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"Nadie mató a Colmenares"

El Espectador presenta un avance del primer libro que se publica sobre el polémico caso de la muerte del estudiante de los Andes.

Redacción Judicial
16 de noviembre de 2012 - 11:56 p. m.
El 30 de octubre de 2010 Colmenares celebró con sus amigos de universidad en una fiesta de Halloween.  / Kienyke
El 30 de octubre de 2010 Colmenares celebró con sus amigos de universidad en una fiesta de Halloween. / Kienyke

“En torno al caso se han tejido azarosas afirmaciones, una de las cuales consiste en que los estudiantes involucrados tienen un “pacto de silencio”. La frase da para hacer un entrecomillado llamativo, sin embargo, no se corresponde con la veintena de extensas entrevistas rendidas por los jóvenes ante la Fiscalía las cuales resultan coincidentes.

“Y como excepción a este panorama se encuentra Guillermo Alfonso (Martínez), quien asevera que las heridas que observa en las fotos de la necropsia de Luis Andrés Colmenares son indicativas de una actividad criminal y que Laura les engañó con su dicho”, afirma el fiscal González en el escrito de acusación y resalta que existe una declaración que se aparta de la versión unificada.

Se trata de una, de tres rendidas por Guillermo Alfonso Martínez, a quien el fiscal presentó las impactantes fotos de la víctima en la morgue (imágenes de un cadáver con trauma en el rostro luego de pasar más de treinta horas después de su fallecimiento). En el capítulo “Otros relatos” se reproduce esa declaración excepcional para que cada quien saque sus conclusiones sobre si el declarante fue o no conducido en sus respuestas, si éstas fueron o no inducidas y si se le exigió o no hacer precisiones propias de un perito forense.

Así, desde los primeros oficios hasta los más recientes, desde las declaraciones rendidas en el CAI, en medio de la emergencia aquella noche de Halloween, hasta los prolongados interrogatorios en los despachos judiciales y las entrevistas concedidas a distintos medios de comunicación posteriormente, los jóvenes han ofrecido una versión coincidente y consistente. Para infortunio de la tesis del fiscal, lo más complejo de todo es que no se trata exclusivamente de una docena de testimonios coherentes, sino de que los mismos dan cuenta de una fracción de tiempo corta y están respaldados por los registros de telefonía celular de las llamadas que realizaron los muchachos en ese lapso.

Es decir, el fiscal González tendría que explicar que, en cuestión de 25 minutos (entre las 3:14 a.m. y las 3:39 a.m.), no dos sino una decena de muchachos amigos, que promedian los 21 años, participaron en el crimen de otro de ellos, se repartieron roles en torno a la coartada convenida sobre un falso accidente (teniendo cuidado de cruzarse múltiples llamadas entre sí para darle al relato apariencia verosímil) y concluyeron el plan criminal en las horas siguientes al tiempo que empezaban a engañar a las autoridades y a la familia de la víctima con el plan concebido, el mismo que han sostenido sin reveses desde entonces, arriesgándose a arruinar sus vidas. La otra posibilidad es que el fiscal esté equivocado (...)

Luis, Laura y Jessy se separan del grupo hacia las 3:10 de la madrugada, cuando la fiesta termina y están al frente de la discoteca Penthouse. De esto dan cuenta una decena de muchachos que rindieron testimonio ante la Fiscalía (algunos en varias oportunidades) y, además, existe una fotografía —publicada en varios medios de comunicación— tomada minutos antes, donde se ve a Luis con Laura y Jessy, preparándose para salir cuando la discoteca va a cerrar poco antes de las 3 a.m.

Una vez salen del lugar, se reúnen al frente de la discoteca: Luis, Laura Moreno, Jessy Quintero, con su amiga y vecina Jessica Zuluaga, Soraya Ciro, con su novio Gogoto, Juan Sebastián Bautista y Memo. Los siete han declarado que escucharon y vieron cuando Luis, algo alterado y luego de una llamada telefónica, manifestó que quería comer algo, concretamente un perro caliente, y decidió ir a buscarlo en solitario a pesar de que le insistieron que mejor esperara a que los del valet parking trajeran el carro para ir todos juntos a un sitio de comidas rápidas. Mateo Medina se sumó al grupo un momento después, cuando Luis ya iba en búsqueda del perro caliente y Laura y Jessy lo seguían para no dejarlo solo.

Además de estos testigos presenciales hay uno distante. Se trata de Andrea Archila, otra universitaria integrante del grupo de amigos y especialmente cercana a Luis Andrés. Ella disfrutó también de la fiesta en Penthouse, pero se había ido del lugar un poco antes con su novio, John Jairo de la Peña. Archila asegura que, después de salir de la discoteca y mientras buscaba un taxi con su novio, intentó comunicarse con Luis desde su celular sin obtener respuesta. Dos minutos después, a las 3:14 a.m., Luis le devolvió la llamada y conversaron durante 1 minuto y 18 segundos. Archila le propuso que se fueran en el mismo taxi, ya que vivían cerca, pero él respondió que aún no se quería ir.

