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“Le dije a mi compañero que no le pegara más a Javier Ordóñez”, admite patrullero

El patrullero Harby Damian Rodríguez, investigado por la muerte de Javier Ordóñez, entregó su versión de los hechos. Afirmó que él nunca golpeó al abogado, pero que vio a su compañero agrediéndolo cuando ya se encontraban en el CAI y Ordóñez estaba esposado.

07 de octubre de 2020 - 06:30 p. m.
Javier Ordóñez murió tras un procedimiento policial ocurrido el 9 de septiembre de 2020. A través de videos que se hicieron virales en redes sociales, el país conoció que el abogado fue sometido a varias descargas de pistolas taser por parte de los uniformados, horas más tarde, Ordóñez murió. Los dos patrulleros que efectuaron el procedimiento están enfrentando un proceso penal y disciplinario por estos hechos.
Javier Ordóñez murió tras un procedimiento policial ocurrido el 9 de septiembre de 2020. A través de videos que se hicieron virales en redes sociales, el país conoció que el abogado fue sometido a varias descargas de pistolas taser por parte de los uniformados, horas más tarde, Ordóñez murió. Los dos patrulleros que efectuaron el procedimiento están enfrentando un proceso penal y disciplinario por estos hechos.
Foto: El Espectador

El patrullero Harby Damian Rodríguez, uno de los dos uniformados de la Policía que están siendo judicializados por la muerte del abogado Javier Ordóñez en medio de un operativo judicial, en hechos que conmocionaron al país, rindió una declaración libre en la que, en medio de su versión, afirmó haber visto a su compañero Juan Camilo Lloreda Cubillos (también procesado) golpeando a Javier Ordóñez dentro de las instalaciones del CAI. “Le dije que ya no le pegara más”, narró el patrullero confirmando que Lloreda golpeó varias veces con sus pies a Ordóñez en el estómago y las costillas.

Este testimonio fue rendido ante la Procuraduría Delegada para la Fuerza Pública y la Policía que lleva el proceso disciplinario en contra de estos uniformados, en una audiencia virtual que avanza desde horas de la mañana de este miércoles y que ha estado dispuesta para la práctica de pruebas solicitada por la defensa del patrullero Harby Rodríguez. En esta diligencia, además de la versión del patrullero, fue sometido a interrogatorio bajo juramento Wilder Salazar, amigo de Javier y testigo presencial de los hechos.

En el desarrollo de audiencia, el abogado Jorge Alberto Páramo, defensor de Harby Rodríguez, había pedido hacerle un interrogatorio al patrullero Juan Camilo Lloreda Cubillos, compañero de su defendido, sin embargo, el uniformado se negó a rendir su declaración y no se prestó para tal interrogatorio. En consecuencia, llegó el turno de Harby Rodríguez quien, por el contrario, decidió contar con detalle su versión de lo que ocurrió durante la madrugada del 9 de septiembre de 2020.

Rodríguez, de 30 años, afirmó que es miembro de la Policía desde hace 11 años, los últimos cuatro al servicio del CAI Villa Luz, en Bogotá. Durante su trayectoria en la institución ha recibido 24 felicitaciones y dos condecoraciones. Desde hacía dos años y medio no trabajaba hombro a hombro con el patrullero Lloreda Cubillos, pero justo ese día los habían asignado para realizar turno en la mañana y en la noche. Según narró, Cubillos era quien manejaba la motocicleta y quien portaba el arma taser. Él, por su parte, únicamente llevaba su arma de dotación.

Indicó que esa noche se encontraban en labores de patrullaje en la Ciudad de Cali con calle 26 cuando los llamaron de CAI para reportar una riña. Tardaron entre uno y dos minutos en llegar y observaron una pelea en un establecimiento, entonces les dijeron a las personas que se encontraban en el lugar que se retiraran del sitio. Dijo Rodríguez que la pelea había sido entre unos hinchas del Millonarios contra Javier Ordóñez y sus acompañantes, así que para asegurarse de que no se presentarían más problemas se quedaron esperando que ambos bandos se retiraran del lugar.

