De sobras de café a un jardín de mariposas

La Universidad de Antioquia se propuso transformar en abono 21 toneladas de la borra de café que se produce en el campus. A la par, está creando un mariposario con plantas que se alimentan de este residuo.

María Mónica Monsalve S. @mariamonic91
26 de agosto de 2019 - 02:00 a. m.
La meta del proyecto Gestión Integral de Residuos Orgánicos es aprovechar las 21 toneladas anuales de borra de café que produce la universidad. / U. Antioquia
La meta del proyecto Gestión Integral de Residuos Orgánicos es aprovechar las 21 toneladas anuales de borra de café que produce la universidad. / U. Antioquia

La idea surgió, curiosamente, de una conversación tomando café. Catalina Ossa, ingeniera ambiental y parte del grupo de investigación Aliados por el Planeta, de la Universidad de Antioquia, escuchó que en el campus estaban encartados con la borra del café. A pesar de que la universidad tiene una planta de compostaje, no siempre daba abasto, y Bienestar Universitario no sabía muy bien qué hacer con las sobras que quedan cuando se prepara tinto.

Desde que hizo el pregrado, Ossa se ha enfocado en encontrar maneras sostenibles de aprovechar los residuos, sobre todo los orgánicos. Y tras varios ensayos, apuestas e intentos con el grupo de investigación, logró optimizar lo que llama “pacas biodigestoras”. Se trata de un método sencillo: “Imagine un cubo de azúcar, pero de un metro cúbico”, comenta. “En el centro va metida toda la borra del café y otros residuos orgánicos que se producen en las cafeterías, y en el exterior se pone hojarasca, que funciona como un biofiltro protector”. Así, de forma simple, el material se biodegrada solo y se convierte en abono en cuatro o seis meses.

La meta del proyecto, al que han bautizado Gestión Integral de Residuos Orgánicos —o mejor, Giro Sostenible—, es aprovechar las 21 toneladas anuales de borra de café que, estiman, se pueden llegar a desechar en el campus de la universidad. Desde que empezaron a funcionar en marzo de este año ya han transformado en abono cinco toneladas de hojarasca, cinco toneladas de borra de café y cinco más de desechos orgánicos.

“Son buenos números, pues, aunque desde marzo empezamos a capacitar a los operarios de cafeterías para separar desde la fuente y a los que deben hacer rutas de recolección selectiva, las pacas apenas las estamos construyendo juiciosamente desde hace dos meses”, cuenta Ossa.

Pero el proyecto no para ahí. En cada una de las pacas que están haciendo, y a la par que los desechos se van convirtiendo en abono, cultivan plantas que atraen y alimentan a las mariposas. De a poco están formando un jardín de mariposas que, con el tiempo, esperan convertir en una especie de “aula viva” u observatorio ambiental para que las personas visiten. Ossa tiene grandes planes en mente para este espacio: aumentar los paneles solares que ya tienen, crear colmenas, medir las lluvias y analizar la calidad del aire. Eventualmente, cree, podrían vender a los estudiantes el abono que no usen dentro del campus universitario. “Por esto lo llamamos Giro, porque se trata de una gestión integral”.

Saber cuántos desechos orgánicos están dejando de llegar a algún relleno gracias a la iniciativa no es fácil. Pero Ossa lanza un cálculo: “Con la construcción de 168 pacas se lograrían tratar, más o menos, 64 toneladas de residuos orgánicos que se producen cada año en el campus”. Es decir, estas 64 toneladas no se convertirían en basura y pasarían a ser más de 40 toneladas de abono orgánico.

“Aunque las pacas biodigestoras existen, somos la primera entidad generadora de muchos desechos que los está aplicando dentro de un plan integral”, cuenta. Es más, en el 2016, cuando la iniciativa ni siquiera estaba del todo sembrada en su mente, viajó a México para socializar la viabilidad de las pacas digestoras. Hoy se atreve a decir que se trata de un proyecto ambiental con grandes virtudes. Como lo explica, las universidades no pueden dejar la educación ambiental relegada a las aulas, dentro de cuatro paredes. Es necesario que sean coherentes en la práctica con lo que enseñan desde la cátedra.

Por María Mónica Monsalve S. @mariamonic91

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