Ciudades: a barrer el aire

En marzo, Medellín atravesó una crisis ambiental producto de los altos niveles de contaminación atmosférica. En el mundo, casi siete millones de muertes se atribuyen a esta causa.

Camila Taborda/ @camilaztabor
11 de mayo de 2017 - 02:00 a. m.
Debido a las condiciones particulares de Medellín y a los altos niveles de polución, la ciudad ha enfrentado alertas ambientales. / AFP
Debido a las condiciones particulares de Medellín y a los altos niveles de polución, la ciudad ha enfrentado alertas ambientales. / AFP
Foto: EFE - LUIS EDUARDO NORIEGA

Imagine que está encerrado en una habitación. Ha vivido allí siempre, aislado de las temperaturas extremas, respirando el humo que entra por la ventana: una estela negra proveniente de las chimeneas industriales y de los vehículos que se oye pasar en el exterior. Este hollín hizo que sus pulmones fueran los de un fumador consumado, pese a no haber simpatizado nunca con la nicotina. (Lea: Enfermedades relacionadas a daños ambientales cuestan $20,7 billones) 

Así es Medellín. Un valle sobre el que descienden las nubes por la noche para conservar el calor del sol, cerrando la ciudad. En esas horas de sueño, toda la contaminación que se produjo durante el día se concentra en el aire, y al amanecer, los habitantes se enfrentan a un mayor nivel de polución: un peligro invisible por cada bocanada de aire que entra a sus organismos.

Este es el riesgo ambiental para la salud más importante del mundo. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2012 unos siete millones de personas murieron en el planeta como consecuencia de la exposición a la contaminación atmosférica.

La alarma global motivó a que el tercer Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) sea procurar la salud humana y el bienestar. La meta, adoptada por todos los países del mundo, es reducir sustancialmente el número de muertes y enfermedades a nivel global para el año 2030.

¿Por qué está contaminado el aire en nuestro país?

Solucionar la contaminación atmosférica no es fácil. Para Carlos Fernando Cadavid, subdirector del Centro Nacional de Producción Más Limpia y Tecnologías Ambientales de Medellín, explicar el aumento de la polución en Colombia implica considerar una mezcla de factores históricos, culturales y económicos. 

Según el funcionario, las ciudades han ido creciendo de manera poco planificada. “En el ordenamiento urbano del país, las poblaciones suelen expandirse hasta las laderas. Esto crea la necesidad de que los medios de transporte suban a esas zonas altas, y para ello, gastan una mayor dosis de combustibles a la vez que realizan más procesos de combustión”.

Además, afirma Cadavid, habría que sumar la baja calidad del combustible vehicular que se vende en el país. Es decir, todo el proceso de movilización emite una cuota de hollín a la atmósfera. Un gran aporte dentro del coctel de contaminación del aire urbano.

Pero el problema no se queda allí. La polución depende además de otros dos aspectos claves: la falta de tecnologías dentro del parque automotor y la preferencia de los colombianos por movilizarse en automóviles, dejando a un lado alternativas como caminar.

La suma de estos factores es una niebla gris sobre nuestras cabezas. Unas partículas invisibles que, a la luz de un informe del Ministerio de Salud en 2012, fueron las responsables de aproximadamente 5.000 muertes prematuras y casi 65.000 años de vida con salud menguada en el país.

El aire de Medellín puede ser el aire del resto del país

El caso de Medellín ilustra con claridad la problemática de la mala calidad del aire en el mundo. Hay que tener en cuenta que el Valle de Aburrá, este lugar en medio de la cordillera Central de los Andes donde se ubica la ciudad junto con otros 10 municipios, cuenta con unas condiciones geográficas especiales, como si fuera una habitación hecha de montañas.

Además es azotada durante dos períodos del año por contingencias relacionadas con el aire. Entre marzo y abril y de octubre a noviembre, el clima del valle se vuelve lluvioso, lo que potencia la concentración de partículas contaminantes bajo las nubes y desata alertas ambientales cada tanto.

Estas dos características, más otros agravantes, han hecho que la capital de Antioquia ostente el noveno puesto entre las ciudades con más polución de América Latina, una clasificación hecha por la OMS con base en la concentración de material particulado (MP 10 y MP 2,5), los mayores contaminantes del aire en Colombia.

El material particulado de las ciudades es el humo expulsado por diversas fuentes de combustión, como las chimeneas industriales y las emisiones de los vehículos automotores. También, el humo de los fogones de leña y el de los cigarrillos puede incidir en menor medida.