“Ya íbamos a arrancar y sale un señor de las Brasas Burguer - local donde se habría presentado la riña - (calle 53 77c-15) y nos señalaba que un señor de gorra azul con camisa azul, señalando a Javier Ordóñez siempre que tomaba llegaba a buscarle problema a todo el mundo, que lo retiráramos de ahí. Esperamos a que se retirara el resto de gente, nos fuimos en la motocicleta, nos acercamos a Javier y a dos hombres más y les manifestamos que se retiraran para sus casas, que se evitaran problemas y que por favor evitaran quedarse ahí por lo de los contagios. Ellos un poco groseros empiezan a insultarnos. Que nos fuéramos hijueputas, que no fuéramos sapos, que eso era problema de ellos, muchas palabras soeces”, dijo Rodríguez.

Insistió el patrullero en que permanecieron en la motocicleta cuando, de repente, Javier se lanzó a agredir a su compañero Lloreda Cubillos, mientras él rápidamente se bajó del vehículo. “Javier se viene de frente y golpea a mi compañero en el rostro, en el pómulo izquierdo, una patada y más golpes en el casco y en la cabeza. Wilder y Juan David (amigos de Javier) se me hacen en medio, saco mi pistola y hago un disparo hacia el suelo para disuadirlos porque si me golpeaban entre los tres podían hacerme mucho daño, eran más grandes que yo. Uno de ellos me golpea en el portaprovedor y lo rompe. Javier se va de nuevo contra mi compañero y lo sigue golpeando. Él acciona su taser pero no hace efecto”, narró. (Lea también: Caso Javier Ordóñez: Procuraduría evaluará diez testimonios)

El patrullero continúo su relato indicando que Ordóñez continúo golpeando a su compañero quien activó por segunda vez la pistola taser y es cuando, finalmente, Rodríguez logró reducirlo, sin embargo, que por la contextura y estatura de Ordóñez, este tenía demasiada fuerza. “Nos caemos al piso los tres, mi radio se suelta y lo único que puedo hacer es hacerme encima de él con mi cuerpo para sostenerle sus manos mientras mi compañero le dice que coloque las manos atrás para esposarlo”, dijo el uniformado. Agregó que no pudo determinar cuántas veces su compañero accionó el taser, pero que sí escuchó unas tres o cuatro descargas, pero que esto era para poder neutralizar a Ordóñez.

Aclaró Harby Rodríguez que nunca puso su rodilla sobre Ordóñez porque tenía lastimado el pie derecho y no podía apoyarlo bien y continuó narrando que mientras reducían a Ordóñez llegaron otras patrullas a apoyar el operativo porque él las había solicitado cuando inició el altercado. “Yo no golpee al señor Javier, con una mano traté de esposarlo y con la otra sostenía el portaprovedor y el radio que se me había soltado. Yo no lo subí a la patrulla, lo subió mi compañero con un patrullero que llegó de apoyo”, explicó. Dijo que cuando iban a retirarse del lugar, llegó una mujer, al parecer familiar de Ordóñez a preguntarles qué había pasado, entonces le respondió que llegara al CAI.

Inmediatamente, narró, salió con su compañero Lloreda Cubillos con destino al CAI. Al llegar, manifestó el patrullero que Wilder Salazar (amigo de Ordóñez) salió de la patrulla caminando por sus propios medios, pero que en el caso de Javier Ordóñez, este fue llevado de los brazos y la pretina del pantalón por su compañero Juan Camilo Lloreda y el otro patrullero, “lo llevan como arrastrándolo por el mismo cansancio”, dijo. Agregó que Javier fue ubicado cerca de la puerta del baño del CAI y que cuando él se dirigió a lavarse las manos vio a su compañero Lloreda Cubillos golpeando a Ordóñez con sus pies en la parte del estómago y las costillas.

“No sé si él me alcanza a escuchar, pero yo le dije que no lo golpeara más, luego me lavé las manos y salí del CAI. Cuando salí ya el había dejado de hacer esta actividad”, reveló Harby Rodríguez quien posterior a esto dijo que salió con otro compaero del CAI, identificado como Henry Bastidas Bonilla, rumbo al lugar de los hechos para recopilar datos e informar a los familiares de Javier Ordóñez que lo iban a judicializar por abuso contra la autoridad. En esa diligencia dijo el patrullero Rodríguez que recogió testimonios que verificaban la ocurrencia de una riña protagonizada por Ordóñez.

