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Hacker Andrés Sepúlveda: "lo hice con plena convicción"

El ‘hacker’, tras las rejas por sus nexos con el caso Andrómeda, dice que su mayor error fue “politizar a las Fuerzas Militares” y haberse convertido en “destructor” de esa institución”.

Los Informantes
09 de marzo de 2015 - 01:28 a. m.
“Para mí no era nada malo infiltrar un grupo terrorista (…) nadie me obligó a hacerlo. Yo ahí era ultrauribista”, explica Andrés Fernando Sepúlveda.  / Nicolás Reyes
“Para mí no era nada malo infiltrar un grupo terrorista (…) nadie me obligó a hacerlo. Yo ahí era ultrauribista”, explica Andrés Fernando Sepúlveda. / Nicolás Reyes

Andrés Sepúlveda no se quitó el chaleco antibalas durante toda la entrevista. Quince agentes del CTI estuvieron acompañándonos todo el tiempo y las seis cámaras de seguridad vigilaban el sitio. La llegada no fue nada fácil: una hora entre registros, huellas y preguntas para poder ingresar.

Así de protegido está Andrés Sepúlveda, más conocido como el hacker, el espía cibernético que habría interceptado las comunicaciones del equipo negociador del Gobierno en el proceso de paz en La Habana (Cuba), y que protagoniza el escándalo judicial más sonado de los últimos años. Y no es para menos. Después de todo el show mediático que generó, el hacker habló con tranquilidad y sin tapujos.

Sepúlveda accedió a la petición del programa Los Informantes, de Caracol Televisión, y con una mirada fría si se quiere, casi sin pestañear, sin quitar los ojos de su entrevistador, contestó todas y cada una de las preguntas con respuestas sobrias y discurso elocuente. Andrés, un bumangués que lleva tatuado en su nuca un código informático capaz de escanearse con un celular, llegó a ser uno de los colombianos con más información sobre el proceso de paz en La Habana. Se fumó cerca de 20 cigarrillos durante dos horas, contó detalles de su vida personal y de su caso. Habló de cómo infiltró a las Farc, del caso Andrómeda  y cómo escuchaba llorar a su madre cuando era pequeño porque no tenían con qué comer.

Andrómeda

En la fachada de Andrómeda, ¿la instrucción de buscar información la dio Luis Alfonso Hoyos?
Se dio dentro de la campaña (presidencial de Óscar Iván Zuluaga). Yo no quiero dar muchos detalles de eso. Se empezó a ubicar gente, por medio de una persona se logró llegar a Andrómeda, y ahí fue cuando se empezó a conectar todo.

¿Todo fue a través de Andrómeda?
Sí, no, no... Sólo una pequeña parte se hizo por medio de la Policía, el resto fue Andrómeda. Por eso yo rechazo por completo cuando hablan de mis nexos con el general no sé qué del Ejército, pues no los hubo.

¿Y Andrómeda para qué servía?
Andrómeda era un acceso directo de información que ya tenían, mientras yo me podía demorar más tiempo buscándola. Ellos ya habían hecho un trabajo similar y tenían otro tipo de información que me interesaba, pues, más que a mí, a la campaña (presidencial del Centro Democrático)
Sobre todo el tema de la paz y de las Farc y La Habana. Evidentemente ahí sí había mucha información sobre el tema.
Sí.

“Cómo conocí a J.J. Rendón”

¿Cómo llegó a J.J. Rendón o cómo llegó él a usted?

Por mi hermano. J.J. Rendón para mí fue la persona que enseñó a hacer política, estrategia política en Colombia.

Pero ¿no lo conocía de nada?

No, no y además no sabía quién era él y ni me importaba saber quién era él. En la agencia Inhouse del Partido de la U abrí mi computador y logré hackear toda la red inalámbrica del partido, y yo le pregunté cómo se llamaba el jefe de él y me dijo: “Se llama J.J.”. Entré al computador de él y le dije: “Mire, este es el computador de J.J.”. Mi hermano hizo una cara de tragedia y me dijo: “Andrés, ¿cómo se le ocurre hacer eso?”, y le dije: “Entonces lo apago”. Me dijo: “No, vamos a mostrarle”.

¿En cuánto tiempo hizo eso?
No sé, lo esperé una o dos horas. Cuando mi hermano se enteró o cuando yo le mostré a mi hermano que había hackeado el computador de J.J., me llevó a la oficina de él, le dijo: “Mire, J, le presento a mi hermano, que lo acaba de hackear”. J me dijo: “Siéntese y me muestra absolutamente todo o si no, no sale de acá”. Le mostré y me dijo: “Acaba de ser contratado por el Partido de la U, y por favor me protege toda la infraestructura”.

¿En ese instante le dijo eso?
Para mí fue un chiste porque yo no sabía ni cómo era el trabajo de J.J. ni nada.


¿Estamos hablando de qué año?
De 2005. Mi hermano me dijo: “Felicitaciones”. “¿Pero qué pasó?”. Me dijo: “Lo acaban de contratar y ese señor es un genio”. Fue cuando empecé a leer sobre J.J. y dije: “Bueno, pues tuve un trabajo sin quererlo, vamos a hacerlo muy bien”.

