El pasado 15 de febrero, una comisión humanitaria de la que hacían parte la Defensoría del Pueblo, la Iglesia Católica y el Comité Internacional de la Cruz Roja recibió a dos soldados bachilleres. Se trataba de Jesús Alberto Muñoz y Jonny Andrés Ospina Castillo. Ambos fueron plagiados en Guamalito, un corregimiento que hace parte del municipio El Carmen, ubicado en la convulsa región del Catatumbo. Allí operan tanto el Eln como disidencias de las Farc, por lo que al principio no era clara la autoría del secuestro. Con el pasar de las horas se confirmó que los militares estaban en poder del Eln. (Eln liberó a dos soldados secuestrados en el Catatumbo)
Jonny Andrés Ospina Castillo, sin embargo, llamó la atención de inmediato por los comentarios que hizo cuando recuperó su libertad. Algo nervioso y confundido, en declaraciones a medios locales tras dos semanas en cautiverio, dijo: “Yo me sentía como amañado con ellos”, manifestó en referencia a los guerrilleros del Eln que lo secuestraron. “La verdad yo no tengo nada que decir o que me hayan dado mal trato. Estoy feliz de estar libre, pero a la vez triste, porque ya me estaba encariñando con ellos”, agregó algo compungido, lo que de inmediato llevó a medios de comunicación de todo el país a preguntarse si llegó padeciendo síndrome de Estocolmo.
Qué cosa tan triste este video.
— Esther (@Bio_Saurus) February 16, 2021
No me imagino cuanto maltrato ha sufrido en la vida para que extrañe a sus secuestradores.😢pic.twitter.com/MBfAgTF9VB
El síndrome de Estocolmo, explican los psicólogos, es un trastorno que experimentan algunas víctimas, las cuales desarrollan vínculos afectivos con su secuestrador. En el mundo hay casos famosos: uno de los más recordados es el de Patricia Hearst, la millonaria heredera estadounidense de William Randolph Hearst (magnate de la prensa amarilla) que fue plagiada por una guerrilla de inspiración marxista en febrero de 1974, autodenominada Ejército Simbiótico de Liberación (SLA, por sus siglas en inglés). Dos meses más tarde, la propia Hearst anunció que se había unido al SLA, atracó una sucursal bancaria en San Francisco y fue detenida por ello en 1975.
El caso del soldado Ospina Castillo, sin embargo, estaba años luz de la historia de la millonaria Hearst. Se trataba de un joven humilde que, como ocurre con la mayoría de hombres de estratos 1, 2 y 3 al terminar el colegio, fue reclutado por el Ejército para prestar el servicio militar obligatorio y su familia no tuvo cómo pagar su libreta militar. De hecho, su madre, Argenys Ospina, salió en medios a revelar que su hijo sufría de problemas psicológicos desde niño y que ella trató de advertirles a los encargados del Ejército del proceso de reclutamiento, sin éxito alguno. “Él no es violento, al contrario, es muy cariñoso y suele apegarse de manera rápida de las personas y sufrir problemas de depresión”, aseguró Ospina.
Lo que vino inmediatamente después fue una andana contra el soldado Ospina por redes sociales. Retomando una foto de un niño que sostenía un fusil en sus manos, las personas que daban la imagen como cierta aseguraban que Ospina “siempre había sido guerrillero”. El portal Colombiacheck se puso a la tarea de indagar al respecto y descubrió que no era cierto. “La foto del joven fue publicada en Facebook el pasado 17 de febrero y desde esa fecha ha sido compartido más de 6.800 veces y vista por más de 450.000 (...) Por esa razón, en Colombiacheck decidimos verificar este post y encontramos que es falso. La imagen del niño con el fusil es una foto vieja que ha sido utilizada en múltiples publicaciones para ilustrar el tema de los menores reclutados por las Farc”.