La preocupación que generan estas partículas se debe principalmente a sus tamaños y a los daños que generan en el cuerpo humano. Las MP están clasificadas según su diámetro: tienen desde una hasta 100 micras, la dimensión del calibre de un cabello.

Ahora bien, las más gruesas se quedan atrapadas en las fosas nasales durante la inhalación. Pero, y aquí viene lo alarmante, las partículas de diámetro menor a 10 atraviesan el filtro de la nariz y llegan hasta los bronquios. Mientras que las más finas, de 2,5 micras o menores, alcanzan a llegar a los alveolos pulmonares: el puente entre el aire y la sangre.

Elkin Martínez López, epidemiólogo de la Universidad de Antioquia, se ha dedicado a evaluar la influencia del aire en las enfermedades de la población paisa. Para él, hay dos formas en las que el humo perjudica los organismos. Una lenta y silenciosa, como un cáncer de pulmón o la enfermedad de obstrucción pulmonar. La otra, una trombosis o infarto cardíaco a causa de una inhalación durante la exposición alta a MP 2,5; una manera súbita y enigmática. (Lea: ¡Ojo! La contaminación del aire puede entrar en el torrente sanguíneo) 

En Medellín, el 80 % del MP 2,5 es producido por el parque automotor: camiones, volquetas, buses, motos de cuatro tiempos y otros vehículos. Y el otro 20 % corresponde al humo del sector industrial. En las mañanas, cuando las nubes aún encapotan el cielo, la concentración de los contaminantes aumenta debido a su acumulación durante la noche y a la temprana movilización y funcionamiento de las dos causas del problema. 

López asegura que la acumulación de estos contaminantes durante las primeras horas del día puede ascender hasta 10 veces más de lo recomendado por la OMS. La marca internacional determina que la exposición a estas partículas no debe superar los 10 microgramos por metro cúbico al día. Exponerse a una mayor concentración tendría consecuencias inevitables en la salud.

Todo ese hollín de la atmósfera provoca anualmente “mil muertes a causa de enfermedad pulmonar crónica, 500 por cáncer de pulmón y se estima que unas 1.500 fallecen por enfermedad cardiovascular provocada por el ingreso a la sangre de los gases tóxicos. Es decir, cada tres horas ocurre un deceso debido a la contaminación del aire en la ciudad”, ha precisado el investigador, quien lleva 30 años tras estos datos.

¿Qué hacer ante semejante realidad?

En el complejo deportivo que rodea el estadio Atanasio Girardot, en Medellín, se eleva una torre de control parecida a la de los aeropuertos pequeños. Es el edificio del Sistema de Alerta Temprana del Valle de Aburrá (Siata), la estación central de vigilancia de la calidad del aire y el estado meteorológico de la ciudad.

En las otras estaciones, distribuidas por todo el valle, sensores y filtros miden la concentración del material particulado dentro de un radio. La evaluación del aire sucede en la mañana, en revisión de los datos del día anterior. Luego, esta información se envía en tiempo real a la torre Siata, donde es analizada por unos computadores con el fin de predecir las próximas 24 horas.

Esta fue una de las estrategias del riguroso plan contra la contaminación ambiental propuesto por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y la Alcaldía de Medellín hace una década. El sistema está compuesto por 18 estaciones automáticas, 11 estaciones manuales fijas y dos más transportables que vigilan los niveles de polución mediante sensores y filtros.

Cuando se detecta un excedente de material particulado, el Siata arroja una alerta diferenciada por colores y gravedad de la exposición. Luego pone en funcionamiento acciones relacionadas con la congestión vehicular, recomendaciones ciudadanas y medidas que las autoridades deben tomar durante la contingencia, por ejemplo, un pico y placa ambiental.

Desde el año pasado, los resultados del sistema son de libre acceso gracias a una app del Siata. En el programa puede verse cómo están las estaciones con respecto a los contaminantes críticos. “Quisimos hacerlo así porque las condiciones de calidad del aire son un uso de bien común y entre los roles que desempeñes en la sociedad, con base a estos datos, puedes cuidarte a ti y también al otro”, señala María del Pilar Restrepo, subdirectora ambiental del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

Ser consciente del problema de la contaminación ambiental significa presumir que el aire que lo rodea puede hacerle daño. Imagine que está encerrado en la misma habitación. Ha vivido allí siempre: tiene una máscara antipolución en el cajón de noche, puede acceder a gráficos que indican en qué momento está rodeado de un mayor nivel de contaminación y decidir con esta información si exponerse o no, si hacerse daño o no. Ajusta las ventanas y decide salir en bicicleta, andando sobre la vía por la que antes se escuchaban los carros.

Por Camila Taborda/ @camilaztabor

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