Una sospechosa movida de bienes

César Mondragón, presidente y principal accionista de Estraval, enfrenta un proceso en Colombia que podría terminar obligándolo a responder a las víctimas con su patrimonio. Mientras tanto se descubrió que traspasó un apartamento de US$3 millones en Miami.

Alberto Donadío
10 de mayo de 2017 - 03:16 a. m.
César Mondragón fue capturado junto con varios directivos de Estraval en enero de este año.  / Archivo
César Mondragón fue capturado junto con varios directivos de Estraval en enero de este año. / Archivo
Foto: Cristian Garavito / El Espectador

César Fernando Mondragón Vásquez, capturado por el CTI de la Fiscalía en enero pasado después de regresar de Miami, a donde había viajado unos días antes portando US$100.000 en efectivo, traspasó el 14 de septiembre pasado un apartamento de seis dormitorios y cinco baños y medio a una compañía creada ocho días antes en el estado de la Florida. El traspaso lo hicieron Mondragón Vásquez y su esposa, Tatiana Esmeralda Quintero, en favor de la sociedad Peninsula II Investment, creada por Ana Milena Cabal y cuyo director es Luis E. Ortegón.

Mondragón y su cónyuge adquirieron el apartamento en 2011 por US$1’530.000, más de $4.500 millones, en el condominio The Peninsula II en Aventura, Florida. El inmueble comprende dos apartamentos, los números 3007 y 3008, que Mondragón unió para formar una sola unidad de 511 metros cuadrados.

El avalúo catastral del inmueble es de US$1’970.000, unos $6.000 millones. El predial de US$17.000 fue pagado en enero pasado por la sociedad a la cual Mondragón traspasó el inmueble. César Fernando Mondragón fue acusado por la Fiscalía de los delitos de captación masiva y habitual de dineros del público, no reintegro de la captación, enriquecimiento ilícito, lavado de activos, falsedad en documento privado, concierto para delinquir y estafa agravada.

Por los mismos delitos fue capturado su socio y cofundador de Estraval, Juan Carlos Bastidas, así como cinco ejecutivos más de la compañía: Rosalba Fonseca Melo, José Iván Castiblanco Fúquene, Pedro Harold Carvajal, Fernando Joya Rodríguez y Ángela Marina Daza Saavedra.

En la defraudación de Estraval, que quebró en mayo de 2016, hay más de 4.600 clientes perjudicados. Mondragón vendía la misma libranza hasta seis veces, según comprobó una auditoría realizada por Fiduagraria. En el fraude de Estraval también salió perjudicado el Deutsche Bank, que perdió US$25 millones que había invertido en libranzas.

El superintendente de Sociedades, Francisco Reyes, decretó en septiembre de 2016 la existencia de captación ilegal en Estraval. César Fernando Mondragón es ingeniero industrial de la Universidad de los Andes y en la misma universidad realizó una especialización en finanzas y obtuvo un MBA.

En su viaje a Miami en enero, antes de ser capturado, Mondragón vendió otra propiedad que tenía en esa misma ciudad: el apartamento 1102 del condominio 2020 Ponce, en Coral Gables. La venta la hizo a través de la compañía Latin Financial Strategies, en la que él figura como presidente. El negocio se hizo por US$755.000, más de $2.200 millones y como comprador aparece una sociedad creada en diciembre: Levy Carriera Properties, de José A. Carriera. La compañía de Mondragón adquirió el inmueble en el 2010.

En junio pasado, cuando ya había quebrado Estraval, la esposa de Mondragón, Tatiana Esmeralda Quintero, adquirió una oficina de 90 metros cuadrados en Miami por US$405.000, más de $1.200 millones. Todavía figura a su nombre. La adquisición la hizo en un edificio del sector de Doral que permite al comprador tramitar visa de residencia en los Estados Unidos como inversionista. Mondragón y su cónyuge también eran dueños de un apartamento de tiempo compartido en el club de vacaciones de la cadena Marriott en Lake Tahoe, California.

El actor Álvaro Bayona, una de las víctimas de Mondragón, dijo a El Espectador: “Son unos estafadores profesionales. Los dejaron actuar con negligencia de parte del Estado”. Agregó que hay una doble victimización: “A uno lo estafan y a los que invertimos ahí nos tildan de avivatos que buscamos plata fácil, pero la inversión en libranzas era legal. ¿El Banco Agrario, el Deutsche Bank, el Sudameris, que igualmente invirtieron en libranzas, también eran especuladores?”.

Bayona recordó que en mayo pasado, cuando le incumplieron los pagos, fue a hablar con Ángela Marina Daza, la gerente comercial, quien le ofreció cambiar las libranzas por una inversión en una compañía de Panamá que no pagaba impuestos. En ese momento, anotó, en el piso de la gerencia, los empleados participaban en una clase de aeróbicos, con música y entrenador. “Que paguen con cárcel”, pidió Bayona.

Por Alberto Donadío

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