Por un lado, que encontró a un hombre llamado Esteban Felipe Rojas, hincha del Millonarios, quien manifestó que Javier Ordóñez lo había golpeado esa noche. Por otro, que un hombre que se encontraba en un carro rojo, vendiendo tintos, le manifestó que trataría de contactarlo con el dueño del local comercial en el que ocurrió la riña porque, al parecer, habría videos de la pelea ocurrida en el establecimiento en la que habría participado Javier Ordóñez. Recogidas estas pruebas, regresó con su compañero hacia el CAI Villa Luz.

“Cuando llegué se encontraba Juan Camilo Lloreda y el intendente Moreno. Observo que Javier está de espaldas y que se está corriendo hacia la parte de atrás, pensamos, incluso, que se estaba golpeando. Wilder se encontraba bastante tomado también, se quedaba mirando, no más. Lloreda se dirige a quitarle las esposas y observa que se encuentra en mal estado de salud (...) Llegó Juan David (el otro amigo que acompañaba a Javier esa noche), le sueltan las esposas a Wilder y cuando llega el vehículo lo suben a la camioneta (a Javier)”, narró.

El patrullero Harby Rodríguez explicó que cuando llegaron a la Clínica Santa María del Lago pidieron una camilla, pero como no había, les facilitaron una silla de ruedas. Qué él junto a sus compañeros y los amigos de Ordóñez lo llevaron hasta la entrada principal de reanimación y que cuando se enteró del deceso del ciudadano sintió tristeza. “No lo golpee. Me sentí muy triste, confundido, impresionado de todo lo que había pasado y tuve mucho temor. Mi compañero tuvo la misma reacción, no sabíamos en qué momento ocurrió todo esto”. (Le puede interesar: Amenazan a capitán de la Policía que investiga el caso de Javier Ordóñez)

No obstante, la versión de Wilder Salazar, amigo de Javier Ordóñez quien estuvo a su lado desde el operativo policial hasta que fue entregado a los médicos en la clínica, es muy distinta. Bajo juramento y por solicitud del defensor de Harby Rodríguez, Salazar se conectó a la audiencia para rendir su testimonio y someterse a un interrogatorio. En su declaración manifestó el “trato inhumano” que recibió por parte de los agentes de la Policía y cómo vio sufrir durante varias horas a su mejor amigo.

“En el CAI Javier ya no respiraba, estaba desgonzado, tenía sus labios secos, ya había muerto”

En la historia que narró el Wilder Salazar no existió ni una riña, ni una agresión por parte de Javier Ordóñez contra los policías y menos un atisbo de humanidad por parte de los uniformados para ayudar a su amigo. Según su testimonio, el 8 de septiembre se encontró con un amigo y con Javier y se fueron a un parque cercano porque se querían tomar algo. Ya en la noche, prefirieron departir en el apartamento de Ordóñez y cuando eran alrededor de las 11:00 de la noche salieron a comprar más licor a una tienda que queda cerca de la residencia de Javier Ordóñez. Al final, no compraron nada porque les pareció mejor pedir un domicilio, entonces decidieron regresar al apartamento.

“Ya estábamos a punto de ingresar al parqueadero del conjunto de Javier cuando llegó la patrulla, yo no los conocía. Uno de ellos le dice a Javier ‘de esta no se salva’, Javier se devuelve, hay un cruce de palabras y le dice que le ponga el comparendo que él lo paga. Juan Camilo Lloreda se baja y dispara la primera descarga, Javier cae al piso y queda prácticamente inmovilizado, el otro uniformado se abalanza sobre él, entonces Javier se coge de una señal de tránsito y empiezan a darle más descargas”, explicó Salazar. Agregó que, pese a estar inmovilizado y boca arriba, su amigo seguía recibiendo descargas por parte de Lloreda Cubillos, mientras el otro uniformado le pega dos veces en el rostro con un objeto contundente.

