"No queremos rescate a sangre y fuego": hermano de periodista ecuatoriano secuestrado

En entrevista con El Espectador, Alexánder Ortega habla del “calvario” que él y su familia viven desde hace una semana, cuando el reportero Javier Ortega fue secuestrado por alias “Guacho”. Ya hubo una primera prueba de supervivencia.

Diana Durán Núñez / @dicaduran
03 de abril de 2018 - 03:00 a. m.
Familiares de Javier Ortega, Paul Rivas y el conductor Efraín Segarra, trabajadores del diario “El Comercio” secuestrados por disidencias de las Farc. / EFE
Familiares de Javier Ortega, Paul Rivas y el conductor Efraín Segarra, trabajadores del diario “El Comercio” secuestrados por disidencias de las Farc. / EFE
Foto: EFE - Elías L. Benarroch

Javier Ortega Reyes, de 32 años, lleva ocho años trabajando con el diario ecuatoriano El Comercio, al cual se vinculó desde que era un practicante. Es soltero, no tiene hijos, y aunque por sus labores periodísticas ya había tenido que viajar un par de veces al cantón de Mataje, en la provincia de Esmeraldas —que limita con el departamento de Nariño en Colombia—, este año el ambiente era distinto.

En el comando de la Policía de San Lorenzo, en enero pasado, explotó un carro bomba que hirió a 28 personas, un hecho que Ecuador nunca había presenciado y que los medios de ese país compararon con “los atentados que se observan en las series y películas de narcos”. Un par de meses después, otro hecho violento los sacudió: tres militares murieron mientras hacían vigilancia en Mataje.

(En contexto: La disidencia de alias “Guacho” y sus cocaleros 'calientan' la frontera con Ecuador)

“La fuerza pública ecuatoriana está bajo el asedio de grupos colombianos que se apartaron del proceso de paz con las Farc”, dijo entonces El Comercio, que mandó un equipo periodístico a la zona. Así llegaron a Mataje Javier Ortega, el fotorreportero Paul Rivas Bravo, de 45 años, y el conductor Efraín Segarra, de 60 años. Desde el pasado 26 de marzo, lunes santo, los tres son rehenes de alias Guacho y los hombres que junto con él conformaron una disidencia tras el Acuerdo de Paz.

El Espectador habló con Alexánder Ortega, hermano de Javier Ortega, quien, desde Ecuador les ruega a las autoridades colombianas que muestren sensibilidad y hagan un trabajo conjunto con las autoridades de su país para que esta historia termine con la pronta liberación de su hermano y sus compañeros de trabajo.

¿Su hermano les avisó sobre el viaje que iba a hacer a Mataje?

Sí. Su último contacto fue el domingo (25 de marzo) a las 12:30. Se despidió de mí y de mis papás. Salió a hacer su trabajo. Mi mamá dice que lo notó un poco nervioso porque iba a relevar a otro periodista que ya le había avisado que la zona estaba complicada. Yo no lo noté nervioso, solo un “chao, ñaño” y no más.

¿Se había cruzado con temas relacionados con la guerrilla colombiana?

Creo que sí, los compañeros nos han informado que a él le gustaban ese tipo de temas. Y no creo que sean tan imprudentes los jefes como para mandar a una persona inexperta, los tres han tenido experiencia.

(Vea: Plagio de periodistas en Ecuador, síntoma de un problema mayor llamado "Guacho")

¿Cómo se enteraron ustedes del secuestro?

En la noche del lunes de la semana pasada, cuando recibimos la llamada de los organismos de seguridad. Nos dijeron que nos acercáramos al ECU 911, que es donde se reúne el gabinete de crisis cuando sucede un imprevisto. Salimos de inmediato y nos dieron la respectiva información.

¿Exactamente qué les dijeron?

Que se presumía que era un secuestro. Ya al segundo día nos confirmaron que efectivamente era un secuestro por disidencias de las Farc. Los ministros del Interior (César Navas) y de Defensa (Patricio Zambrano) nos informaron.

¿Qué más les dijeron?

A partir de eso no ha habido más información. Lo último fue el miércoles, cuando nos informaron de una prueba de vida. De ahí, nada más.

¿O sea que ya hubo una prueba de supervivencia?

Es un video muy corto, dura segundos. Mi hermano sale hablando, indicando que los tres se encuentran bien, que no hay ningún tipo de maltrato, y un mensaje al presidente Lenín Moreno diciéndole que él debe solucionar el problema. Las otras dos personas no aparecen. No mencionaba nada de las disidencias ni de quiénes los tienen a ellos. Eso es lo que mi padre pudo ver en el video, lo vio un delegado por cada familia.

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¿Cómo vio su padre a Javier?

Dice que lo vio muy bien, no mostraba señales de suciedad en la ropa ni de maltrato.

Ecuador dice que ellos están en territorio colombiano. Colombia lo niega. ¿Ustedes cómo perciben ese vaivén de versiones?

Es un calvario. Ni las autoridades de Ecuador ni de Colombia se han puesto de acuerdo, no sabemos dónde están. Confiamos en que están bien gracias al video, pero no hay una información clara de dónde se encuentran.

¿Los han contactado autoridades colombianas?

Ninguna autoridad colombiana nos ha contactado ni se ha hecho presente.

¿Por qué no se ha hecho público el video de supervivencia?

Las autoridades nos han dicho que toca mantener esto en perfil bajo. Son protocolos de seguridad, nunca se sabe, esta gente no escatima y se corre el riesgo de que los maten. Es, más que todo, por seguridad.

(En contexto: Un año del acuerdo de paz: ¿qué pasó en las zonas post-Farc?)

¿Se sienten cómodos con los protocolos de seguridad?

Hasta cierto punto. No estamos conformes con que no hay información clara, son datos muy escasos que no nos dejan tranquilos del todo. Estamos confiando en las autoridades, como nos lo piden ellos; son la única esperanza que tenemos. Y que las autoridades colombianas se hagan presentes: este es un problema de Ecuador y de Colombia.

El ministro de Defensa colombiano aseguró que Colombia trabaja coordinadamente con Ecuador para tratar de rescatar a los tres secuestrados. ¿Eso se lo han confirmado a ustedes?

Eso no lo han confirmado. Las autoridades de aquí dicen que están haciendo los pasos pertinentes para su pronta liberación, pero no sabemos nada más.

¿Están de acuerdo con un rescate a sangre y fuego?

Creo que primero hay que ver qué quiere este grupo, qué es lo que necesita para una negociación. No estoy de acuerdo, no lo queremos, puede ocurrir lo que no queremos y que alguien muera. No se pueden tomar medidas tan drásticas, preferimos que entablen una negociación, que atentar contra sus vidas. Con mis padres no lo hemos mencionado. Es el primer caso en el país que se da así, esto es algo nuevo para nosotros.

Por Diana Durán Núñez / @dicaduran

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