Ver a los “paras” como arañas

Las ONG Equitas y Familiares Colombia desarrollaron una herramienta científica para ubicar fosas de personas desaparecidas.

María Paula Rubiano Atehortúa
12 de noviembre de 2015 - 03:37 a. m.

Alexánder Sabogal pensó en arañas. Cuando Equitas lo contactó y le dijo que estaba diseñando una herramienta para encontrar desaparecidos, el biólogo estadístico, que trabajaba en la Escuela de Investigación Criminal de la Policía, pensó en su amigo Milton Bastidas y en las cinco especies de arañas que sólo habían sido vistas 12 veces en el país.

El proyecto de Equitas empezó a ejecutarse en 2011, en Recetor y Chámeza, dos municipios del occidente de Casanare, en los que, entre 2002 y 2003, se vivió una ola de desapariciones que comenzó con un exalcalde, un médico de Recetor y un conductor de ambulancia. Después de ellos las Autodefensas Campesinas de Casanare (ACC) desaparecieron a más de 60 personas, el 5% de la población de entonces –1250 personas–. Familias enteras fueron borradas del mapa después de acudir a la cita en las escuelas donde Martín Llanos había montado dos campamentos paramilitares.

Desde 2001, las ACC de Héctor Buitrago, alias Martín Llanos, se enfrentaban a muerte con el bloque Centauros, de Miguel Arroyave. Al ser el occidente de Casanare su último bastión, Martín Llanos comenzó a dar órdenes de asesinar y desaparecer todo lo que se moviera. Las ACC no se acogieron al proceso de Justicia y Paz y el paradero de los muertos de Recetor y Chámeza, con contadas excepciones –la Fiscalía ha hallado 14 fosas–, jamás pudo ser establecido.

Diez años más tarde, Diana Arango, directora de Equitas, recibió una llamada de Familiares Colombia, quienes investigaban los casos de estos dos municipios. Allí, ambas organizaciones fueron casa por casa preguntando por los que no habían vuelto más. Dos o tres visitas más tarde los investigadores ya sabían qué ropa usaban los que no regresaron, si sus huesos habían estado fracturados o por dónde se los habían llevado. “En ese proceso, a diferencia de otros donde sólo se oye al perpetrador, la voz de las víctimas fue fundamental. Salió mucha información respecto a cómo operaban los grupos en esa zona”, dice Diana Arango.

Establecieron patrones y llamaron a Camilo Castro, un geógrafo que generó diversos mapas, cada uno con una información distinta: ríos, vías, casas. Cuando los superpusieron, “vimos que había unas zonas de confluencia entre campamentos, fuentes de agua, carreteras y exhumaciones. Empezamos a pensar ‘aquí no hay nada colateral (fortuito)’”, dice la directora de Equitas. Sin embargo, estos eran sólo indicios. Ahí fue cuando se hizo necesario contratar a alguien que hablara de probabilidades y matemáticas: Alexánder Sabogal, el biólogo.

“Me decían ‘hay 14 fosas’ y yo pensaba en especies. El programa de modelo de nicho ecológico, llamado Maxent, es usado para predecir dónde estuvieron, están o estarán determinadas especies. Si hay un patrón en las fosas, pues asimismo funciona el modelo de distribución de especies”, explica Alexánder Sabogal. “La araña es el paramilitar. Él responde a unas condiciones del medio. Se trata de entender cómo se comporta allí, es empezar a verlo como una especie que tiene una racionalidad en su actuar”, completa Diana Arango.

Lo que hace el Modelo Espacial y Estadístico Predictivo (Mesp) es medir, en esas 14 fosas que se han hallado hasta ahora, qué temperatura había cuando se cavaron, tipo de suelo, vegetación, caminos, viviendas, escuelas u otros puntos de ubicación geográfica, y a partir de esos datos buscar en qué otras coordenadas se observan características similares. En la medida en que coinciden todas las variables, la probabilidad de dar con fosas es mayor. Después de dos intentos, Equitas logró el mapa de calor que presentará hoy a las 5 de la tarde en el Hotel Suite Jones (Bogotá).

Éste muestra que entre Recetor y Chámeza hay 2.800 hectáreas con probabilidades superiores al 60% de encontrar cuerpos, y que de esas hectáreas, 581 tienen una probabilidad entre el 80 y el 89% de tener inhumaciones. Diana Arango explica que el modelo es replicable, y por eso invita a la Fiscalía a tomar esta herramienta que, de ser exitosa, podría ser fundamental luego de que el pasado 17 de octubre el Gobierno y las Farc acordaran la creación de un grupo especial de búsqueda de personas desaparecidas forzosamente en el marco del conflicto armado: 26 mil, según la Fiscalía.

“Con equipo y recursos técnicos comprometidos, el software puede elaborarse en nueve meses con un presupuesto de $150 millones”, explica Diana Arango, y añade: “Colombia es una gran fosa. Y no sólo porque tenemos personas enterradas, sino porque los ríos y cementerios también son fosas. La complejidad del escenario de búsqueda no puede hacerte decir ‘ah, entonces yo no busco’, sino todo lo contrario, debe hacerte decir: ‘bueno, y entonces, ¿qué me invento?’”.

 

Por María Paula Rubiano Atehortúa

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