Bajaron muchos vecinos del edificio a mirar qué ocurría y a pedirle a los uniformados que detuvieran las descargas que duraban entre cinco y seis segundos, dijo Salazar, agregando que él también, como se escucha en los videos que se hicieron virales, le pedía a los patrulleros que no lo agredieran más a su amigo. Coincide con la versión del patrullero Rodríguez en que cuando ya tenían a Ordóñez reducido, llegaron varias patrullas más. Sin embargo, manifestó que precisamente Harby Damian Rodríguez, al percatarse de que él lo estaba grabando, le exigió que no grabara más y que le pasara el celular. (Noticia relacionada: Los patrulleros actuaron aunque Javier Ordóñez decía “por favor, no más”: Procuraduría)

“Le dije que no porque él era funcionario público y yo podía grabar ese procedimiento. Tenemos un forcejeo porque él trata de quitarme el teléfono y me dice que se lo desbloquee, le dije que no. Llegó otro patrullero me puso las esposas y yo nunca puse resistencia. Javier sigue en el piso, golpeado, ya en su rostro se ve sangre, tiene un ojo lastimado. Me subo a la patrulla, Javier no se para, sino que lo levantan y llega caminando a la patrulla, lo empujan, cae de frente y se da en la cabeza contra el piso. Ahí le pegan varias veces. Como él era un hombre grande, le quedaron los pies por fuera, entonces le doblaron las rodillas, le metieron los pies bajo la banca y por su fuera poco se los esposaron”, detalló.

Durante el trayecto al CAI le dijo a su amigo que estuviera tranquilo, que no iba a pasar nada, Javier le respondía que le dolían los brazos y el pecho. Wilder dijo que se bajó por sus propios medios y fue empujado hasta el fondo del CAI. “En la entrada hubo otro forcejeo con Javier. Él se cae y se golpea contra el mesón del CAI, lo levantan y lo botan hacia mis pies. Los patrulleros Rodríguez y Lloreda le dicen groserías, le pegan, lo lastiman mucho. Javier quedó recto y luego en posición fetal y quiero aclarar que él no se estaba golpeando, estaba convulsionando. En el CAI cogieron un palo de madera y le pegaron varias veces, siempre les dije que no le pegaran y Javier también les decía que ‘ya no más’”, manifestó Salazar.

Otro detalle que entregó el testigo fue que notó que su amigo tenía una perforación en el pecho que sangraba, una herida que no le había visto antes y que, según él, fue ocasionada cuando lo bajaron de la patrulla o en la entrada del CAI de Villa Luz. Además, contó que ambos patrulleros, en repetidas ocasiones, lo intimidaron diciéndole que tenían todos sus datos, que podían ubicarlo en cualquier momento y que él no tenía derecho a nada. También, que le quitaron sus documentos y Juan Camilo Lloreda lo incitaba a la pelea sin conseguir una reacción de su parte. Pero lo que más temor le dio, dijo, fue que una amiga suya fue a buscarlo y los uniformados negaron que se encontrara en el CAI. “Aquí nos puede pasar cualquier cosa”, pensó.

Mientras tanto, la situación de Javier empeoraba. “Había muchos policías y cada vez que alguno entraba al CAI le pedía ayuda para Javier. Él me decía que no podía respirar, le dolía el pecho y se quejaba. Nunca me imaginé que mi amigo iba a morir, si lo hubiera sabido, tal vez, mi reacción hubiera sido diferente. Le digo a uno de ellos que le suelte las esposas un poco y, sí, se acercaron, pero para apretarlas más. Eso es lago inhumano, seguimos los dos en ese martirio, Javier ya se queja muy poco, respira con mucha dificultad y llega Juan David”.

Juan David, es el otro amigo que los acompañaba en el momento en que ocurrió el operativo policial a las afueras del conjunto donde vivía Javier. Continuó Wilder Salazar señalando que los uniformados no dejaban entrar a Juan David al CAI, pero que este se metió a la fuerza. “Lo primero que le digo es 'Juanda estos tipos molieron a palo a mi amigo. Juan David se bota al piso, Javier ya está en un rinconsito, en forma fetal. Juan David trata de sentar a Javier, le pone la mano en la nariz y me dice ‘Coste no está respirando’”. Agregó que tuvo que suplicar para que le quitaran las esposas para auxiliar a su amigo.

