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¿Quién es Teresita Barrera, la jueza que liberó al ‘hacker’?

En sus más de 15 años en la Rama Judicial ha recibido amenazas y hasta atentados. También escribe poesía y se presenta a concursos.

María Flórez
12 de junio de 2014 - 05:59 a. m.
¿Quién es Teresita Barrera, la jueza que liberó al ‘hacker’?

En menos de 24 meses la jueza 10 penal del circuito de Bogotá, Teresita Barrera Madero, ha sido puesta en la picota pública por cuenta de sus decisiones respecto de los implicados en dos de los procesos judiciales más mediáticos de los últimos años: el caso Colmenares y la investigación contra Andrés Fernando Sepúlveda, el ‘hacker’ que habría interceptado las comunicaciones de los negociadores en La Habana, Cuba.

En noviembre de 2012 Barrera fue duramente cuestionada por dejar en libertad a Laura Moreno y Yessi Quintero, acusadas de distintos delitos por el homicidio del estudiante de la Universidad de los Andes Luis Andrés Colmenares. En esa ocasión, la jueza argumentó que a la Fiscalía se le había vencido el plazo para dar inicio al juicio oral, por lo que las jóvenes debían ser puestas en libertad.

El pasado lunes Barrera volvió a ser noticia luego de que el Fiscal General de la Nación, Eduardo Montealegre, la acusara públicamente de haber prevaricado al revocar la medida de aseguramiento y anular la imputación de cargos efectuada por la Fiscalía contra el ‘hacker’ Sepúlveda. Frente a esas declaraciones, la jueza se preguntó en diálogo con El Espectador: “¿Cuándo Montealegre reacciona de esa manera está ejerciendo su rol de fiscal? Que el Fiscal General de la Nación le diga a un juez: ‘usted es prevaricador porque usted no tomó la decisión como a nosotros nos convenía o nos interesaba’, es muy grave. Eso lo que demuestra es una desestabilización de las instituciones. Nosotros los jueces no podemos estar supeditados al fiscal de turno”.

Sin embargo, los más de 15 años que esta abogada lleva trabajando en la Rama Judicial han estado atravesados por serias presiones y hostigamientos provenientes tanto de criminales como de sus propios superiores, lo que la ha obligado a trasladarse de una ciudad a otra y ha puesto en peligro su seguridad y su estabilidad económica. Pese a ello, Barrera dice impasible que sigue trabajando en la Rama porque “me siento realizada como profesional haciendo lo que hago. No digo que me ha ido mal, he tenido experiencias que han sido muy fuertes, pero que son propias de quienes estamos en este medio. Lo que pasa es que en muy poquitos casos las experiencias han ido más allá, como en el mío, pero ha sido por mi actitud frente a esas situaciones”.

Y es que, según ella, su ética ha sido incorruptible, lo que le ha ocasionado múltiples enemigos. Nacida en Montería (Córdoba), se graduó como abogada de la Universidad de Medellín y recién egresada empezó a litigar en derecho civil. Mientras cursaba un diplomado se enteró de que la Seccional de Fiscalías de esa ciudad estaba recibiendo hojas de vida y, aunque no tenía experiencia en derecho penal, se presentó. Algunos meses después fue nombrada en el cargo de fiscal, tras lo cual recibió las primeras amenazas.

Adscrita a la Unidad de Vida, Barrera investigó a una banda de sicarios que operaba en el noroccidente de Medellín y obtuvo pruebas de la responsabilidad de alias ‘Tino’ y alias ‘Franklin’ en al menos 70 homicidios. Tras ordenar la captura de alias ‘Tino’, esa organización intentó sobornarla para que lo liberara, pero ella se negó. “Yo pensaba: ‘cómo se les ocurre que iba a recibir dinero para liberar a semejante homicida, semejante persona tan dañina para esta sociedad de Medellín’. Estábamos a punto de presentar la acusación y resulta que le pusieron precio a mi cabeza”. Tras sobrevivir a un atentado fue trasladada a Manizales, donde la nombraron Fiscal Seccional de Manzanares (Caldas) y Jefe de Unidad de los municipios de Manzanares, Pensilvania y Marquetalia.

Estando en esa zona, fuertemente golpeada por el conflicto armado, lideró investigaciones relacionadas con la violencia contra las mujeres. Para ver a sus hijos, que se encontraban en Medellín, viajaba disfrazada por las carreteras del Eje Cafetero en un intento por hacerle el quite a la muerte, lo que era una hazaña en la Medellín de los 90. “Me ponía pelucas de un color, del otro, otras veces me iba con mis mechudos crespos más alborotados, bien irreconocible, para poder llegar a mi casa a visitar a mis chiquitos. Fue una época bien complicada”.

