No es la primera vez que Víctor Manuel Correa termina investigado por la justicia colombiana, como consecuencia de la lucha que ha emprendido para recuperar las tierras de las que fue desplazado en el año 96, cuando la cruenta disputa entre paramilitares y guerrilleros en el Urabá arrasaba con todo a su paso. El 26 de noviembre de 2019, Correa y otros ocho reclamantes de tierras de la vereda Guacamayas (Belén de Bajirá, municipio de Mutatá), fueron detenidos por supuestamente cometer los delitos de concierto para delinquir y desplazamiento.
En otras palabras, los mismos que hace 25 años salieron desplazados, huyendo por sus vidas, y que durante años han sido blanco de amenazas, atentados y asesinatos por su insistencia en recuperar las tierras que les pertenecen, ahora están investigados por quienes ellos mismos han señalado de haberlos despojado. En la imputación de cargos, la Fiscalía dijo que los reclamantes eran en realidad una banda criminal de despojadores y relacionó varios videos para demostrar la “violencia” con la que este grupo “invadía” las tierras de los empresarios de la región. (Noticia relacionada: Reclamantes de Guacamayas detenidos, ¿un falso positivo judicial?)
Por ese proceso, Víctor Manuel Correa quedó detenido preventivamente en una cárcel y tuvo que pasar las fiestas de fin de año de 2019 privado de la libertad. Meses después la medida de aseguramiento se levantó y el reclamante recobró la libertad en un proceso que suena increíble, más, porque en diciembre de 2014 un juez de restitución de tierras de Quibdó legitimó la lucha de estos campesinos de Guacamayas, reconociéndolos como víctimas de desplazamiento forzado. Sin embargo, no es la única investigación que la justicia colombiana adelanta en contra de Correa quien está ad portas de enfrentar un juicio por falso testimonio.
Este caso se remonta al 26 de marzo 2012, cuando un magistrado de Justicia y Paz de Medellín se negó a dictar medidas cautelares y a entregar de forma provisional las fincas El Sencillo y Campo Alegre, ubicadas en la vereda Guacamayas, que, según Correa, le pertenecían a él y a su madre, Donatila Montalvo Suárez, y que habrían sido adquiridas por supuestos comisionistas que aprovecharon el desplazamiento ocasionado por el conflicto, para luego venderlas a la Sociedad Guacamayas S.A. hoy Inversiones ASA Ltda.
El togado no solo desestimó los argumentos de Víctor Correa y se negó a concederle lo que pedía, sino que además ordenó compulsar copias a la Fiscalía en su contra por el delito de falso testimonio y así nació el proceso que este lunes empieza su etapa de juicio. Lo que pasó fue que el 29 de agosto de 2011 Correa rindió testimonio en calidad de víctima de desplazamiento forzado, bajo gravedad de juramento, en un proceso adelantado contra Fredy Rendón Herrera, Raúl Emilio Hasbún Mendoza y Elkin Jorge Castañeda Naranjo, exparamitares desmovilizados.
Ese día el reclamante aseguró que era víctima de desplazamiento, luego de ser despojado de las fincas El Sencillo y Campo Alegre, propiedad suya y de su madre, respectivamente, por parte de grupos armados al margen de la ley que hacían presencia en la vereda Guacamayas. Explicó que en julio de 1996 un comando paramilitar al mando de alias Camarrenga llegó hasta El Sencillo y se llevó a su hijo de 17 años para que les enseñara el camino hacia Belén de Bajirá, pero que este nunca regresó. Eso le generó dolor y pánico, así que decidió desplazarse a Montería con su familia. (Le puede interesar: “En el 83% de los casos de despojo de tierras los paramilitares fueron los autores”: Gerardo Vega)
Pero no tardó mucho en volver al Urabá. Sin embargo, manifestó que se encontró con que su finca había sido vendida por Daniel Rojas, un funcionario del ICA (Instituto Colombiano Agropecuario) a quien conocía porque este periódicamente lo visitaba para vacunarle el ganado. Luego, se llevó la sorpresa de que supuestamente su madre, Donatila Montalvo, también le había vendido la finca Campo Alegre a Rojas, quien luego negoció los predios con la Sociedad Guacamayas S.A. Sin embargo, en su defensa, Daniel Rojas presentó poderes firmados, tanto por Víctor Correa, como por la señora Montalvo, que posibilitaron la venta de las fincas.