“Las Farc y yo”

¿Cómo fue exactamente su aproximación al tema de las Farc?

Tuve la fortuna de decir que logré infiltrar al tercer grupo terrorista más peligroso del mundo a mis 28, 29 años, y lo hice con plena convicción. Lo hice asumiendo todo lo que podía pasar y siempre sentí que no estaba haciendo nada malo.

Es decir, ¿usted sabía lo que estaba haciendo?

Para mí no era nada malo infiltrar un grupo terrorista. A mí nadie me obligó a hacerlo. Eso sí lo quiero dejar muy claro: nadie me obligó a infiltrar a las Farc en ese momento (…) y porque me parecía que por amor a la patria debía hacerlo cometí el peor error que pude haber hecho...
“Mi mayor error, deshonrar las Fuerzas Militares”

¿Cuál fue su mayor equivocación?
Politizar las Fuerzas Militares.

¿Cómo?
Todo lo que yo le estoy contando era para mí completamente legítimo. Cuando me involucré en política, en la campaña de Óscar Iván Zuluaga, perdí toda la credibilidad en todo lo que hacía, todo lo que yo quise hacer en pro de las Fuerzas Militares, en pro de la Policía, en pro de mi país, se deslegitimó cuando lo convertí en política (…) No me arrepiento de estar preso, me arrepiento de haber metido política en lo que hice, y todo se desvirtuó, todo se volvió una campaña, todo se volvió algo inmanejable, una bola de nieve terrible, y lo que quise hacer y contra lo que luché. En este momento siento que soy uno de los ejemplos a no seguir de cómo se puede afectar a las Fuerzas Militares y lamento eso todos los días...

¿Lo hizo sin querer?
Claro, en ningún momento quise afectarlos a ellos. Créame que yo por ellos siento la mayor admiración y el mayor respeto. Me volví un destructor de las Fuerzas Militares; eso fue lo que más duro me dio de todo esto. Evidentemente fue una compra de información, hubo muchas cosas que se hicieron, pero créame que si yo hubiese sido consciente del daño que se iba a hacer, yo no lo hago, ni por error, porque para mí las Fuerzas Militares sólo merecen respeto y honra, y lo que yo hice fue deshonrarlos e irrespetarlos de la peor manera, de la manera más grotesca, de eso me arrepiento todos los días. No me arrepiento de haber infiltrado a las Farc.

¿De eso no se arrepiente?
No, es un grupo terrorista. Me arrepiento de haber podido provocar una guerra peor que la que tenemos. Imagínese que la información que yo tenía hubiera caído en manos de otra gente. Imagínese donde la información que yo tenía, que era completamente seguridad nacional, hubiese caído en manos de un gobierno extranjero.

“Mi familia”


¿Dónde nació?
En Bucaramanga, soy un santandereano orgulloso. Cuando hablo de mi tierra se me sale el acento incluso. Me encanta.

¿De dónde son sus padres?
Mi papá es de Saramina, mi mamá es de San Vicente de Chucurí, pero todo pasó en Bucaramanga.

¿Y sus hermanos?
Nosotros somos cuatro. Tengo un hermano menor por parte de papá, pero con quien yo quería seguir fueron dos hermanos más, mis adoraciones evidentemente. Yo vengo de una familia muy humilde, donde mi mamá siempre fue fuerte, trabajadora, donde nunca se hablaba de problemas sino de sueños, de qué queríamos ser. Me acuerdo mucho. Nos sentábamos a comer y hablábamos de eso.

¿Usted qué quería ser cuando grande?

Piloto o veterinario. De mi mamá tengo muy buenos recuerdos (…) aunque a veces la escuchábamos llorar en las noches. Entonces eso, afortunadamente, en vez de convertirse en un problema se convirtió en un motivo para ser lo que queríamos ser y mi mamá nunca se mostró débil ante nosotros, siempre fue una mujer berraca, la santandereana echada para adelante, orgullosa de sus hijos. Siempre que mi mamá salía a trabajar nos quedábamos mi hermana, mi hermano y yo, y nosotros decíamos que éramos los mosqueteros, porque siempre éramos los tres.

“Los computadores para mí”

Según entiendo, tuvo por primera vez acceso a un computador cuando llego a Bogotá.

¿Cómo fue esa experiencia?

No lo sabía prender. Recuerdo que recibí una clase intensiva de cómo crear una carpeta. A mí lo que me pareció genial del computador no era lo que tenía por dentro, ni los aparatos, sino lo que se podía hacer con el computador, porque lo que yo quise aprender era cómo pensaba el computador. Mi papá ya tenía internet. Recuerdo mucho las palabras de él. Me dijo: “Allá hay un computador y está desocupado, haga lo que quiera con él”, y ese fue el gran cambio de mi vida.

Por Los Informantes

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usucapion1000(15667)08 de marzo de 2021 - 06:41 p. m.
ESE SE RETRACTA SEGÚN EL MENÚ QUE LE OFREZCAN. Ya lo había hecho antes, pura basura.
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