“Nobelbrecht”, la historia del gran escándalo de corrupción

El periodista investigativo Alberto Donadio lanza un nuevo libro sobre este truculento y enmarañado episodio de la historia nacional. Estará disponible en plataformas digitales para los suscriptores de El Espectador prontamente.

Diana Durán Núñez - @dicaduran
12 de abril de 2018 - 07:25 p. m.
Alberto Donadio es un reconocido periodista investigativo.  / John Álvarez Pinto
Alberto Donadio es un reconocido periodista investigativo. / John Álvarez Pinto

¿Por qué el título “Nobelbrecht”?

El cubrimiento noticioso del escándalo Odebrecht ha sido muy amplio, pero no se planteó por qué en otros países están acusados los presidentes y en Colombia no. Aquí no recibieron sobornos el presidente, los ministros o el presidente de la ANI. No se puede afirmar que el presidente Santos sabía de las comisiones pagadas al Ñoño Elías y a Musa Besaile. Pero el presidente no puede decir que en su mandato no se pagaron sobornos, porque Odebrecht sí los pagó y además dio dinero para sus campañas presidenciales. No es creíble que el Ñoño y Musa sean los dos únicos malos de la película. Los presentan como dos réprobos, pero ellos no eran ruedas sueltas. Estaban dentro de un engranaje; en el Senado eran las fichas claves del partido de gobierno. El Ñoño viajaba en el avión presidencial sentado al lado de Santos.

Estos sobornos atípicos son tan graves como el que le dieron en el gobierno de Uribe al viceministro de Transporte, que fue un soborno típico: la compañía compró al funcionario que tenía que adjudicar la licitación. Con Santos, Odebrecht pagó a los dos senadores más importantes de su partido, los que más votos recibieron en las elecciones parlamentarias de 2014. No es que Odebrecht haya pagado sobornos a cualquier senador o a todos los senadores. El soborno no lo recibieron senadores de la oposición sino del partido de gobierno. Hubo un delito de ejecución oblicua.

Pero ¿fueron el “Ñoño” Elías y Musa Besaile claves en el esquema de los sobornos? ¿O su importancia está sobrevalorada?

El presidente de Odebrecht dijo que en dos países no tuvieron acceso a presidentes: Argentina y Colombia. Y que allí buscaron a intermediarios o lobbistas. No se puede decir que están sobrevalorados, porque hubo sobornos, el pago fue contraprestación por algo. Por ejemplo, la adición Ocaña-Gamarra: Martorelli declaró que se pagó para acelerar todos los trámites y que si no se hubieran acelerado, los costos del proyecto se habrían visto afectados. La obra se definió a alto nivel, sí, pero se pagó para que todo se hiciera como la compañía quiso: aumentar número y costo de peajes, garantizar vigencias futuras… La compañía pagó a senadores para que presionaran las cláusulas que querían. Es clarísimo que estaban haciendo una inversión. Les pagaron a intermediarios que tenían influencia ante el Gobierno.

(Lea: Así negoció el Ñoño Elías con Odebrecht)

¿Es el gobierno de Santos tan “impoluto” en este tema como el propio presidente ha declarado?

No creo que sea impoluto. Los sobornos se pagaron, sobornos sí hubo. Lo dicen la Fiscalía de EE. UU., la de Colombia, exfuncionarios de Odebrecht. Con un mecanismo que no implica al presidente o a sus más cercanos funcionarios, pero esos sobornos tampoco los recibieron enemigos u opositores del Gobierno. Los recibieron los que tuvieron mucho que ver con la reelección hace cuatro años.

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¿Es por eso que usted afirma en su libro que la reelección de Santos podría ser ilegítima?

Santos perdió la primera vuelta por 450.000 votos y ganó la segunda por más de 900.000. ¿Quién le ayudó a remontar la cuesta? El Ñoño Elías y Musa Besaile. La elección es ilegítima porque dos delincuentes le dieron la victoria al presidente. El Ñoño ya confesó que parte de los sobornos de Odebrecht fueron para esa campaña presidencial de 2014. Aparentemente, el presidente Santos no fue salpicado por los sobornos, pero en su gobierno violaron el Código Penal sus dos principales aliados en el Congreso. Es lo mismo que pasó en la campaña del 2010. El presidente dice que no sabía de la plata de Odebrecht para los afiches de la campaña, pero la plata entró y fue ilegal. La Fiscalía podría indagar cómo fueron esos pagos de 2014, ese tema no puede quedar en el limbo. El mismo Ñoño confesó que parte de los dineros de Odebrecht se fueron para “invertirlos” en transporte y llevar electores. Todo el mundo sabe que la gestión de esos senadores fue clave para lograr la reelección. Si eso además tiene origen en dineros de sobornos, pues la responsabilidad del presidente es mucho mayor.

