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"Esfuerzo de guerra" para salvar la Amazonia

Un estudio que recopila más de 200 investigaciones concluye que no es suficiente reducir a cero la deforestación sino que hay que recuperar miles de kilómetros devastados.

Pablo Correa
05 de noviembre de 2014 - 03:39 a. m.
La deforestación en todo el Amazonas equivale a dos veces la superficie de Alemania. / AFP
La deforestación en todo el Amazonas equivale a dos veces la superficie de Alemania. / AFP
Foto: Biosphoto - Theo Allofs

En los últimos 40 años fue destruida un área de la selva amazónica equivalente a dos veces la superficie de Alemania (763.000 km² de selva). Esto significa que se talaron 2.000 árboles por minuto. El espacio de selva despejado a punta de motosierra, hacha, serrucho y maquinaria pesada corresponde al mismo que ocuparía una carretera de dos kilómetros de ancho desde la Tierra hasta la Luna.

Antonio Nobre, uno de los científicos que mejor conocen el comportamiento de la Amazonia y quien acaba de publicar un informe que recopila las 200 investigaciones más importantes sobre esta gran selva, no duda en advertir que ya no es suficiente pensar en reducir a cero la deforestación. Nobre cree que es necesario un “esfuerzo de guerra” que implique el fin de la tala de árboles y también replantar selva para recuperar grandes áreas devastadas.

“Tenemos que unirnos como hicieron los aliados durante la Segunda Guerra Mundial”, comentó Nobre al presentar el informe El futuro climático de la Amazonia. “Es necesario que los gobiernos del mundo, los empresarios y las élites se junten como lo hicieron en la crisis de 2008: en 15 días encontraron miles de millones de dólares para salvar el sistema bancario. Hay que hacer lo mismo para evitar el abismo climático y salvar a la humanidad, y eso no sería tan caro”.

Dato a dato, Nobre explica cómo los científicos han intentado desentrañar el rol que juegan las selvas tropicales en el equilibrio del clima planetario, desde la fascinación que generaron en Alexander von Humboldt hasta ecólogos y geofísicos modernos.

Uno de los trabajos citados por Nobre corresponde al investigador Eneas Salati, quien hacia 1970 planteó que este inmenso océano verde era responsable de los patrones de lluvia hasta 3.000 kilómetros continente adentro.

Más tarde, gracias a la instalación de laboratorios, instrumentos, torres de medición y sistemas satelitales fue posible confirmar esa primera aproximación y ampliarla hasta determinar que la selva bombea a la atmósfera 20.000 millones de toneladas de agua al día. “Ríos voladores”, fue el concepto con el que los investigadores intentaron explicar esa enorme masa de agua que los árboles lanzan sobre nuestras cabezas. Un solo árbol es responsable de bombear unos 1.000 litros de agua.

“Es un trabajo innovador porque revela los secretos que hacen de la Amazonia un sistema único en el planeta: exporta humedad, a través de ‘ríos voladores de vapor’ de agua, que son corrientes de humedad que esa masa de árboles coloca en la atmósfera, llevando lluvias al sureste, el centro-oeste y el sur de Brasil, y también a otras regiones de Bolivia, Paraguay, Argentina, a miles de kilómetros. El problema es que estamos destruyendo la fuente de esos ‘ríos voladores’”, explicó Nobre en entrevista a la agencia AFP.

Esa bomba de agua explica por qué no hay desierto ni huracanes al este de los Andes. Un equilibrio que ha comenzado a perderse por la deforestación acumulada. Diversos modelos han demostrado que en las zonas donde se reemplaza la selva por pastos las temperaturas locales pueden aumentar hasta 2,5 °C y las lluvias se reducen hasta en 30%. La suma de todo este conocimiento hace pensar a los científicos como Nobre que la sequía excepcional por la que hoy atraviesa la región sureste de Brasil, especialmente São Paulo, puede ser un síntoma de esa destrucción.

La Amazonia se extiende por 6,9 millones de kilómetros cuadrados entre Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Surinam, Venezuela, Guyana y la Guyana Francesa. El 60% se encuentra en territorio brasileño.

Gustavo Galindo, uno de los encargados del sistema de monitoreo de bosques de Colombia del Ideam, explica que los panoramas de deforestación en cada país son una variable a tener en cuenta. “Son panoramas distintos. En Brasil ha habido deforestación planificada, legal, a través de permisos de aprovechamiento y extracción. En Colombia se ha dado principalmente a través de parches de hasta 10 hectáreas que tienen también un efecto significativo”.

Con un cambio de política, Brasil ha logrado reducir la deforestación de 27.000 km² por año a 4.000 km². Colombia, por su parte, con aportes principalmente de países europeos, busca reducir para 2020 la tasa neta de deforestación a cero.

El problema, de acuerdo con Nobre, es que el gran esfuerzo puede no ser suficiente y lo que se necesita es ir más allá, hasta devolver a la selva buena parte del territorio arrebatado. No por un capricho ecológico sino porque el resto del territorio continental depende de las lluvias y la biodiversidad que provee la selva.

* Amenaza al parque los Picachos

Parte del trazado del oleoducto Pacífico SAS contempla la construcción de un  tramo que atravesaría el Parque Nacional de los Picachos, en el municipio de San Vicente del Caguán; así lo denunció ayer el portal web de La Silla Vacía.

A pesar de las restricciones constitucionales que prohíben la intervención de estas áreas naturales, la compañía petrolera solicitó a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales que evaluara la alternativa de desarrollar el oleoducto Tapir, que contribuiría a la intención del Gobierno y las petroleras de exportar crudo por el océano Pacífico hacia países asiáticos.

 Actualmente el proyecto está parado debido a la rotunda oposición manifestada por Parques Nacionales. No obstante, las intenciones de la petrolera continúan y la próxima semana se reunirá con el ministro de Ambiente para discutir la petición.

El gerente del proyecto le expresó a La Silla Vacía que a pesar de los obstáculos jurídicos que presenta el proyecto, la iniciativa no la descartan y esperan llegar a una solución que beneficie a todas las partes.



pcorrea@elespectador.com

@pcorrea78

Por Pablo Correa

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