Árboles amazónicos dan pistas sobre asentamientos precolombinos

Las plantas domesticadas por los pueblos indígenas son cinco veces más dominantes que las que no lo fueron. Esta es la conclusión de un estudio publicado en “Science” y en el que participaron investigadores colombianos.

Lisbeth Fog
03 de marzo de 2017 - 03:00 a. m.
Annona mucosa / DAIRON CÁRDENAS LÓPEZ
Annona mucosa / DAIRON CÁRDENAS LÓPEZ

El árbol de guama, cuyo fruto es una vaina verde y gruesa que esconde una apetitosa pulpa carnosa, blanca y muy suave, hoy nace silvestre en el Amazonas. Ese fruto —hoy saboreado por muchos colombianos— también lo consumían ciertas comunidades indígenas que poblaban esta vasta región suramericana hace más de 8.000 años. Muy probablemente en aquel entonces también se utilizaban la madera del árbol o sus semillas y hojas con fines medicinales.

El guamo es una de las 85 plantas amazónicas que domesticaron las sociedades precolombinas y que hoy dominan el paisaje boscoso de este inmenso ecosistema compartido por varios países. A esa conclusión llegaron varios investigadores bolivianos, brasileños, colombianos, ecuatorianos, peruanos, guyaneses, surinameses y venezolanos, entre otros, reunidos en la Red Amazónica de Diversidad de Árboles, luego de un estudio en el que analizaron 1.170 parcelas de bosque y más de 4.000 especies de árboles y palmas.

Estas especies domesticadas son cinco veces más dominantes que las que no parecen haber sido utilizadas por los pueblos indígenas y se ubican principalmente cerca de sitios arqueológicos o de ríos, donde no solamente abundan en cantidad, sino se encuentra una gran diversidad de ellas. Y aquellos sitios donde las identificaron sin vestigios humanos podrían dar cuenta de la huella que dejaron y aún yace escondida bajo su suelo.

“Muchos objetos arqueológicos (cerámicas) y estructuras (montículos, terrazas o arte rupestre) están ocultos en el bosque y son difíciles de encontrar”, dice a El Espectador Carolina Levis, del Instituto Nacional de Pesquisas de la Amazonia, con sede en Manaos, Brasil, y primera autora del artículo publicado hoy en la revista Science. “La abundancia de plantas domesticadas puede ser una herramienta útil para buscar sitios arqueológicos dentro de la selva amazónica”.

¿Qué fue primero?

Los propios autores formulan en su estudio la famosa pregunta sobre el huevo y la gallina: ¿fueron los humanos los que enriquecieron los bosques con especies domesticadas, especialmente en el suroeste y el este amazónicos, o sería que escogieron vivir cerca de bosques naturalmente ricos en estas especies? Concluyen que, aunque no hay causalidad evidente, la teoría más probable es la primera, por varias razones, entre ellas que la composición del bosque se transforma una vez hay ocupación humana y, segundo, porque encontraron territorios con 19 especies domesticadas correspondientes a diferentes distribuciones geográficas y preferencias ecológicas distintas.

El botánico Dairon Cárdenas, investigador del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi) y uno de los coautores del estudio, explica que hay evidencias de semillas en los levantamientos arqueológicos, lo que demostraría la domesticación. “El estudio hace un gran esfuerzo por tener información de muchas áreas, pero principalmente tiene el foco en aquellas que están alrededor de lo que ancestralmente en el pasado fueron asentamientos urbanos”. Experto en plantas amenazadas, introducidas e invasoras, Cárdenas ayudó a identificar las 85 especies domesticadas dominantes de acuerdo con el uso que les daban —y les dan— los indígenas. “Los sitios arqueológicos demostraron que estas especies útiles, seleccionadas, eran efectivamente mucho más utilizadas por ellos y se concentraban en los sitios donde se estaban moviendo”. Eso hace que cambien la estructura y la composición de los bosques.

El bosque domesticado

El estudio confirma que el ser humano ha transformado los ecosistemas por milenios. “Incluso”, afirma Levis, “las áreas de la Amazonia que parecen prístinas hoy están llenas de antiguas huellas”. Pero los efectos de estas sociedades milenarias sobre el paisaje son muy diferentes a los de las sociedades modernas, pues, según dice, “transformaron bosques prístinos en bosques domesticados, pero no en monocultivos de cultivos anuales; las actividades pasadas no condujeron a una deforestación generalizada”. Explica que los indígenas promovían la diversidad, razón por la cual cultivaron un gran número de especies de plantas en paisajes forestales, similares a los sistemas agroforestales de hoy en día.

Y es que la deforestación que está sucediendo en la Amazonia continental actualmente “está enterrando una cantidad de información que aún no conocemos”, agrega Cárdenas. El reto ahora es continuar documentando el manejo del bosque por parte de las comunidades que han poblado este pulmón del mundo históricamente y entender “que existe una herencia de los pueblos precolombinos inmersa en la estructura y composición de los bosques”.

En este sentido, Levis remata: “Comprender la historia humana de la Amazonia puede proporcionar una oportunidad para reducir la deforestación y [proponer] una forma alternativa de producción de alimentos mientras se mantiene el bosque”, un aporte de importancia crítica para la seguridad alimentaria. “La domesticación da forma a los bosques amazónicos”.

Por Lisbeth Fog

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