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La pesadilla de trata de personas que vivió una exguerrillera de las Farc en Ecuador

Una colombiana de 28 años, que se desvinculó de las Farc en 2008, viajó a Cuenca (Ecuador) a visitar a una hermana para buscar trabajo y terminó con COVID-19 y atrapada en una red de trata de personas que, al parecer, lidera una mujer también colombiana, hoy prófuga de la justicia. Hay indicios de que la red opera igualmente en Colombia. La investigación continúa a manos de un grupo especializado de Migración Colombia.

28 de mayo de 2020 - 04:26 p. m.
Exguerrillera de las Farc sometida a trata de personas en Ecuador fue rescatada el pasado 24 de mayo. Se indaga más sobre la red que la secuestro. / Fiscalía General de Ecuador
Exguerrillera de las Farc sometida a trata de personas en Ecuador fue rescatada el pasado 24 de mayo. Se indaga más sobre la red que la secuestro. / Fiscalía General de Ecuador
Foto: Fiscalía General de Ecuador

María*, una exguerrillera de las Farc de 28 años, fue dada de alta de una clínica de Ecuador este miércoles 27 de mayo. La ciudad específica de su ubicación no se menciona porque detrás de ella está toda una red de trata de personas de la cual se escapó el pasado domingo 24 de mayo. Huyó justo cuando quienes la mantenían en cautiverio terminaban de ajustar detalles para enviarla a Perú, donde ni ella misma sabe si hubiera podido ser hallada. Por suerte, o quizá por su propia determinación de evitar ese destino, alcanzó a esquivarlo. (El drama de las colombianas traficadas en China)

Su vida subversiva comenzó a través de un crimen de guerra: el reclutamiento forzado. Cuando era niña, resultó siendo una más entre los miles de combatientes de la guerrilla que, en 2015, firmó el Acuerdo de Paz y se comprometió a entregar las armas. Pero María logró salirse del conflicto mucho antes de que esa firma se diera. Dejó las Farc en 2008, cuando comenzaron también las desmovilizaciones individuales de guerrilleros en el marco de la Ley de Justicia y Paz que se pactó con los paramilitares.

En mayo de 2008, por ejemplo, una de las jefes guerrilleras más reconocidas del país -quien también llegó a las Farc reclutada cuando tenía menos de 18 años-, para sorpresa hasta del propio gobierno, se entregó: era alias Karina. Ella se acogió al proceso de Justicia y Paz y, tras nueve años detenida en una unidad militar de Carepa (Urabá antioqueño), recuperó su libertad en octubre de 2017, pues cumplió los ocho años de pena alternativa y se volvió gestora de paz.

María, por su parte, tomó otro rumbo. Se desvinculó de la guerrilla con 16 años y empezó un proceso con el ICBF hasta que cumplió 18 años. Luego, con lo que entonces era la Alta Consejería para la Reintegración -hoy Agencia para la Reincorporación y la Normalización-. Se capacitó en lo que pudo hasta que no le quedó de otra que enfrentarse al mundo. Trabajó en lo que le iba saliendo y, hace cuatro meses, decidió viajar de Neiva (Huila) a Cuenca (la llamada “Atenas” del Ecuador) a visitar a una hermana. Pronto entendió que en Cuenca el panorama laboral era tan difícil como en Neiva.

En sus búsquedas por internet dio con una mujer colombiana que le habló de la posibilidad de trabajar como niñera en una casa en Ventanas, una ciudad ubicada prácticamente en el ombligo de Ecuador, a 170 kilómetros y cinco horas de Cuenca. Con los pocos dólares que tenía en su bolsillo, pues en el país vecino la economía lleva años dolarizada, María viajó a Ventanas. “El puesto ya se ocupó”, le indicó la mujer colombiana al llegar. “Pero mañana voy a organizar una fiesta y ahí podrás conseguir algo seguro”. (¿Qué acciones se han tomado contra la trata de personas en Bogotá?)

¿Una fiesta para conseguir trabajo de niñera o empleada doméstica? Aunque María no entendía bien de qué se trataba todo, por la falta de recursos para regresar a Cuenca o a Colombia, se encontraba en una posición difícil. Se quedó en Ventanas para la fiesta en cuestión. Al día siguiente, sin embargo, recibió una instrucción que resulto aun más confusa para ella: “Arréglate porque esta noche tienes que pararte”. María pidió a la mujer colombiana que le aclarara el término: “Prostituirte”, le contestó.

Ella se negó y trató de huir, pero ya era demasiado tarde. Según le contaría después a los investigadores de Migración Colombia que ayudaron a rescatarla, en ese momento la golpearon y se la llevaron para una casa donde la dejaron aislada en una habitación. Una vez al día la visitaba una persona, también colombiana, para llevarle comida. Había un hombre a cargo de su custodia que, dos veces, intentó abusar de ella. Pero María dice que la drogaban y que, al abrir de nuevo sus ojos, se daba cuenta de que había sido violada.

No es consciente de cuánto tiempo estuvo secuestrada en esas condiciones. Lo que sí recuerda es que, en algún punto, la organización que la tenía en cautiverio la cambió de casa, al parecer bajo el plan de llevársela a Perú apenas las condiciones de la emergencia sanitaria por el COVID-19 lo permitieran. Ese traslado resultó siendo su salvación por dos razones. La primera, que su nuevo guardián trató de hacerse su amigo y, en ese intento, le prestó su celular para que pudiera contactarse con su familia.

