La novela detrás del breve arresto al exfutbolista del Real Madrid, Edwin Congo

Se investiga una compleja organización enlazada con reconocidos carteles de la droga y bandas criminales de Colombia. Un novelón con varias piezas sueltas colombianas: un esmeraldero, un exsargento de la Policía y un reconocido médico esteticista con antecedentes.

David Escobar Moreno
24 de mayo de 2020 - 02:00 a. m.
La novela detrás del breve arresto al exfutbolista del Real Madrid, Edwin Congo

Una informante de la Policía española dio el aviso en enero de 2019 y comenzó la investigación judicial coordinada entre la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía Nacional de España y la Policía de Colombia contra una red de narcotráfico que año y medio después tiene en apremios al exfutbolista colombiano Edwin Congo. Pero no solo al exjugador del Real Madrid e integrante del programa de televisión El Chiringüito, sino también a otro colombiano reconocido en el Jet Set español y con antecedentes en Colombia, el médico Mauricio Vergara, reseñado como el Doctorcito o el Cirujano.

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Los investigadores lograron desencriptar toda la ruta de sus embarques. Con fuentes humanas y técnicas, en la búsqueda de encomiendas de envío de 500 gramos a cinco kilos, la operación “Torta Ahogada” terminó por descubrir una bien organizada vía de acceso de droga a Europa para ser comercializada en Bulgaria, Holanda y España, que comenzaba en un cultivo de coca controlado por el Eln en el área rural del municipio de Argelia (Cauca), pasaba por el cristalizadero de El Plateado en el Putumayo, y que antes de convertirse en cocaína en el Viejo Continente necesitaba una fase especializada del delito.

La mano de los Pachelly, una bien armada banda delincuencial de Bello (Antioquia), con impacto y nexos en Medellín y Bogotá, puso la logística criminal para que la droga se organizara en bodegas alquiladas cerca del aeropuerto El Dorado de Bogotá. Lo demás quedó por cuenta del grupo central de los gestores de la ruta de envío de droga a Europa. En primer lugar, el exsargento de la Policía Milton Afranio Santamaría, denominado también como el Sietepelos, que ya tenía poder económico y dominio del negocio ilícito, y que buscaba regularizar su situación de residente en Madrid.

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El próspero propietario de fincas en el entorno de Pereira, dueño de varias empresas y hasta promotor de un equipo de ciclismo, ahora está detenido en el Centro Preventivo Soto del Real en la capital española, junto con su socio en la ruta Hugo León Mejía, que, según una fuente de la Brigada Central de Estupefacientes consultada por El Espectador, en las interceptaciones telefónicas se oía mencionar siempre como el Maestro. “Un respetado personaje del narcotráfico que habitaba en el acreditado sector norte de Madrid, pero se había trasladado a un apartamento cercano al aeropuerto de Barajas”.

A pesar de su condición, Hugo León Mejía se movía en un auto viejo, que estaba a nombre de un ciudadano chino, y se le veía tranquilo en tiendas de ropa o acompañado de Milton Afranio Santamaría. Ambos entraban con frecuencia a la Meraki Clinic, propiedad del médico Mauricio Vergara Castillo, situada en la calle Santiago Bernabéu, a escasos 200 metros del estadio donde juega el Real Madrid. La operación “Torta Ahogada” determinó que el profesional colombiano está involucrado en la vuelta, lo mismo que un esmeraldero de la misma nacionalidad que las autoridades conocen.

Mauricio Vergara Castillo es un personaje tan exitoso como polémico. Nació en 1968 en Barranquilla, pero se trasladó a estudiar a la Universidad de El Bosque en Bogotá, y luego se fue a Cali, donde constituyó en 1990 la firma Sport Med, un centro de acondicionamiento físico que lo volvió celebridad en la ciudad. Además de su negocio exitoso, intensificó sus estudios de medicina deportiva y estética en Francia, Suiza y Argentina. Alcanzó a montar con otros socios una clínica en Miami, su perfil profesional creció como espuma y luego se hizo famoso cuando atendió al astro del fútbol argentino Diego Armando Maradona.

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El campeón mundial de 1986 debía jugar el partido de su despedida programado en el estadio de La Bombonera de Buenos Aires el 10 de noviembre de 2001, pero tenía que pasar de más de 100 kilos de peso a no más de 80. El Barrilete cósmico, como lo bautizó el clásico narrador uruguayo Víctor Hugo Morales, se internó en la clínica del médico Mauricio Vergara en Cali, quien luego fue sometido a un proceso que lo puso listo para su adiós del fútbol, en un juego donde participaron los colombianos Óscar Córdoba, el Pibe Valderrama, René HIguita y Jorge el Patrón Bermúdez.

