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Así empezó la contaminación en Suramérica

En septiembre de 1994 la revista Science publicó uno de los primeros estudios que mostraban cómo la comunidad europea había empezado a contaminar la Tierra por medio de la minería.

Redacción Vivir
11 de febrero de 2015 - 02:33 a. m.
Glaciar Quelccaya, en Perú, en donde los científicos tomaron las muestras de contaminación. / AFP
Glaciar Quelccaya, en Perú, en donde los científicos tomaron las muestras de contaminación. / AFP

En la investigación, los autores demostraban las cantidades de plomo que habían ido a parar a la atmósfera por culpa de la explotación y fundición de plata desde el esplendor de la civilización romana hasta la Edad Media. Esa contaminación de varios siglos, analizada a partir de muestras de glaciares de Groenlandia, representaba un 15% de lo que había generado el uso de aditivos de plomo en la gasolina en 1930.

Pero ¿cuándo entró América del Sur a contribuir en esos índices? ¿En qué momento empezó a utilizar elementos que deterioran el ambiente?

Para responder esas preguntas, un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos) hizo un experimento parecido al de 1994. Subieron hasta el glaciar Quelccaya, ubicado en el sureste peruano y considerado el más extenso de la zona tropical terrestre, y tomaron muestras de sus bloques de hielo. Luego de analizarlas encontraron que en su interior se depositaban elementos de un período lo suficientemente amplio (entre el año 793 y 1989) para saber cuándo empezó esta parte del mundo a contaminar a causa de la actividad minera.

Sus conclusiones, publicadas en la revistas PNAS, de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., apuntan a que los colonos españoles fueron los culpables de empezar a disminuir la calidad del aire. Los índices más altos de plomo se registraron luego de 1540 y se intensificaron después de 1572. Ese año, según los investigadores, coincide con la intensa extracción de plata de las minas de la montaña de Potosí (Bolivia), que fue la fuente de plata más grande del mundo.

Entonces, el Imperio español forzó a los incas a trabajar en la extracción de este material con una nueva tecnología que multiplicó la producción y envió densas nubes de plomo hasta los picos de los Andes. Los vientos trasladaron esa contaminación 500 millas y depositaron partículas en el Quelccaya.

De hecho, entre 1450 y 1900, antes de la Revolución industrial, los niveles de plomo se duplicaron y la cantidad de antimonio aumentó 3,5 veces. A principios del siglo XIX la contaminación del aire bajó, al parecer por la frágil economía suramericana. Pero resurgió luego, cuando varios países se percataron de que sus tierras eran ricas en cobre y carbón.

Por Redacción Vivir

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