El capítulo de Roberto Prieto comienza así: “Todo el año 2017 transcurrió sin que Roberto Prieto hubiera sido acusado formalmente”. ¿Por qué arrancar haciendo énfasis en ese hecho?

Los emproblemados por Odebrecht eran mencionados y en cuestión de meses tenían una investigación abierta. Pero en el caso de Prieto pasó todo el año y, a pesar de ser mencionado tanto, parecía que no tenía responsabilidad penal. El papel de Prieto en el escándalo sí que compromete al presidente; la firma de su hermano tuvo contratos con el Estado por $84.000 millones. El presidente dice que sus parientes no tuvieron contratos con el Estado, pero ¿qué pasa con los amigos cercanos?

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¿Qué importancia tiene Eduardo Zambrano en la historia de Odebrecht?

Es otra persona que involucra al presidente con este escándalo. Tramitó, a través de su empresa, los sobornos que pagó Odebrecht en Colombia. Ese señor es amigo de Roberto Prieto, amigo del presidente. O sea, el presidente y Prieto tienen en común un amigo con antecedentes penales. Es muestra de que el escándalo entró a la Casa de Nariño. El Gobierno no ha dicho una sola palabra sobre Zambrano porque no la puede decir, su firma recibió contratos del Estado y él, lavador del cartel de Medellín, ayudó a manejar los sobornos acá en Colombia, no en el exterior.

Siempre se ha cuestionado la independencia del fiscal Martínez frente a Corficolombiana, dado que él fue asesor del Grupo Aval. ¿Cree que esa parte de la investigación ha avanzado satisfactoriamente?

Al principio del escándalo hubo unos pronunciamientos inexplicables del fiscal cuando dijo que no había nada ilícito en Navelena y luego resultó el préstamo irregular del Banco Agrario. Aunque sí se llamó a juicio a José Elías Melo, expresidente de Corficolombiana. A él lo defienden varios exministros de Hacienda, pero Corficolombiana le dice: “Ojalá pueda demostrar su inocencia”. Ahí hay un interrogante: Corficolombiana dice que Odebrecht pagó los sobornos a sus espaldas, pero su expresidente está llamado a juicio por eso mismo. ¿Cómo se conjugan esos dos hechos? ¿Acaso Elías estaba enterado del soborno y el resto de la empresa no? Además, no todos los sobornos los pagó Odebrecht. A García Morales sí le pagó la División de Sobornos, pero los demás sobornos los pagó el consorcio, al cual pertenece la filial de Corficolombiana, que además manejaba la plata de la Ruta del Sol 2. Ese punto no se ha esclarecido y algunos abogados defensores sí lo han planteado en sus memoriales.

(Vea Caso Odebrecht: Fiscalía acusó a José Elías Melo, expresidente de Corficolombiana)

¿Qué cree que puede pasar con el expresidente de la ANI Luis Fernando Andrade?

Creo que la Fiscalía ha gastado mucha munición contra Andrade, pero no hay delitos graves de los cuales él sea responsable, porque efectivamente a él no le entró plata y no van a aparecer pruebas de ello. Ahí la Fiscalía tal vez, por no haber entendido la naturaleza atípica de estos sobornos, se ha concentrado en querer condenarlo, argumentando que Andrade estaba en la misma situación de Gabriel García Morales, y no es el caso: a García Morales sí le pagaron para que adjudicara el contrato de la Ruta del Sol 2. En cambio, ¿cómo iba a estar Andrade interesado en favorecer a un tercero sin haber recibido plata o algo a cambio?

Da la impresión de que no habrá más revelaciones en este caso, de que la Fiscalía se “plantó”. ¿Usted lo ve así?

Sí, pero tiene razón el expresidente de Odebrecht que dice: nosotros ya pagamos el precio, no nos investiguen más a nosotros. Investiguen a otras grandes firmas que contratan con los estados, todas pagan sobornos. Y eso lo ratificó el juez Sergio Moro. Nadie tiene las pruebas, pero este no es el único caso, y se puede sospechar que todas las grandes obras públicas en Colombia se adjudican porque hay un soborno. Aunque la Fiscalía diga a cada rato que esta fue su investigación, sin el detonante de las confesiones en Estados Unidos nunca se habría destapado en el país el escándalo de Odebrecht.

Este libro estará disponible en plataformas digitales para los suscriptores de El Espectador prontamente.

Por Diana Durán Núñez - @dicaduran

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