Todo iba bien en la vida del médico Mauricio Vergara, hasta que el 12 de diciembre de 2002, en el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón en Palmira (Valle del Cauca), en el vuelo 200 de la agencia Copa con destino final en Buenos Aires, y previa escala en Panamá, fue sorprendido con dos kilos de cocaína ocultos en un estuche junto a una cámara fotográfica, otra de video y un computador portátil. “Esa cocaína no es mía, esto es un abuso de confianza, iba a Buenos Aires a una entrevista de trabajo con un doctor en una clínica de obesidad”, fue su comentario cuando se dio el hallazgo.

Sin embargo, Mauricio Vergara fue condenado a cinco años y cuatro meses de prisión, que se recortaron cuando se declaró culpable. “Asumí la responsabilidad de unos actos porque amo a mi familia y creo que esta es la vía más rápida y sincera de estar con la gente que quiero”, comentó en ese momento al diario El País de Cali. Vergara cumplió la pena en detención domiciliaria y después quedó libre. Entonces volvió a su clínica estética, a su familia y se fue para España, donde consolidó una credibilidad que se tradujo en miles de clientes y la extensión de sus negocios hasta Marbella y Santiago de Compostela.

En su perfil profesional se lee que es integrante de la Sociedad Española de Medicina Estética y de la Asociación Colombiana de Cirugía Cosmética, y que acredita experiencia en el Hospital Moncloa, la Clínica La Luz y el Hospital Ceram. Ni más ni menos que la autoridad de la toxina botulínica, que en palabras castizas son los materiales de relleno. En 2013 se casó en la isla balear de Ibiza con Lola Sopeña, reconocida experta en marketing y publicidad, y promotora del negocio de la estética. Pero el asunto no prosperó y el médico siguió adelante hasta que se volvió a meter en problemas.

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No ha trascendido el énfasis de sus explicaciones ante el juez Ismael Moreno, que lleva la causa en la Audiencia Nacional. Pero Mauricio Vergara Castillo fue uno de los 18 detenidos en la operación internacional contra el narcotráfico que acaba de darse en plena emergencia mundial por la pandemia del coronavirus. Nueve españoles, cuatro búlgaros, tres holandeses y tres colombianos. Milton Afranio Santamaría, Hugo León Mejía y el propio Vergara cayeron en la redada de la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía Nacional de España.

Con ellos fue brevemente detenido y luego dejado en libertad el exfutbolista del Once Caldas y el Real Madrid, el odontólogo Edwin Congo, quien declaró en el programa deportivo El Chiringüito, en el que cumple un papel de hincha madridista, que él si frecuentaba con su familia esa clínica estética, a la que también acudían colombianos y españoles, pero que no tiene vínculos con los involucrados en la operación “Torta Ahogada”. Congo, quien jugó casi toda su carrera en España y después de su retiro probó con un restaurante de comida caribeña en Valencia, ahora está en el ojo del huracán.

“Necesitaban mi opinión”, fue el comentario del exfutbolista, quien aseguró que como todo ser humano tiene que ganarse la vida y que escogió la opción de hacer negocios de esmeraldas con un conocido que resultó metido en el escándalo de narcotráfico. Seguramente en su explicación, Congo habla del difuso esmeraldero del que hablan también, sin mencionar su nombre, las autoridades de Policía española y colombiana. “Caerá pronto, es peligroso”, comenta una fuente del caso que sabe que el negociante de esmeraldas y oro puede ser el eslabón perdido de este capítulo de la mafia.

Entre los españoles detenidos, el de más alto perfil es el empresario Gregorio Sánchez, quien, según las autoridades, ya era investigado. Afincado en Colombia, este importador de frutas entró al negocio porque su empresa Frugol fue la fachada para el envío de más de una tonelada de cocaína a Europa que dio lugar al operativo internacional en España, Colombia, Bulgaria y Holanda. De esta última nacionalidad resultaron tres químicos, a quienes se señala de estar involucrados en la extracción de la cocaína camuflada en el cartón prensado de las cajas que transportaban piñas y limas colombianas.

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El 31 de enero pasado, las autoridades españolas y griegas incautaron cuatro contenedores de la fruta de Sánchez en el puerto de Tesalónica (Grecia). De allí, la droga iba a ser transportada a Bulgaria, si las autoridades españolas y griegas no intervenían. La investigación, en la que participó la Interpol y la DEA logró en ese momento la captura de los cuatro búlgaros. El 13 de marzo, Milton Afranio Santamaría, señalado de ser la cabeza de la red de narcotráfico, voló a España para evaluar con su gente el decomisó de la droga. La Policía lo capturó en Barcelona.

