Calidad del aire en Medellín: académicos piden tomar decisiones respaldadas por la ciencia

Hace unos días el alcalde de esta ciudad, Daniel Quintero, aseguró que el área metropolitana "no ha conocido causas reales de la contaminación". El anuncio cayó muy mal entre los científicos que llevan más de dos décadas investigando este problema y buscando soluciones basados en una robusta red de medición.

Santiago Ortega
02 de abril de 2020 - 03:16 p. m.
Medellín tiene una de las redes más robustas de calidad del aire en América Latina: 23 estaciones completas, más de 250 sensores de contaminación ubicados en casas de ciudadanos, un radar meteorológico y medidores sofisticados. / AFP
Medellín tiene una de las redes más robustas de calidad del aire en América Latina: 23 estaciones completas, más de 250 sensores de contaminación ubicados en casas de ciudadanos, un radar meteorológico y medidores sofisticados. / AFP

En la emergencia del coronavirus, Medellín ha volcado su interés en la ciencia y ha mostrado un gran respaldo y confianza en sus médicos y científicos. Sin embargo, no pasa los mismo con aquellos que trabajan en calidad del aire.

Marzo es el mes más crítico para la calidad del aire en Medellín y para controlarlo se toman medidas incómodas para la población como ampliaciones fuertes del pico y placa. Normalmente con esto se controla la emergencia, pero este año una cantidad anormal de incendios forestales en el territorio nacional están generando material particulado que disparan los niveles de contaminación no solo en Medellín sino también en Bogotá, Cúcuta y Bucaramanga. 

Con un país en cuarentena, casi no hay vehículos en las calles ni industrias funcionando. En esta situación, y al ver que la calidad del aire no mejora, algunos ciudadanos empezaron a cuestionar las medidas, argumentando que los vehículos no son el problema. Además, dicen que el pico y placa es una solución inútil y tachan de falsos los estudios hechos por académicos de la región.

Los incendios forestales de este año han sido particularmente fuertes. El fenómeno ha sido explicado por el Sistema de Alertas Tempranas - SIATA, apoyándose en información satelital de la NASA y varios modelos climáticos, pero esto no es suficiente para convencer a los críticos.

El mismo alcalde Daniel Quintero, publicó en su cuenta de twitter un mensaje donde se decía que “El área metropolitana no ha conocido causas reales de la contaminación” y ordenó un nuevo estudio para determinarlas. 

Esto cayó muy mal en los científicos de las universidades más reconocidas de la ciudad, que han venido trabajando en temas de calidad de aire con el Área Metropolitana durante décadas. “Nos da mucho pesar,” dice la doctora María Victoria Toro, líder de la línea de Calidad de Aire del Grupo GIA de la Universidad Pontificia Bolivariana. “Es cómo si no hubiéramos estudiado 20 años. Es desconocer el conocimiento científico que tiene la ciudad y el país”. 

Estas declaraciones también indignaron a los investigadores del SIATA, quienes el viernes 27 promovieron la etiqueta #InvestigadorLocal para mostrar los resultados de sus investigaciones.

Medellín es una de las ciudades latinoamericanas que más ha sufrido con la calidad del aire. Al estar en un valle estrecho, no hay vientos que expulsen los contaminantes. Por eso, la ciudad confía en que el sol caliente el aire para que los contaminantes puedan subir y dispersarse en la atmósfera. Pero durante el mes de marzo, la nubosidad evita que los rayos del sol entren al valle, atrapando los contaminantes.

A lo largo de los años Medellín ha desplegado muchos instrumentos de medición, y hoy el SIATA maneja una de las redes más robustas de calidad del aire en América Latina: 23 estaciones completas, más de 250 sensores de contaminación ubicados en casas de ciudadanos, un radar meteorológico, e incluso medidores sofisticados que discriminan si la contaminación viene de quema de biomasa o de combustibles fósiles.

Además de la instrumentación, la región ha tomado acciones contundentes para mejorar la calidad del aire: en los últimos años Ecopetrol mejoró de forma dramática la calidad del combustible que llega a la ciudad y en 2016 el Área Metropolitana diseñó un Protocolo Operacional para Enfrentar Episodios de Contaminación Atmosférica (POECA) y un Plan Integral de Gestión Calidad de Aire (PIGECA). Para diseñar estos planes, los investigadores contaron con asesorías internacionales de México, Chile, Estados Unidos y el Clean Air Institute. 

En los últimos años, las concentraciones promedio se han venido reduciendo y hasta este año, el POECA (que incluye el pico y placa) había servido para mantener las estaciones sin llegar a niveles que se considera dañino para la población en general. Además de esto, el PIGECA involucra permanentemente a las industrias, los transportadores, los ensambladores y otros actores y empresas para implementar estrategias de reducción de contaminación. Esto ha logrado que concentración promedio de material particulado se haya venido reduciendo de forma sostenida, superando los pronósticos iniciales del mismo plan.