La familia de María, desesperada, contactó a la única entidad del Estado que conocía de primera mano: la Agencia para la Reincorporación y la Normalización. Esta, a su vez, dio una voz de alerta a Migración Colombia, que asignó el caso a su Grupo de Articulación Operacional de Policía Judicial, el cual opera con el apoyo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos, la agencia federal conocida como ICE (Immigration and Customs Enforcement). (La trata de niños en Colombia no es un cuento)

“Sáqueme de aquí”

El jefe del Grupo de Articulación Operacional de Policía Judicial conoció la denuncia de la familia de María el pasado sábado 23 de mayo. El caso lo cogió en medio de una emergencia familiar propia, por lo que al principio delegó a una subalterna suya para que lo empezara a tramitar. Pero, al irse enterando de los detalles, se apersonó del asunto él mismo. Creó un chat con otras autoridades colombianas y comenzó a buscar a tanto a sus pares -grupos ecuatorianos que funcionan con apoyo de ICE- como al Ministerio de Gobierno del Ecuador.

Su estrategia fue simple y efectiva: crear un perfil falso de Facebook y contactar a María hablándole como si fuera un pariente de ella. Su temor era que, detrás de la pantalla, estuviera el verdugo de María y no ella. Cuando ella entendió que su familia había hablado con las autoridades colombianas de lo que estaba viviendo y que quien le escribía era un oficial de Migración Colombia, le dio una pista irrefutable para que él supiera que sí era ella quien le contestaba. Le dijo el nombre de su enlace en la ARN.

-¿Qué necesita?

-Ayúdeme... Sáqueme de aquí.

Todo ocurrió a la velocidad del sonido. El mismo sábado 23 de mayo en la tarde, el oficial de Migración Colombia ya hablaba con María, trataba de calmarla y buscaba darle seguridad para que ella pudiera escaparse, pues le había dicho que tenía chance de hacerlo. Las conversaciones duraban apenas minutos y María tardaba en reconectarse. Al final de la noche, el oficial le pidió que le mandara su ubicación desde Facebook y le indicó cómo hacerlo. Ella, de los nervios, no pudo.

Lo que sí pudo fue contarle que estaba en un barrio llamado 10 de Noviembre, un sector complejo de Ventanas. Y esta es la segunda razón por la que ese traslado de casa terminó ayudándole a salvar su vida: María le proporcionó al oficial dos números de celulares de dos mujeres de la organización con quienes ella había hablado previamente. Con apoyo de las autoridades ecuatorianas, se verificaron las líneas y ambos celulares estaban en Ventanas. María estaba muy cerca de uno de esos teléfonos, ella misma dijo de cuál. (La lucha contra la trata de personas en Suramérica, Colombia incluida)

El oficial fue enviando toda la información a Ecuador para cuadrar un operativo lo más rápido que se pudiera. En los casos de tratas de personas, el tiempo lo es todo. Si a María la movían para Perú, volver a dar con ella habría podido tomar un buen rato o, quizá, ni habría ocurrido. Pero cuando se confirmó el barrio donde estaba, surgió el plan de rescate. El oficial le preguntó si veía la posibilidad de escaparse y ella, hecha un manojo de nervios, le respondió que sí.

Primero pensaron en remitirla a un centro comercial, a cualquiera. Pero María no era una local, no sabía bien a qué centro comercial ir. Entonces, por indicación de los ecuatorianos, el oficial de Migración Colombia le preguntó si había oído hablar de la Unidad Policial Comunitaria. Solo había una en el 10 de Noviembre, no había pierde. Ella le dijo que sí. Él le pidió que, en cuanto pudiera salir de la casa, cogiera para esa estación de Policía y no saliera de allí por nada del mundo.

Paralelo a esas indicaciones, el grupo especializado en casos de tratas de personas de Ecuador se alistaba a salir desde Quito para auxiliarla. Cuando el grupo iba a mitad de camino, el oficial de Migración le dijo a María que saliera tan pronto pudiera de la casa. Ella le indicó cómo iba vestida: short de jean, camisa negra y tenis. Y con una ansiedad inconfundible. María hizo caso, acató las instrucciones y llegó a su refugio. Luego llegaron las autoridades ecuatorianas al tanto del caso. “Se hizo el rescate”, confirmaron a Colombia.

Los funcionarios ecuatorianos que la recibieron la trasladaron de inmediato para un centro médico, donde, además, le confirmaron que tenía COVID-19, la enfermedad respiratoria que doblegó al mundo este año causando una pandemia que no se ha superado todavía. En Ecuador, según su Ministerio de Salud Pública, van más de 38.000 casos confirmados y 3.275 personas que han fallecido por esta razón. En Colombia, el Ministerio de Salud dice que van más de 24.000 casos confirmados y 803 muertos.

María fue trasladada a una clínica que, por obvias razones, no está situada en Ventanas. Allí duró tres días. En ese tiempo, las autoridades ecuatorianas alcanzaron a tomarle una declaración extensa y descubrieron que sus captores hacían parte de una banda recién desmantelada, no por la explotación sexual a la que fue sometida sino por un asunto de narcotráfico. El operativo se ejecutó el pasado 22 de mayo, dos días antes de que ella escapara.

Ahora, ella aguarda en un lugar en el que fue instalada por el gobierno ecuatoriano. Aunque está asintomática, tiene que hacer una cuarentena de 14 días y luego podrá ser enviada de regreso a Colombia. A las 11 personas capturadas de la banda que la secuestró le van a imputar también el delito de trata de personas trasnacional. La mujer que se identificó como colombiana e hizo que ella viajara de Cuenca a Ventanas está prófuga de la justicia y Migración Colombia indaga si esta red se dedicaba a captar víctimas que fueran exguerrilleras, pues hay un segundo caso ya identificado en Colombia.

*Nombre modificado para protección de la víctima.

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