cerca de 25 asesinatos en Buenaventura (Valle). El pie de fuerza en el puerto sobre el Pacífico se intensificó después de la masacre ocurrida en zona rural de ese municipio y en la que fueron asesinadas 10 personas, al parecer, como producto de una guerra a muerte entre Los Urabeños y La Empresa, supuestamente filial de Los Rastrojos en esa región. Estas dos organizaciones criminales se estarían disputando esa ciudad que, por su condición de puerto, es considerada de vital importancia para los intereses del narcotráfico. Ya la Defensoría del Pueblo había alertado sobre esta situación en un informe presentado en agosto del año pasado. En octubre de ese año la violencia se agravó. De hecho, 40 de los 121 asesinatos cometidos en 2012 en Buenaventura ocurrieron ese mes. El 2 de noviembre la diócesis del puerto le envió un comunicado al presidente Santos en el que alertaba que “el miedo se ha inoculado en cada célula de la población, sin poder generar formas de sobrevivencia en medio de esta prolongada guerra”.

Por María del Rosario Arrázola

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