El pesticida que mata a las abejas del mundo

Dos nuevas investigaciones demostraron que los neonicotinoides usados por la agricultura amenazan la supervivencia de las abejas silvestres y de sus colonias.

Redacción Medio ambiente
30 de junio de 2017 - 10:34 p. m.
La población de abejas se ha reducido dramáticamente alrededor del mundo por factores diversos como la disminución de sus hábitats y el uso de insecticidas.  / Pixabay
La población de abejas se ha reducido dramáticamente alrededor del mundo por factores diversos como la disminución de sus hábitats y el uso de insecticidas. / Pixabay

La noticia causó revuelo. Greenpeace, la organización defensora del medio ambiente, le pidió a la Unión Europea tomar medidas sobre la información publicada en la revista científica Science en la próxima reunión de su Comité Permanente, el 19 y 20 de julio. La industria fitosanitaria -que queda mal parada en el estudio- pidió hacer investigaciones más extensas y detalladas. Dijeron que el problema era más complejo de lo que mostró la publicación.

Bayer y Syngenta, los gigantes de la industria de los agroquímicos que pusieron los tres millones de dólares que costó la investigación, negaron los resultados. Expresaron “serias dudas” sobre la interpretación que los científicos pagados con su propio dinero hicieron. La calificaron de “simplista” e inconsistente. Richard Schmuck, director de seguridad medioambiental de Bayer CropScience, dijo que la compañía no apoya los resultados y “continua segura de que los neonicotinoides son seguros si se usan de manera responsable”.

Pero la investigación, que se adelantó en 33 cultivos de plantas de canola de Alemania, Reino Unido y Hungría, habló claro: los neonicotinoides, que representan un cuarto del negocio de pesticidas a nivel global, perjudica la supervivencia de las colonias de abejas, y además, sugiere que los múltiples químicos usados en cultivos y campos de flores crean un coctel tóxico para estos animales.

Si bien los efectos de los pesticidas sobre la salud de las abejas ya eran conocidos, esta es la primera vez que se miden por fuera de las paredes de un laboratorio. Además, respecto a las abejas salvajes, solo existía información sobre estos efectos nocivos por episodios concretos y evidencia incidental.

El estudio comparó abejas que viven en los campos de monocultivo de canola tratados con los insecticidas, con otras viviendo que campos en donde los insecticidas no fueron usados durante todo el año que los investigadores se tardaron hacienda el estudio. Para hacer el monitoreo, los investigadores le ponían un radar a cada abeja para saber cuándo abandonaba y regresaba a la colonia, así como para saber cuándo se desactivaba, lo que significaba que la abeja probablemente había muerto.

Tras un año de seguimiento, los investigadores encontraron que en Hungría y Reino Unido, las colonias de abejas se redujeron tras ser expuestas a los insecticidas, efectos visibles en la primavera, cuando las flores de canola florecen y se extrae la semilla con la que se hace el aceite.

En Hungría, los efectos negativos se extendieron hasta el invierno, lo que significó colonias un 24% más pequeños en la siguiente primavera. “Estos resultados señalan que los neonicotinoides generan una reducción en la capacidad de las distintas especies de abejas para establecer nuevas poblaciones en el año siguiente a la exposición”, se lee en el paper académico.

Y, ¿qué pasó con Alemania, en donde los resultados fueron positivos? Según los autores de la investigación, lo que pasó en ese país es que las abejas no se alimentaban tanto de la flor de la canola, lo que redujo su exposición a los pesticidas. De hecho, mientras en los otros dos países la dieta de las abejas dependía entre un 45 y un 50% de los cultivos de canola, en Alemania ese número era del 15%. Y si bien sus colonias sobrevivieron mejor, tanto como en los otros dos países, el éxito reproductivo de las abejas se vio afectado.

El profesor Richard Pywell, quien hizo parte de la investigación desde el Centro para la Ecología y la Hidrología del Reino Unido (CEH, por sus siglas en inglés), señaló que la investigación prueba “los significativos efectos de estos productos en etapas clave del ciclo vital de las abejas. Esta es una gran e importante pieza de evidencia que los reguladores de estos pesticidas deberían tener en cuenta a la hora de legislar”, explicó Pywell.

Y es que si bien en la Unión Europea todavía no se han tomado medidas unificadas respecto a los pesticidas con estas sustancias, existe una creciente preocupación por el asunto. Allí, el uso de este tipo de pesticidas está prohibido en cultivos de flores. No obstante, ante el Parlamento Europeo hay una propuesta para prohibir su uso en todas las actividades agrícolas.

Aguas y campos silvestres también estarían contaminados

Un segundo estudio, también publicado en Science pero adelanatdo en campos de maíz en Canadá, demostró que estos cultivos no eran los principales responsables de los neonicotinoides que intoxicaron a las abejas. En cambio, el polen contaminado provino de flores silvestres.

“Esto muestra que los neonicotinoides, que son solubles en agua, se riegan desde los cultivos hacia los alrededores, donde es absorbido por otras plantas que son muy atractivas para las abejas”, explicó Nadia Tsvetkov, profesora de la Universidad de York en Canadá y directora de este segundo estudio.

Además, se probó que la presencia de fungicidas -muy usados en monocultivos- duplica el efecto tóxico de los neonicotinoides. La profesora Valérie Fournier, quien también hizo arte de esta segunda investigación, puntualizó: “Este estudio demuestra que la mezcla de pesticidas que ocurre en el mundo real, importa”.

 

Por Redacción Medio ambiente

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