Para los críticos, el tema más álgido son los  inventarios de emisiones. Los estudios muestran que el 82% de la contaminación de la ciudad viene de los vehículos (volquetas, buses carros, camiones, motos) y un 18% de las fuentes fijas (industrias, estaciones de servicio). Para hacer estos inventarios se miden las emisiones de las industrias y se estiman las emisiones de las fuentes móviles. Se consideran 73 categorías de vehículos distintos con variables que incluyen uso, recorrido, tipo de combustible, cilindraje, tipo de motor y antigüedad.  Por eso, entre los investigadores hay certeza sobre el rol que tienen los vehículos en la calidad del aire. Si al efecto de los incendios se les sumaran vehículos en las calles, la calidad de aire sería mucho peor. 

Los investigadores reconocen que aún hay mucho por hacer. Siempre se puede profundizar el conocimiento del problema y plantear nuevas soluciones. “¿Qué quieren traer a alguien más? Claro que traigan al que quieran!” dice  Toro. “Pero a repetir cosas, no. Eso cuesta mucho dinero.” 

Nos comunicamos con la Alcaldía de Medellín para profundizar sobre la posición del alcalde Daniel Quintero pero no obtuvimos una respuesta.

El Alcalde de Medellín es el presidente de la Junta Metropolitana, el órgano decisorio del Área Metropolitana. Ante el mensaje del alcalde el Área respondió en twitter diciendo que haría un estudio nuevo. En una comunicación a El Espectador, expresó que “los estudios solo han tenido en cuenta las principales fuentes de emisión internas, no incluyen otras fuentes de emisión provenientes del exterior.”

Sin embargo, para Toro incluir los incendios en los inventarios no tiene mucho sentido, porque la razón de los inventarios es para hacer gestión y control con los actores. Lo que sí tiene sentido considerar los incendios para los pronósticos, pero esto ya lo hace el Area Metropolitana a través del SIATA.  Los incendios forestales son una de las variables que se consideran al definir el calendario de riesgo de que las estaciones sobrepasen los niveles aceptables, y en el corto plazo el SIATA les hace seguimiento por medio de informes técnicos diarios. Incluso el POECA en su artículo 29 tiene unos lineamientos sobre como proceder ante eventos externos que dañan la calidad del aire como incendios forestales, incendios en fábricas o exceso de pólvora.

En cuanto al contenido específico de los estudios, la comunicación del Área menciona que se deben considerar factores externos y dice que “ante las nuevas situaciones, el avance tecnológico y las actuales condiciones mundiales (COVID19, incendios) si se hacen estudios adicionales van a arrojar resultados complementarios.”

Problemas de gobernabilidad

La desconfianza en los estudios ya ha afectado de forma dramática la gobernabilidad de la calidad del aire en el Valle de Aburrá. Antes de la cuarentena, los alcaldes de los municipios de Girardota e Itagüí decidieron desacatar las medidas del POECA como el pico y placa para vehículos particulares. La posición del alcalde de Medellín agrava esta situación y podría traer consecuencias dañinas para el aire de la ciudad.

“Las declaraciones del alcalde son muy delicadas y ponen en riesgo lo que hemos construido” dice Daniel Carvalho, concejal de Medellín. “También está poniendo en riesgo todas las estrategias que hemos elaborado y las posibles soluciones.” 

Carvalho explica que el POECA es un mecanismo en constante evolución, y dice que es posible modificarlo para incluir variables externas como el tema de incendios. Para él, mejorar el POECA sería el mejor escenario para la región, acompañado de más conocimiento y nuestras estrategias diseñadas con rigor técnico.

Sin embargo, Carvalho expresa su preocupación sobre lo que puede pasar con el estudio independiente: “No sabemos a quién piensan contratar ni con qué objetivo,” dice. La situación es compleja porque muchos gremios han estado en contra de las medidas del POECA. “Uno quisiera que ellos también se apegaran a un rigor científico y propusieran medidas desde sus gremios. No puede ser simplemente echarle la culpa al sector público y pedir, como siempre piden, que se libere la circulación de carros,” agrega.

Además de esto, a Carvalho le preocupa que esta situación lleve a que el SIATA deje de ser un ente técnico y se politice. Esta es una preocupación que comparten activistas de los colectivos ambientales por la calidad del aire. 

Actualmente, en Medellín cursa una acción popular para garantizar una buena calidad del aire. En esta audiencia los funcionarios del Área Metropolitana le entregaron al juez un nuevo inventario emisiones con corte a 2018, donde se estima que el 92% de la contaminación es causada por fuentes móviles, lo que va en contravía de las insinuaciones del alcalde. Este estudio todavía no ha sido publicado y según el Área Metropolitana está en proceso de evaluación, discusión y revisión. 

Después de unas semanas con alta influencia de incendios, la llegada de las lluvias ha mejorado de forma significativa la calidad del aire. Tal vez ahora, sin incendios ni carros, el Valle de Aburrá tendrá todas sus estaciones en verde, lo que evidencia una calidad del aire apta para las personas. Eso es algo que no se ha visto en décadas.

Por Santiago Ortega

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