La obra hace un recorrido por lo que fue el proceso de justicia y paz, en el que trata de denunciar que después de la desmovilización de las autodefensas en el país, en seis años no han cumplido a cabalidad sus compromisos de verdad, justicia y reparación.
La presentación previa a su lanzamiento oficial se llevó a cabo ayer en el multiplex Embajador en el centro de Bogotá. El proyector se detuvo y un silencio, de esos en que la cabeza maquina y se cuestiona, se tomó la sala del teatro. El silencio lo rompe la imagen de Éver Veloza, alias H.H., en una versión libre, quien pregunta a los familiares de las víctimas: “¿Colombia sí está preparada para conocer la verdad?”. Esta pregunta es una de las tantas que deja en el aire el documental, que el próximo lunes estará en las salas de cine.
Durante la película se recuerdan episodios como la masacre de El Salado, la ceremonia de entregas de armas de las Auc, la presentación de Mancuso y Jorge 40 en el Congreso de la República, testimonios de algunos ‘paras’ en las versiones libres y la extradición de los jefes de las Auc. Todo, para hacer una acuciosa reflexión sobre lo que fue el proceso de desmovilización, pero desde la óptica de las víctimas, de los sobrevivientes de la guerra y de aquellos que al preguntarles a los jefes ‘paras’ por el paradero de sus seres queridos escucharon una respuesta común: “no tengo conocimiento”.
En 85 minutos, Impunity hace un fuerte cuestionamiento a la Ley de Justicia y Paz, que permitió la desmovilización de 40.000 paramilitares en 2005. La cinta fue producida por Morris Producciones e Intermezzo Filmes, una productora suiza que colaboró con la realización, que duró dos años. La película contiene una fuerte carga emocional. Imágenes de guerra, sangre, llanto, selva, pueblos. Imágenes que han atiborrado los noticieros de televisión y las cámaras de los investigadores judiciales.
Los testimonios de las víctimas, de H.H., El Iguano, Jorge 40, Juancho Dique, del exvicepresidente Francisco Santos, del exjefe de la Fiscalía de Justicia y Paz Luis González y de defensores de derechos humanos como Gustavo Gallón e Iván Cepeda, ponen a reflexionar y dejan un cierto halo de impunidad que recuerda que el proceso de desmovilización “para” y los secretos de la guerra que ha padecido Colombia aún permanecen en el oscuro hoyo del nunca jamás.