Son esas alarmas, justamente, las que hicieron posible el primer Taller Regional para la Conservación del Cóndor andino, que se está llevando a cabo en Lima desde ayer y se prolongará hasta el 9 de mayo. En él están reunidos representantes de Chile, Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia, con un único objetivo: crear una estrategia que cobije a los seis países y que permita preservar esta especie antes de que sea demasiado tarde.
Además, de acuerdo con el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), este encuentro permitirá “establecer una metodología estandarizada para estudiar y medir la población de cóndores andinos en la región, ya que hasta el momento no se conoce con precisión los lugares con mayor número de ejemplares”.
Según el mismo Sefor, la situación del cóndor, que con 3,15 metros de envergadura es una de las aves de vuelo de mayores dimensiones, cada vez parece más dramática. El número de individuos está bajando con rapidez debido, principalmente, a las falsas percepciones de los pobladores de la zona andina. Muchos creen, por ejemplo, que ataca el ganado, cuando solo es una ave carroñera que se alimenta de animales muertos. Otro factor que amenaza su supervivencia es la comercialización de sus plumas y el uso de ejemplares en algunas fiestas tradicionales.
En el caso de Colombia, tal y como lo registra la Universidad Icesi, es probable que la población de cóndores no supere los 60 individuos. La mayoría están ubicados en los páramos y bosques altoandinos de la Sierra Nevada de Santa Marta. Hay también otras pequeñas concentraciones en el volcán Chiles, en la serranía del Perijá, en Táchira (Norte de Santander), en el nevado del Huila y en el Macizo Colombiano. Además, aunque en menor medida, existen cóndores en cercanías al nevado del Cocuy y al volcán del Puracé.
Sin embargo, la distribución geográfica de esta ave se ha ido reduciendo con el paso del tiempo. Si bien hace unas décadas se lograba ver poblaciones desde los 1.800 m.s.n.m hasta los 5.200 m.s.n.m., hoy solo se encuentran por encima de los 3.000 metros. Y que vuelvan a ocupar ese espacio que les pertenecía será uno de los objetivos del plan de acción regional que se está tratando de establecer en Lima.