El mapa de primates que 120 personas ayudaron a construir

Bajo una iniciativa de ciencia ciudadana, la Asociación Primatológica Colombiana y el proyecto Biomodelos del Humboldt publicaron el atlas de distribución de 43 especies. Quieren lanzar una política nacional para protegerlos.

María Mónica Monsalve S.
03 de enero de 2018 - 01:53 a. m.
Mono tití cabeciblanco, que habita en los bosques del noroccidente de Colombia. / Flickr Marc32
Mono tití cabeciblanco, que habita en los bosques del noroccidente de Colombia. / Flickr Marc32

Aunque Colombia es el sexto país con mayor riqueza de primates en el mundo, cada vez que los expertos acudían a un mapa para identificar cómo se distribuían las especies se encontraban con un mar de vacíos. Los datos eran insuficientes, estaban repetidos o no correspondían a la realidad. La última vez que alguien se puso en la tarea de recopilar toda la información sobre estos animales fue en el 2007, cuando el primatólogo estadounidense Thomas Defler actualizó su libro Primates de Colombia. Desde entonces, toda la información nueva estaba dispersa.

Este problema preocupaba a dos grupos: la Asociación Primatológica Colombiana (APC), por claras razones, y los miembros del equipo de Biomodelos del Instituto Humboldt, quienes tenían el objetivo de crear un atlas virtual para conocer la ubicación exacta de determinadas especies del país, entre ellas los primates. Fue así como, hace dos años y por primera vez, unos y otros terminaron reunidos hurgando sobre la información disponible. Su idea era actualizar al máximo los mapas de distribución de 43 especies que habitan en Colombia.

Lo primero que hicieron fue descargar toda la información que estaba disponible en GBIF, una base de datos mundial de biodiversidad con más de 963’859.824 registros para todas las especies. Con esta información corrieron el biomodelo, una herramienta matemática que toma los puntos donde se ha registrado la especie y, según ciertas variables, como clima, precipitación, cobertura y temperatura, infiere en qué otras partes del país pueden estar. “Lo que hace es convertir puntos en áreas”, explica Jorge Velásquez, biólogo del Instituto Humboldt y creador de la plataforma.

Lo curioso fue que cuando sometieron estos primeros mapas a revisión de los expertos de la APC, se dieron cuenta de que muchos datos eran incoherentes. Por esto, liderados por Luis Francisco Henao, estudiante del Laboratorio de Ecología de Bosques Tropicales y Primatología de la Universidad de los Andes, la APC se puso en la enorme tarea de recolectar todos los registros posibles. Sacaron las libretas de campo que habían olvidado en sus escritorios, esculcaron entre las tesis de sus estudiantes y abrieron una convocatoria pública para que científicos y no científicos alimentaran la nueva base de datos.

“Principalmente buscábamos literatura gris, la que nunca ha salido a la luz pública porque uno no puede publicar un artículo de un solo dato”, comenta Henao. Así, entre tablas de Excel, citas por Skype y miles de notas, lograron recolectar 3.587 registros entre 127 personas y 27 organizaciones. Ya con esta información en mano volvieron a correr el biomodelo varias veces, alimentándolo con los registros que llegaban, cruzándolo con otros datos y cambiando los polígonos hasta tener 43 mapas que serían lo “más cercano a la realidad”.

“Lo más lindo de este proyecto es que se trató de ciencia ciudadana, abierta y transparente. Colaboraron personas de varias partes del mundo, que no son científicos, así como expertos, quienes usualmente tienen el celo de no compartir su información”, agrega Henao.

Los mapas, que son públicos y se pueden encontrar en la página biomodelos.humboldt.org.co, arrojaron varios resultados inesperados. Por ejemplo, como señala Henao, confirmaron que en la serranía de San Lucas, a los 1.800 metros sobre el nivel del mar, hay churucos (Lagothrix lagothricha) y monos araña (Ateles). Algo de lo que se tenía sospecha y que indica que estos bosques son muy productivos, pues ambas especies suelen competir por los mismos recursos.

Más allá de decir dónde están o no las especies, los mapas, al cruzarse con coberturas de bosque, dan unas primeras pistas de por dónde empezar a conservar para que los primates sobrevivan. Una información con la que ya se empieza a cocinar el Plan Nacional de Conservación de los Primates, que podría ser una realidad el próximo año.

Por María Mónica Monsalve S.

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