“La única cocaína en Boyacá han sido las esmeraldas”: María Mercedes Salazar

María Mercedes Salazar tiene un solo propósito en la vida: que quienes organizaron el atentado en que murió su único hijo, en 2013, paguen ante la justicia por ello.

Catalina Vargas Vergara
11 de diciembre de 2018 - 03:20 a. m.
María Mercedes Salazar
María Mercedes Salazar
Foto: DAVID M. SCHWARZ

El 9 de noviembre de 2012, un grave atentado en Pauna (Boyacá) revivió los temores de que la llamada “guerra verde” pudiera volver a ser una realidad en el occidente de Boyacá. El atentado, que se perpetró con una granada, iba dirigido a uno de los mayores jefes esmeralderos de la zona: Pedro Nel Rincón, más conocido como Pedro Orejas. Él salió ileso, pero su hijo Pedro Simón no corrió la misma suerte. Parte de su rostro quedó destruido, le amputaron un pie, tuvo una infección y un derrame cerebral y, luego de dos meses y medio de hospitalización en Bogotá, murió por un paro cardíaco.

El fantasma de la “guerra verde” vive en cada rincón del occidente boyacense, pero no será Rincón quien la protagonice, pues el 1° de agosto de este año fue extraditado a Estados Unidos, en donde la Corte del Distrito Sur de Florida lo requería por narcotráfico. En Colombia se quedó su exesposa, la madre de Pedro Simón, María Mercedes Salazar. Ella reclama justicia por la muerte de su único hijo y es testigo clave para entender cómo funciona el mundo de las esmeraldas en Colombia, al cual lo han rondado desde hace años el paramilitarismo, los intereses cruzados y la muerte.

Usted ha denunciado dilaciones en la investigación por el asesinato de su hijo Pedro Simón. ¿En qué va la investigación?

Hace unas semanas, por la conmemoración de los cinco años del peor acto de terrorismo en el occidente de Boyacá, decidimos con las demás víctimas directas de ese atentado hacer un plantón frente al búnker de la Fiscalía (en Bogotá) para exigirle al fiscal general que se pronuncie y que nos ayude para que todo esto se aclare, porque la fiscal octava especializada, que tiene el caso hace cinco años, no ha hecho nada.

¿Qué personas estarían interesadas en dilatar la investigación de la muerte de su hijo y por qué?

Las personas que nos hicieron ese daño. Eso ya se ha denunciado públicamente. Incluso, ya hay varios testimonios y personajes que participaron y que han querido hablar, pero la Fiscalía no ha tenido ningún interés en seguir esas líneas de investigación. El interés de dilatar la investigación viene de las personas que quieren tener esto muy callado. Todo está respaldado por gente que tiene mucho dinero.

¿Por qué estas personas querrían hacerles daño a ustedes?

Eso mismo quisiera yo preguntarles a ellos. ¿Por qué nos destruyeron de esa manera? Nos acabaron la vida, independientemente de que ellos no quisieran a Pedro o quisieran que se saliera de la región. La disputa era con Pedro. Nosotros no podíamos pagar por eso, y menos nuestros seres queridos de esa forma tan brutal.

Pedro “Orejas” siempre negó ser narcotraficante, pero fue extraditado. ¿Cree que va a aceptar cargos?

Tengo la plena seguridad de que Pedro no ha sido narcotraficante y siempre ha estado dispuesto a ponerle la cara a la justicia y a responder por sus actos. De narcotráfico no sé absolutamente nada. La única cocaína que ha habido por el occidente de Boyacá han sido las esmeraldas. Ellos han sido esmeralderos desde jóvenes. Pedro se fue a las minas desde los 14 años. Se fue a guaquear en Coscuez. Con el tiempo, ellos se fueron organizando y armando su empresa. Después se retiraron de Coscuez y pasaron a Maripí. Se dieron cuenta de que las tierras allí eran muy productivas en esmeraldas y se fueron a trabajar sus minas. Eso fue más o menos en 2000, después del proceso de paz y de que vendieron todo lo que tenían en Coscuez.

Pero la justicia de Estados Unidos dice que él tuvo nexos con carteles mexicanos.

No. Nada. Nunca tuvieron eso, ni carteles ni drogas.

¿Cuál era su relación con Víctor Carranza?

Con don Víctor, hasta donde yo pude tener conocimiento, siempre existieron algunas rencillas. Pero no pasaron a cosas mayores. Es más, antes de que Víctor Carranza muriera, ellos habían hablado y aclarado muchas cosas. Habían decidido que iban a trabajar juntos, porque el malentendido fue por el consorcio que hubo entre Santa Rosa y La Pita, dos minas que son cercanas y en el límite entre ellas había esmeraldas. Pero ya a lo último habían hablado, porque don Víctor estaba enfermo. Él mismo dijo que ese trabajo se tenía que volver a organizar, que ya no estaba para ninguna guerra. Pero, desafortunadamente, don Víctor murió. Cuando él falleció se descontroló todo. Sus muchachos subalternos se crecieron y comenzaron las dificultades.

¿Pensó alguna vez en irse de Boyacá con su hijo?