“Cuando lo senté le veo el rostro hinchado, lleno de sangre el pecho, la garganta morada, tenía morados por todo el cuerpo, el punzón en el pecho, estaba pálido y frío. Cuando le cojo la cabeza y se la levanto, él no respiraba, estaba desgonzado. Javier ya había muerto, sus labios los tenía secos, ya tenía la saliva seca. Me asusté muchísimo”. Y una vez más suplicó para que le quitaran las esposas. Pidieron una ambulancia, pero nunca llegó, entonces él y Juan David sacaron a su amigo y lo montaron en una camioneta Renault Duster de la Policía. “Juan David le daba palmaditas, le pedía que abriera los ojos, le ponía la mano en el pecho, pero en todo el trayecto no nos dijo nada, no abrió los ojos, nada”.

Dijo que llegaron a la clínica donde los atendieron rápidamente, que logró ingresar a la sala de urgencias y allí, con buena luz, pudo evidenciar el estado en el que se encontraba Javier Ordóñez. “Me sacaron de la sala, me senté en una silla y me puse a llorar, en menos de cinco minutos salió una enfermera, yo estaba agachado, me tocó la pierna y me dijo ‘lo siento mucho, no se pudo hacer nada porque su amigo ya llegó muerto’. Entré a la sala otra vez, saqué mi celular y le tomé varias fotos para que quedara de registro, él no murió en la clínica, ni en la patrulla, murió en el CAI”.

Luego del suceso, a Wilder Salazar lo volvieron a esposar y lo tuvieron detenido porque Juan Camilo Lloreda había interpuesto una denuncia en su contra por violencia contra servidor público. Lo extraño, según narró el testigo, fue que él nunca tuvo contacto físico con ese patrullero, pues quien forcejó con él para quitarle el celular e impedirle que siguiera grabando fue Harby Damian Rodríguez. (Lea también: “Tuve que sacar fuerzas de donde no tenía para leer la necropsia”: hermano de Javier Ordóñez)

En la audiencia también se presentaron a rendir testimonio bajo juramento el patrullero Daniel Leonardo Sánchez y el subintendente Aníbal Darío Hernández, quienes hicieron parte de las patrullas que llegaron a apoyar a los uniformados durante el procedimiento. Según sus declaraciones, ambos llegaron juntos al lugar cuando Javier Ordóñez ya estaba reducido y lo iban a ingresar a la patrulla y que este se subió al vehículo por sus propios medios. En sus versiones también señalan que cuando el patrullero Sánchez le pidió a Wilder Salazar que se dejara esposar, este no opuso ningún tipo de resistencia.

Juan Camilo Lloreda Cubillos le quitó el poder a su abogado

Otro suceso relevante dentro la audiencia que se adelantó este miércoles 7 de octubre fue que el patrullero Juan Camilo Lloreda Cubillos, por un lado, pidió que se anulara todo lo actuado en la investigación en su contra alegando que se le habían vulnerado sus derechos al debido proceso y a la defensa y, por otro, solicitó revocar el poder a Fray Segura Romero, su abogado defensor, hasta ese momento.

El procurador delegado le concedió quitarle el poder al abogado para su representación, pero no accedió a anular la actuación penal, por lo que el patrullero tuvo que efectuar él mismo su defensa durante toda la diligencia. Argumentó el procurador delegado para la Fuerza Pública y la Policía Nacional que contrario a lo alegado por el uniformado, “garantías es lo que le hemos dado para este procedimiento”. En consecuencia, negó la nulidad del proceso.

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Dion Casio(66071)08 de octubre de 2020 - 03:21 p. m.
Los demás policías que observaban mientras sus colegas asesinaban son igualmente culpables y merecen cárcel. LA POLICÍA ME DA MIEDO PÁNICO.
Dion Casio(66071)08 de octubre de 2020 - 03:19 p. m.
Sin duda los policias lo asesinaron y el mejor testigo es el cuerpo de la víctima. Las declaraciones de los policías parecen una recitación aprendida de memoria. Si el caso va a la mal llamada justicia militar les da 6 meses si van a la ordinaria los sacan por términos.
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