Santamaría llegó a Barajas ese día y la Polícia lo dejó “moverse”. Luego lo siguieron hasta la capital catalana, en donde se quedó dos días. A su regreso a Madrid se hospedó en el mismo lugar de Mejía. Cuando entraron los miembros de la Policía creyeron que el narcotraficante colombiano tenía COVID-19, ya que presentaba fiebre y una fuerte diarrea. Al instante fue enviado a un hospital donde se confirmó que no estaba contagiado por el nuevo coronavirus.

“La operación no ha concluido”, recalca una de las fuentes consultadas. Se busca, por ejemplo, establecer si hay conexión con el llamado Clan de los Castaña, alusivo a los hermanos Francisco y Antonio Tejón Carrasco. Aunque se les atribuye más el tráfico de hachís desde Marruecos, los investigadores evalúan si, en su pretensión de dar el salto a la cocaína, tuvieron contacto con un intermediario de la organización en la mira. También se examina una posible conexión con el puerto de Guayaquil (Ecuador), donde al parecer también salía la droga que terminaba en Europa.

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Hay piezas sueltas que los investigadores quieren aclarar. Como el aporte de 100.000 euros de uno de los involucrados, con muchos interrogantes para la Audiencia Nacional de España. En paralelo, para las autoridades de Policía de Colombia, descifrar el ajedrez de la coordinación logística desde Medellín y Bogotá, donde gravita la mano de un tal alias Ánderson, ficha suelta del caso que puede explicar pormenores de la ruta. La bisagra para pasar la cocaína de las bodegas cercanas al aeropuerto a los aviones, pues de ahí en adelante el éxito estaba en otros colombianos, los búlgaros y los españoles.

Esta historia, que comenzó con un flash informativo sobre el breve arresto en Madrid del exfutbolista y tertuliano del programa deportivo de la televisión española El Chiringüito, Edwin Congo, tiene otros ingredientes que le dan la categoría de novelón. La mano de los Pachelly, cada día más entroncados con el Clan del Golfo, el cartel de Sinaloa y la Oficina de Envigado. Un exportador de frutas español, un esmeraldero colombiano sin nombre conocido, un exsargento de la Policía y su socio liderando la vuelta. Y un prestigioso médico esteticista colombiano, de nuevo cruzado en la ruta del narcotráfico. La defensa de Congo

El exfutbolista bogotano del Real Madrid señaló, la semana luego de ser mencionado como miembro de una red de narcotráfico, que es inocente y no tiene que ver con el tráfico de cocaína a Europa.“Estoy muy tranquilo porque no he hecho nada. Yo no trafico con cocaína, no tengo cocaína en mi casa, estoy muy bien de salud, me comporto muy bien con la gente y con todo el que puedo y hoy ha sido un día más de enseñanza y aprendizaje”, explicó Congo.

Tras declarar durante una hora en una comisaría, Congo aseguró que no tiene ningún vínculo con negocios ilícitos. “Soy inocente, no he hecho absolutamente nada que tenga que ver con la venta o fabricación de cocaína. Hay un indicio lógico, porque estoy vinculado a una serie de gente que está metida ahí, pero de ahí a que yo haya cambiado mi vida o hecho algo extraordinario”. “Sigo siendo el mismo de siempre, tendré que saber medir con quién estoy y dónde quiero ir”, añadió el colombiano.

¿Quiénes son los Pachelly?

Desde hace más de una década, esta poderosa banda criminal lidera el crimen organizado en Bello (Anitoquia). Según la Secretaría de Seguridad de Medellín, sus miembros tienen silla en el grupo colegiado de la Oficina de Envigado, la histórica organización criminal fundada por Pablo Escobar en los años ochenta y que reúne a los duros de la delincuencia en el Valle de Aburrá.

De acuerdo con reportes de la Policía, este grupo criminal, fundado por el clan familiar Henao Acevedo, se nutre de las extorsiones y rutas del narcotráfico que estarían relacionadas con el Clan del Golfo (también conocido como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia), organización criminal liderada por alias Otoniel, el hombre más buscado por las autoridades colombianas actualmente. Las autoridades señalan que este grupo tendría control sobre la minería ilegal en Segovia (Antioquia) y se habría expandido a municipios como Copacabana, Girardota y algunos sectores de Medellín.

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