Después de 4 meses fue trasladada a Bogotá, donde vivió uno de los episodios más difíciles de su carrera como fiscal. Adscrita a la Unidad Quinta de Patrimonio y Fe Pública tuvo que investigar la falsificación de unos documentos con los cuales se quería cobrar una póliza de seguros. Según Barrera, una vez recibido el expediente, el por entonces director seccional de Fiscalías de Bogotá, Carlos Hernando Arias Pineda, la presionó en múltiples ocasiones para que precluyera la investigación, a lo que ella se opuso. Su enfrentamiento con Arias le costó el puesto y, más tarde, el escándalo público que suscitaron ese y otros hechos produjeron la renuncia de Arias, que había ascendido a Director Nacional de Fiscalías. Barrera asegura que en ese entonces sufrió “una gran persecución institucional”, y que “hoy se reciben embates de la gente de esa época”.

En noviembre de 2005 fue nombrada como Jueza Única Penal del Circuito de Zipaquirá. En 2008, cuando aún se desempeñaba en ese cargo, condenó a 60 años de prisión a Orlando Pelayo, el hombre que secuestró y asesinó a su hijo de 11 meses, Luis Santiago Lozano. Ya en los días previos se habían lamentado por este crimen el Fiscal General y hasta el Presidente de la República, y se había revivido en Colombia el debate sobre la violencia contra los niños y la cadena perpetua para los homicidas de menores, por lo que la decisión de la jueza recibió una aprobación generalizada.

De Zipaquirá fue trasladada a Medellín, donde la amenazaron para que no condenara a un hombre relacionado con la Oficina de Envigado. En ese entonces recibió una llamada en la que le dijeron: “dependiendo de la decisión que usted vaya a tomar, tenga en cuenta que le vamos a poner una bomba y que vamos a quebrar a uno de su juzgado y a usted”. Nuevamente en Bogotá, le tocó decidir sobre la libertad de Laura Moreno y Yessi Quintero. Tras ese escándalo, todo trascurrió con normalidad hasta el pasado lunes, cuando el Fiscal la acusó de prevaricato. “Todo esto no estuviera pasando si yo confirmo la decisión, pero confirmar la decisión equivale a que yo tendría que haber ignorado lo que descubrí en el proceso. Muchas personas optan por la vía fácil, pero yo no soy capaz, porque yo mis principios no los negocio”.

En el caso del ‘hacker’, Barrera considera que existe un paralelismo entre las pruebas que la Fiscalía y los medios de comunicación han hecho públicas, y las que efectivamente obran en el proceso. “Los medios de comunicación y la Fiscalía, extraproceso, tienen unos elementos probatorios, y con fundamento en esos extraprocesos que tienen toman sus decisiones, pero al juez le traen otras cosas, o se las traen incompletas, entonces dónde está el prevaricato”.

Ella asegura que, para no contaminar su decisión, no volvió “a ver noticias que tuvieran que ver con este tema, a leer un periódico, nada que tuviera que ver con esto. Y yo cierro mis oídos y mis ojos a lo que la gente está diciendo, porque para mí no existe nada distinto que el proceso, y con fundamento en eso resolví. ¿Qué está jugándose alrededor de todo esto? Yo no sé, y no quisiera saber”. Y es que para la jueza, más allá de quién sea Sepúlveda y de lo que significa políticamente lo que se defina respecto a él en los estrados judiciales, “lo que está en juego es mayúsculo, porque es el derecho a la libertad de un ser humano”.

Recordando los múltiples inconvenientes que ha tenido en su carrera, asegura que “yo sigo aquí empecinada, porque esto para mí es como un experimento sociológico. Yo soy muy observadora y muy crítica frente a las situaciones que vivo. Estoy en el sistema, pertenezco a un sistema, y creo que personas como yo no le servimos al sistema, porque somos piedras, somos obstáculos. De vez en cuando aparece alguien que se enfrenta, y esa persona soy yo”.

Mientras se adelanta la investigación por prevaricato que ordenó el Fiscal, la jueza Barrera seguirá desempeñando sus funciones. “Uno deja su vida aquí, si tiene compromiso. Y hay momentos de crisis, como en todas partes, pero lo importante es de cada crisis salir fortalecido”. Tan fuerte ha salido, que se mueve en trasporte público y escribe poemas, uno de los cuales envió en 2013 al concurso nacional “La poesía de la vida cotidiana”, organizado por la Casa de Poesía Silva, con el que no ganó.

Por María Flórez

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