La explicación de Correa fue que él constantemente le firmaba documentos a Rojas por el tema de la desparasitación del ganado, pero que nunca le otorgó poder para vender sus tierras y que menos lo hizo Donatila Montalvo, pues ella ni siquiera sabía firmar. No obstante, para el magistrado de Justicia y Paz, quien también escuchó a los exparamilitares y a los empresarios que actualmente poseen los predios, la versión del reclamante es falsa. El togado determinó que en realidad los predios no les fueron quitados al campesino y a su mamá, sino que ellos los vendieron a bajo precio debido a las condiciones de riesgo en las que se encontraba la zona.
“El magistrado desconoció que en realidad fueran víctimas directas al menos en cuanto al desplazamiento forzado y despojo de sus tierras por grupos armados ilegales al margen de la ley, por el contrario quedó establecido que tanto él como su madre Donatila Manuela firmaron un poder a nombre de Daniel Rojas para que negociara las fincas (…) para ser tituladas luego a nombre de la empresa Guacamayas Limitada, hoy Inversiones ASA S.A.”, señaló la Fiscalía en su escrito de acusación en el que le formuló a Víctor Correa el delito de falso testimonio en calidad de autor. (Noticia relacionada: ‘Nos preocupan las falsas víctimas de despojo de tierras en Urabá’: Asociación Tierra y Paz)
El Espectador habló con el reclamante de tierras que el 28 de noviembre de 2008 sufrió un atentado en Chigorodó (Antioquia), frente a uno de sus hijos quien quedó con un trauma psicológico, luego del suceso. Para Correa, estas investigaciones y procesos judiciales en su contra obedecen a una persecución por parte de sus opositores que quieren sacarlo del camino. Dice que pudo haber incurrido en alguna imprecisión con alguna palabra, pero que su testimonio no es falso y él es inocente.
¿Cómo llegó usted a estar procesado por falso testimonio?
De pronto uno se equivoca o siente temor cuando hay gente que nunca había visto. De pronto sí hubo una equivocación en una palabrita y entonces fue por eso que dijeron que eso era falso, por eso el magistrado consideró que era falso.
¿Qué fue lo que dijo que el magistrado entendió que era una falsedad?
Cuando dije que al hijo mío se lo llevaron en el año 96, de pronto hubo una equivocación por ahí. En un papel dice que yo dije que a él se lo habían llevado a Guacamayas y fue a Belén de Bajirá, entonces ahí dicen que eso es falso.
¿Lo que el magistrado dice que es una falsedad, entonces fue más bien una imprecisión?
Sí claro.
¿Qué fue entonces lo que a usted le pasó? ¿Cómo fue el desplazamiento que vivió?
En el 96 me amenazaron dos tipos con revolver. Yo ya estaba siendo amenazado por la guerrilla también y extorsionado. Me habían quitado muchas cosas y ahora esta gente venía era barriendo con todo. La guerrilla ya andaba por ahí y se entraba a la casa de uno, no porque uno se los pidiera, pero entonces decían que uno era cómplice.
Cuando lo desplazaron ¿a dónde se fue?
Yo estuve en Montería, pero me regresé para Urabá. Pero la violencia era dramática, en el año 97 y 98.
¿Cómo ha vivido este nuevo proceso por falso testimonio?
Es aterrorizante, imagínese, uno que nunca ha estado en esto…
¿Siente que tiene esperanza de que se demuestre su inocencia en este proceso?
Yo creo que en el nombre de Dios tengo esperanza de que se demuestre mi inocencia.
¿Y su familia? ¿Qué le dice?
En este momento estamos viviendo una cosa bien aterrorizante. Yo reclamando lo que nos ganamos con el sol en la frente y dejarlo a uno sin recibir una moneda, eso es muy duro para uno.
Yo en 2008 recibí tres impactos de bala, gracias a Dios estoy vivo. Respecto a la cárcel, jamás pensé yo que nos podían hacer estos montajes tan horribles, aunque nosotros tenemos una carta de la Fiscalía en la que se comprueba que sí somos desplazados, pero nos hicieron ese montaje. Hoy me encuentro atemorizado porque se inventan unas cosas que uno nunca ha hecho y eso es muy duro para uno.