Gas natural, petróleo y carbón son peores de lo que pensamos para el cambio climático

Un estudio de la Universidad de Rochester (Estados Unidos), publicado en Nature, reveló que hasta ahora se ha subestimado la cantidad de metano que los humanos emitimos a la atmósfera a través de combustibles fósiles. Su reducción es vital para frenar la crisis climática.

- Redacción Vivir
21 de febrero de 2020 - 05:15 p. m.
El estudio encontró que las emisiones de metano a la atmósfera (que se producen de forma natural, pero también como resultado de la actividad humanas como la extracción de petróleo y gas) han aumentado aproximadamente un 150 % en los últimos tres siglos.  / EFE Verde
El estudio encontró que las emisiones de metano a la atmósfera (que se producen de forma natural, pero también como resultado de la actividad humanas como la extracción de petróleo y gas) han aumentado aproximadamente un 150 % en los últimos tres siglos. / EFE Verde

En pleno verano de Groenlandia, en 2015, Benjamin Hmiel y su equipo de investigadores perforaron las enormes capas de hielo y transportaron periódicamente un trozo de cristalino, del tamaño de un motor de motocicleta, a su laboratorio. El hielo contenía parte de la respuesta a una pregunta que había rondado la cabeza de los científicos durante muchos años: ¿cuánto del metano en la atmósfera, una de las fuentes más potentes del calentamiento global, proviene de la industria del petróleo y el gas?

Anteriormente, se pensaba que las fuentes geológicas como las filtraciones volcánicas y las ollas de barro gaseoso generaban alrededor del 10% del metano que terminaba en la atmósfera cada año. Pero, una nueva investigación, publicada esta semana en Nature, sugiere que las fuentes geológicas naturales constituyen una fracción mucho más pequeña del metano en la atmósfera actual. En cambio, dicen los investigadores, es muy probable que el metano sea atribuible también a la industria. Además, los resultados indican que se han subestimado los impactos de metano de la extracción de combustibles fósiles hasta en un 40 por ciento. La pesquisa también midió el metano presente en muestras antiguas de aire para evaluar los niveles de emisión de este poderoso gas de efecto invernadero

Como resultado, se encontró que emisiones de metano a la atmósfera, que se producen de forma natural y también como resultado de la actividad humana a través de, por ejemplo, la extracción de petróleo y gas, han aumentado aproximadamente un 150 % en los últimos tres siglos, aunque, hasta ahora, no era tan claro de dónde provenían.

Son malas noticias para el cambio climático, pero también buenas, dice Benjamin Hmiel, autor principal del estudio e investigador de la Universidad de Rochester a National Geographic. Malo, porque significa que la producción de petróleo y gas ha tenido un impacto mayor y más desordenado en el presupuesto de gases de efecto invernadero de lo que los científicos pensaban. Pero, bueno, porque cuantas más emisiones de metano se puedan identificar a la actividad humana -como la extracción de petróleo y gas- mayor control pueden tener los responsables políticos, las empresas y los reguladores, que tienen que solucionar el problema, asegura.

“Si pensamos en el metano total en la atmósfera como rebanadas de un pastel, una rebanada es de rumiantes, esta otra es de humedales. El corte es que solíamos pensar que el metano geológico era demasiado grande”, dice  Hmiel. "Entonces, lo que estamos diciendo es que la porción de pastel de combustible fósil es más grande de lo que pensamos, y podemos tener una mayor influencia en el tamaño de la porción, porque es algo que podemos controlar", explica a NatGeo.

El auge del metano

El metano es el segundo mayor gas antropogénico (originado por la actuación humana) que contribuye al calentamiento global, después del dióxido de carbono (CO2), pero, en comparación con éste y con otros gases que retienen el calor, tiene una vida útil relativamente corta, ya que dura un promedio de nueve años en la atmósfera. Además, en una escala de tiempo de 20 años, una molécula de metano es aproximadamente 90 veces más efectiva para atrapar el calor en la atmósfera que una molécula de dióxido de carbono.

El CO2, en cambio, puede perdurar durante aproximadamente un siglo, lo que convierte al metano, según los investigadores, en un gas especialmente adecuado para enfocar las actuaciones dirigidas a frenar la emergencia climática en el corto plazo.

Recientemente, la península antártica ha ido batiendo récords de niveles de calor.  Las concentraciones atmosféricas de metano han aumentado en al menos un 150 por ciento desde la Revolución Industrial, y debido a su potencia para atrapar el calor, cuanto más haya en el aire, más difícil será evitar que las temperaturas del planeta se eleven más allá de los objetivos climáticos mundiales.

Por eso se vuelve a la pregunta de ¿de dónde, exactamente, proviene todo el metano adicional que calienta la atmósfera hoy en día? ¿Son eructos de vaca o arrozales? ¿Fugas de la producción de petróleo y gas? ¿Son los volcanes de lodo gaseoso o se filtra a lo largo de las costuras cambiantes de la Tierra?

Lo cierto es que también hay certezas: a medida que se ha intentado reducir las emisiones de dióxido de carbono, tecnologías de recolección de gas natural han aumentado y se han vuelto más baratas “En los EE. UU., Más de 500 centrales eléctricas de carbón han cerrado desde 2010, y en muchos casos, han sido reemplazadas por plantas de gas natural (que se compone principalmente de gas metano), que ahora producen casi el 40 por ciento de las necesidades energéticas de los EE. UU.”, asegura NatGeo.

En este sentido, el gas natural ha sido promocionado a menudo como un "combustible puente" para ayudar a suavizar la transición hacia un futuro de energía neutral en carbono. Las plantas de gas natural satisfacen las necesidades de energía hoy en día, mientras se desarrollan tecnologías renovables o sin carbono.

Aunque se ha pensado que hay menos emisiones totales de carbono del gas natural que de otras fuentes, varios estudios científicos de los últimos años han hecho público su cuestionamiento ante esa suposición.  "En los últimos años de investigación, diría que todo el argumento a favor del metano para un combustible de puente realmente ha desaparecido", dice  Robert Howarth, Un científico climático de la U. de Cornell a NatGeo.

Sin embargo, Hmiel, destaca la importancia de esta investigación y de estudiar el metano, ya que la reducción de sus emisiones “se reflejará más rápidamente” en el planeta. “La aplicación de normas de emisión de metano más estrictas en la industria de los combustibles fósiles tendrá el potencial de reducir el calentamiento global futuro en mayor medida de lo que se pensaba”, concluyó  Hmiel.

*Con información de Efe Verde 

Por - Redacción Vivir

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