¿Cómo reciclar un carro?

Tres mil piezas, aproximadamente, pueden ser rescatadas de un vehículo que ya llegó al final de su vida útil. Este proceso comienza a tomar fuerza en el país.

Esteban Dávila Náder/@EstebanDN
31 de agosto de 2017 - 03:37 a. m.
La cabina de un Mitsubishi L200 Sportero pasa por el proceso de corte antes de ser almacenada en el contenedor de acero. / Fotos: Mauricio Alvarado
La cabina de un Mitsubishi L200 Sportero pasa por el proceso de corte antes de ser almacenada en el contenedor de acero. / Fotos: Mauricio Alvarado
Foto: MAURICIO ALVARADO

No es un secreto para nadie que, aunque útiles y necesarios, los autos se encuentran entre los objetos de uso diario que más contaminan el planeta. Lo que, quizá, muchos no han considerado es que estos no solo lo hacen con las emisiones de sus combustibles mientras se encuentran en uso, sino que también lo hacen cuando llegan al final de su vida útil, sea por edad, fallas mecánicas irreversibles o accidente.

Cuando llega este momento, las opciones del vehículo son sólo tres: el abandono a la intemperie, que es muy común –la página de Facebook “Carros abandonados en Colombia” ha detectado cerca de 4.000–, la desintegración total en las siderúrgicas del país o el proceso de reciclado y aprovechamiento de partes funcionales, llevado a cabo por empresas como Cesvi Colombia o la aseguradora Suramericana.

“Cuando los propietarios prefieren perderlos totalmente, los abandonan en potreros. Allá pueden presentar fugas que hacen filtración en la tierra, esto puede producir pérdida total de la fertilidad del suelo y contaminación directa e inmediata del agua”, comenta sobre esta opción Daniela Quiroga, quien se desempeña como soporte ambiental de la iniciativa de reciclaje de Cesvi.

Por su parte, Ferned Castellanos, coordinador de operaciones de Cesvi Repuestos, la dependencia que se encarga del proceso de aprovechamiento, comenta que el viaje a la siderúrgica tampoco es el más idóneo. “El vehículo entra completo a incineración y se desaprovechan cierta cantidad de piezas que todavía son útiles”, generando un mayor gasto de recursos. No obstante, explica, esta es la opción más común por ser un proceso más rápido.

Es que el trámite para comenzar el reciclaje de un vehículo puede ser largo y tedioso para una aseguradora. Primero hay que saber que a este proceso solo llegan los carros que han estado involucrados en accidentes de tránsito y que fueron declarados como pérdida total y a los que se les puede cancelar la matrícula. Para esto último es necesario que la policía suba el Informe Policial de Accidente de Tránsito (IPAT), al Runt. Si no lo hacen, el auto pasa directo a la siderúrgica.

Después de esto, la llegada de los carros a Cesvi depende de si los mismos están involucrados en temas de lesiones físicas relacionadas con el accidente o en procesos en la Fiscalía. Hasta que estos se solucionan, los vehículos quedan guardados en patios, donde pueden llegar a contaminar si no se toman precauciones.

Con todo solucionado, siete de las aseguradoras del país le envían un listado de vehículos a Castellanos, quien coordina el transporte de los carros desde la ciudad en la que estén hasta las instalaciones de Cesvi a las afueras de Bogotá. Allí comienzan el proceso de reciclaje con una descontaminación profunda.

“Se montan los vehículos en un elevador y se conectan mangueras a los puntos de la gasolina o ACPM, el aceite, el líquido refrigerante y el de frenos. Con gravedad caen en isotanques y luego se cargan en camiones para irse a proceso de disposición o celdas de seguridad”, explica el coordinador. Agrega Quiroga que estos residuos son tomados por un grupo de químicos de la Universidad Nacional y por Santoro, que a través de procesos de destilado los hacen reutilizables.

Durante este proceso también son retirados los cinturones de seguridad, las bolsas de aire y los catalizadores, que por motivos de seguridad y dependiendo del material del que están hechos son dispuestos con empresas gestoras que los reciclan, para que no vuelvan a ser utilizados.

Una vez descontaminados los vehículos, se les da un número de identificación que determina su estado y el tiempo que llevan en los parqueaderos de Cesvi, con lo que se hace la programación de desarme. En la actualidad la empresa tiene capacidad instalada para desarmar 15 vehículos a la semana, en procesos que pueden tomar entre seis y siete horas por unidad.

Para ello cuentan con tres parejas de mecánicos, en las que uno se encarga de rescatar las partes exteriores y mecánicas, y el otro todo lo interior. Lo primero que se hace es desmontar las puertas, de allí en adelante lo que se pueda salvar depende del nivel de daño y la antigüedad del carro, aunque según Castellanos, la mayoría de choques que les llegan son frontales, por lo que las partes laterales, traseras e internas suelen estar en buen estado.

Lo que más rescatan, advierte, son las puertas, la caja de cambios, las suspensiones y el guardafangos trasero. “Las sillas y los volantes en un porcentaje medio, precisamente por el tema de antigüedad”, comenta el experto. Agrega que hay que ser especialmente cuidadosos con el motor: “tiene un serial que lo identifica con el vehículo en el que venía. Como no se puede reutilizar, perforamos el bloque para luego disponer de él ambientalmente y lo separamos de partes que si pueden ser útiles, como el cigüeñal, el alternador, los pistones y la culata, entre otros accesorios”.

Así, lo bueno se separa de lo malo, pasa a clasificación (hay cerca de 3.000 partes diferentes) y etiquetado para subirlo a la página de Cesvi Repuestos, donde son comercializados con precios competitivos respecto a lo que se puede conseguir en concesionarios y talleres del país. “Tenemos partes de automóviles, motos, vehículos públicos, motos y camiones”, apunta Castellanos, quien dice que tienen buena rotación en el mercado.

Por otra parte, los residuos que no fueron rescatados como acero, llantas, aluminios, textiles, electrónicos, baterías y vidrios son separados, cortados, dispuestos en contenedores y entregados a gestores ambientales especializados en tratarlos para darles un segundo uso.

El acero, por ejemplo, se le vende a Diaco a un precio preferencial. Esta compañía lo funde y lo reutiliza como materia prima para sus productos. Las llantas por su parte, son entregadas a iniciativas como Rueda Verde de la Andi y posteriormente son entregadas a cementeras que las muelen y usan el material como combustible para sus calderas. Las baterías son tomadas por MAC, que recicla las partes para seguir fabricándolas y los electrónicos “entran a programas de posconsumo donde los dispositivos funcionales se usan en programas de educación para personas con déficit auditivo y visual”, explica Daniela Quiroga.

A junio de 2017 Cesvi, que arrancó con esta iniciativa en 2009, junto con sus aliados ha recibido 3.632 vehículos y 107.974 piezas, aprovechado 398.213 kilos de recursos y dispuesto 97.267 kilos de residuos peligrosos. En resumen se trata de una iniciativa donde la responsabilidad social y el provecho económico se encuentran para beneficio de los colombianos, algo que en el mundo se conoce como negocios sostenibles.

Por Esteban Dávila Náder/@EstebanDN

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