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El Río Lebrija pierde sus peces

La carga contaminante de Bucaramanga está acabando con la pesca de los municipios de Sabana de Torres, Rionegro y Cimitarra.

Karen Tatiana Pardo Ibarra
14 de mayo de 2015 - 03:09 a. m.
Desde hace más de dos décadas se viene presenciando mortandad de peces en el río Lebrija. / Panoramio
Desde hace más de dos décadas se viene presenciando mortandad de peces en el río Lebrija. / Panoramio

Las principales ciudades del país han venido acabando con sus ríos. En Bucaramanga, El Río de Oro, principal afluente de la capital de Santander, se ha convertido en depósito de basuras, animales en descomposición, materia fecal, veneno, elementos químicos y materiales de construcción. En sus aguas terminan agroquímicos, residuos de construcción,  aceites y detergentes producidos por las industrias.
 
Desde hace varios años estas aguas comenzaron a afectar al Río Lebrija. Las largas temporadas de verano, seguidas de fuerte lluvias que arrastran los desechos del área metropolitana, han generado continuos episodios de mortandad de peces que alteran la economía de los  pescadores de municipios aledaños como Sabana de Torres, Rionegro y Cimitarra.
 
Sin embargo, las autoridades ambientales esperan que cuando empiecen a trabajar simultáneamente tres Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR)  la recuperación de los afluentes sea más rápida y por ende, estos episodios desaparezcan. 
 
La Red de Monitoreo de la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CDMB) a advertido que el Río de Oro, en el que alguna vez se bañaron los santandereanos sin ninguna preocupación y nace cristalino en la quebrada Santa Rita, está convertido en una gigantesca cloaca que diariamente recibe 38,5 toneladas de sólidos orgánicos del área metropolitana, generando malos olores, enfermedades respiratorias, de piel, y dengue hemorrágico producto del zancudo que ronda en sus negras aguas.
 
Reducir su nivel de contaminación no es una tarea sencilla ni rápida, mucho menos si solo está en funcionamiento la planta de ‘Río Frío’ que trata el 100% de las aguas residuales de Floridablanca y un 10% de Bucaramanga. La idea es  modernizarla con nueva tecnología que ayude a mitigar los fuertes olores que genera y, al mismo tiempo, aumentar su capacidad de 500 l/s a 1.000 l/s.
 
Para acelerar el proceso, también está en construcción la PTAR ‘El Santuario’ que se espera empiece a funcionar a finales de este año gracias a una inversión de $6.800 millones que hizo la Cdmb. Esta tratará el 100% de las aguas sanitarias del municipio de Piedecuesta y las devolverá al río con un 80- 95% de purificación. Adicionalmente, se está estudiando la construcción de la PTAR ‘Río de Oro’ que trataría el 100% de las aguas negras de Girón y el resto de Bucaramanga.
 
Según Ludwing Uribe, ingeniero civil ex funcionario de CDMB y EMPAS, el bajo sistema de tratamiento de los vertimientos existentes está generando un deterioro grave del Río de Oro, especialmente en su confluencia final con el Río Suturará y la formación del Río Lebrija. “El objetivo de la autoridad ambiental es reducirlo paulatinamente en los próximos diez años, en la medida que se den las mejoras constructivas, de optimización y ampliación de capacidad de las PTAR”, afirma.
 
Por ahora, el Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB) ha identificado 5 puntos de vertimientos con “mala calidad” del agua y 27 con calidad “mala”. Según Víctor Moreno Monsalve, subdirector ambiental de la AMB, “posiblemente sea necesario construir más plantas para acelerar la recuperación del río ya que hay zonas en las que el nivel de oxígeno es cero por lo que no hay absolutamente nada de vida”, comenta.
 
Mientras todo esto ocurre, la mortandad de peces sigue afectando a los municipios aledaños desde hace más de veinte años. Incluso algunos pescadores cuentan que recogen los peces muertos que llegan en grandes cantidades para luego venderlos ya que el bocachico, bagre, dorada, arenca y picúa están desapareciendo paulatinamente. 
 
“Esta situación nos va a dejar en la pobreza porque la pesca ya no es suficiente para subsistir, tenemos que buscar trabajos en la minería artesanal o la construcción para poder alimentar a más de 2.000 familias que nos vemos afectadas. La última mortandad la tuvimos fue el 22 de febrero y la anterior fue a finales de enero por lo que cada vez es más preocupante”, comenta  Miguel Antonio Botías, secretario de la asociación de pescadores de Lebrija.
 
Buscando soluciones, los pescadores le propusieron a las autoridades realizar un plan para la recuperación de caños, quebradas y humedales donde ellos fueran los protagonistas. “Nos encargaríamos del saneamiento del río removiendo los residuos sólidos para que lo peces puedan refugiarse. Sin embargo, no hemos recibido respuesta y la Cdmb sigue siendo muy esquiva”.
 
Mientras tanto, el Grupo Élite Ambiental (GEA) liderado por Pedro Cucua, afirma que han “abordado a algunos pescadores” para poder conocer su situación y han sembrado “nuevas especies de fauna para que los habitantes puedan continuar con su actividad piscícola sin grandes afectaciones”. Sin embargo, reitera que es una problemática que se irá solucionando cuando las tres PTAR trabajen simultáneamente.
 

Por Karen Tatiana Pardo Ibarra

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