Sí. En algún momento pensamos en salir del país, al ver tanta zozobra y escuchar tantas cosas. Yo le dije a Pedro que nos fuéramos. Pero con él eso era imposible. Con mi hijo hablamos y nos alejamos un poco de la zona. Pero nosotros éramos muy cercanos al pueblo. Allí nacimos y nos criamos. Allí nos levantamos. Nos gustaba ir a las fiestas y cabalgatas. Decíamos: ¿cómo es posible que la gente con que hemos comido, compartido y les hemos dado la mano nos vaya a hacer daño? Pero es que donde hay riqueza, hay mucha envidia, avaricia y ambición. Los hermanos de Pedro no se la pasaban mucho en la zona; en cambio, nosotros sí. En Pauna teníamos la finca y ahí fue donde nos amañamos. La gente empezó a armar problema para sacar a Pedro de ahí. Decían que él no era de ahí. Pedro trató de resolver los problemas. Monseñor Héctor Gutiérrez Pabón, de Chiquinquirá, le ayudó a hacer reuniones para arreglar los problemas. Porque además muchos de los que armaron los líos eran familia.

¿Quiénes?

Ahí había cuñados o cercanos a nuestra familia. A raíz de lo que nos pasó, en noviembre de 2012, se acabaron esos hogares. Es que nos acabaron la vida. No descansaremos hasta que se sepa la verdad. El problema es que como la familia de Pedro no los invitó a su sociedad, armaron todo esto. Ellos tienen que pagar por lo que nos hicieron.

¿Qué relación tenía usted con los negocios de su esposo?

Hay que tener claro que la minería es un tema muy machista. Yo iba a visitarlos. Si había una producción, iba a guaquear con ellos, nos metíamos a los socavones y lavábamos la tierra. Teníamos que pagar nuestras cosas porque teníamos que pensar en el futuro y me gustaba invertir. Debo decir que Pedro sí era muy desorganizado con esos temas y le gustaba mucho el trago y las fechas. Así es muy difícil prosperar y por eso no compramos muchas cosas.

Pero la Fiscalía dijo hace unas semanas que, en operaciones de extinción de dominio a sus bienes, el total de lo incautado sumaba $1,5 billones...

Eso no es verdad. Por eso he insistido en que la Fiscalía debe enviar una comisión a la región para averiguar quién ha sido Pedro. No a hablar con los enemigos, porque eso sí lo han hecho, sino con la gente de la región. Puede que las minas sí valgan todo ese dinero que dice la Fiscalía, pero eso es otra cosa. Pero bienes como tal, eso es mentira.

En esa incautación la Fiscalía habla de bienes como fincas, minas...

Hasta caballos y títulos mineros. Hablan de los purasangre de Pedro, cuando en realidad no tiene ninguno. Solo tuvo uno normalito de ir a las cabalgatas. No tengo ni idea esos caballos de dónde salen. Quisiera que me lo explicaran. Ojalá verificaran también el tema de los carros, hoteles y las sociedades. Se lo pido a la Fiscalía. La finca que tiene Pedro es una que hizo de varios lotes que compró en los años 90. De los hoteles no tenemos ni idea, porque no tenemos ni uno. Ojalá tuviéramos. Es tan arbitrario todo lo que han hecho, que fueron a Pauna y a los vecinos de la finca de Pedro también les quitaron bienes. Gente completamente humilde. Estamos preparando acciones legales para aclarar el asunto, porque aquí lo que quieren es quedarse con el negocio de las esmeraldas.

¿Cómo ha sido su vida después del atentado?

Terrible. Ha sido muy difícil. Nos acabaron la familia. Nosotros no teníamos nada que ver en eso, somos personas completamente inocentes. Lo más triste de todo es ver que la justicia solo se ha dedicado a estar encima de Pedro, a tal punto que lo extraditaron y ahora lo tildan de narcotraficante. Yo sé que algún día se demostrará que nada tiene que ver con eso. Independientemente de que me haya separado de él, siempre lo voy a apoyar porque tenemos una causa en común: que algún día se sepa la verdad de lo que nos hicieron y que esos criminales se paguen. Mi hijo era una persona de bien, juicioso y estudioso. No le gustaba nada que tuviera que ver con la minería. Nos acabaron todo. Mi sobrina había llegado de Estados Unidos con su bebé y en el atentado murió el bebé. Ella estuvo muy enferma por el golpe del atentado. No pudo soportar el tema y se tuvo que ir. Hemos pasado por cosas muy duras. Lo único que pido es justicia, así me amenacen y me quieran callar. Esto es algo de lo que uno nunca se va a poder recuperar porque era mi único hijo, era mi vida. Es un dolor muy grande.

¿Qué le dijo Rincón antes de ser extraditado?

Que iba allá a dar la cara y a aclarar muchas cosas. Se fue con la idea de que allá sí lo van a escuchar y tenía más confianza, porque aquí no nos han escuchado. Lo recibieron muy bien, está con mejores condiciones y todo es correcto.

¿Dónde están los hermanos de Pedro?

Están en Maripí, Chiquinquirá y en Bogotá. Tienen sus negocios, pero como también están vinculados con investigaciones, están demostrando que todo lo suyo es lícito.

¿Se arrepiente de haber estado con Pedro Rincón todos estos años?

No. Mis mejores años los pasé al lado de él. Tuvimos nuestros problemas, claro, pero los solucionamos. Yo con él no estuve por sus negocios. Compartimos muchas cosas bonitas y vivo muy agradecida con él por su apoyo incondicional en todo sentido.

¿Por qué le dicen Pedro “Orejas”?

Es que cuando pequeñito lo rapaban mucho y las orejas se le notaban más de lo normal. Se veían más grandes. Le pasaban la máquina y le decían “orejón”.

Por Catalina Vargas Vergara

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