De eso se trata la primera escena: una corta e inquieta espera frente a la discoteca (...).

La tercera escena corresponde a la carrera de Colmenares y también es propiciada por el joven. Comienza con su fuga tras romper el pasador del reloj de donde Jessy lo tenía agarrado. De esta situación, y de que Laura había ido tras él, dio cuenta Jessy de inmediato con la llamada que hizo desde su celular al de Gogoto a las 3:30 a.m. El grupo de amigos recogió inmediatamente a Jessy y, desde la camioneta, ella llamó al celular de Luis, pero Laura fue quien contestó. Esa primera comunicación, que duró 1 minuto 27 segundos, se produjo a las 3:32 a.m. No sólo Jessy escuchó el relato de Laura sobre su persecución a Luis; varios de los jóvenes que iban en la camioneta también oyeron cómo trataba de indicar, sobresaltada, por dónde iba.

A las 3:34 a.m., Jessy nuevamente se comunica con Laura y, una vez más, lo dicho por Laura es escuchado por varios de los muchachos que iban en su camioneta. La comunicación tardó 1 minuto 53 segundos y, en esta oportunidad, Laura dice que ya alcanzó a Luis, da un cierto parte de calma, y luego dice que éste nuevamente salió a correr y exclama de repente con gritos de pánico: “¡Se cayó, se cayó, el Negro se cayó al caño!”. El grupo de jóvenes se reencontró con Laura en El Virrey pocos segundos después de esta segunda comunicación con ella. Jessy notó que Jessica, su amiga y vecina, se había quedado junto a la camioneta y la llamó para pedirle que no se moviera de ahí. Esa llamada se realizó a las 3:39 a.m. y duró sólo 25 segundos.

Esta tercera escena, más rápida que las anteriores, va desde las 3:30 a.m. hasta las 3:39 a.m., cuando el grupo se reencontró con Laura. El lapso en el que Laura y Luis estuvieron ausentes no llegó a completar diez minutos, acaso ocho. Esto sí se entiende por “ausencia” que no estaban a la vista de ninguno de los involucrados, ya que, si tenemos en cuenta las dos llamadas en las que varios jóvenes escucharon a Laura decir qué ocurría y dónde, el tiempo se fracciona haciendo inviable sostener que, en tan mínimo segmento, se ejecutó el crimen que la Fiscalía está empeñada en presentar, así no consiga descifrarlo”.

‘No veo un héroe en el fiscal González’

José Monsalve, autor del libro Nadie mató a Colmenares, habló con El Espectador sobre su primera obra. Este periodista, con premio Simón Bolívar y de la Sociedad Interamericana de Prensa, concluyó con su investigación una tesis que hoy no es muy popular entre el público: que Luis Andrés Colmenares no fue asesinado, como reitera la Fiscalía, sino que murió por accidente.

¿No le parece arriesgado afirmar que se trató de un accidente cuando aún no ha empezado el juicio en contra de los tres sindicados?

En lo que creo es en el resultado de una investigación de cerca de dos años, que incluye haber tenido acceso a una serie de elementos que bien conoce la Fiscalía y que contradicen su postura oficial en el caso. Cuando este no era un fenómeno mediático, Medicina Legal y el primer fiscal consideraban que había sido un accidente. La pregunta invertida también es válida para muchos: ¿No ha sido irresponsable afirmar que fue un crimen sin investigar a fondo previamente?

¿Cómo surgió la idea del libro y por qué se animó a hacerlo?

Entendí que sólo el formato de un libro me permitiría ordenar tantas piezas, recoger los episodios más trascendentales y mostrar cómo se han movido en ellos los principales actores.

¿Qué pasaría si la justicia lograra probar la responsabilidad de los implicados en este caso, en contravía con su teoría?

Para descalificar el libro no habrá que esperar a que un juez diga la última palabra. Desde ahora mismo sin leerlo ya hay gente desacreditándolo. Es un libro incómodo para muchos, pero sin compromisos con nadie, únicamente con la verdad. Lo bueno es que está ahí para que cada quien lea y saque sus conclusiones.

¿Qué opinión tiene del fiscal Antonio Luis González?

Mi opinión sobre él no importa. Sólo diré que no veo en él un héroe nacional como lo ven muchos. 

¿Qué elementos encontró para acreditar que se trató de un lamentable accidente?

El libro contiene un conjunto de evidencias de contexto, documentales, técnicas y científicas que soportan la tesis. Mi trabajo no pretende defender a nadie, pero sí busca perseguir la verdad a través del análisis de la evidencia.

¿Por qué considera que un caso como este atrae mayor atención que procesos como el del carrusel de la contratación o la masacre de Santa Rosa de Osos?

La razón es que el caso Colmenares genera rating como ningún otro. Hay una inmensa audiencia ávida por conocer más del tema y que coincide con la afanosa necesidad de los medios de ganar público. Eso genera un círculo vicioso en el que al final el criterio y la información de calidad resultan sacrificados.

Por Redacción Judicial

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