David Nogués Bravo se dedicó a estudiar la macroecología. Frente a las alarmantes noticias de cambio climático y pérdida de biodiversidad, buscó una manera de evaluar el impacto del ser humano en la naturaleza. Y esta rama de la ciencia resultó ser su mejor alternativa.
Según le contó al diario El País, la macroecología ayuda a estudiar el ecosistema a gran escala, en vez de analizar una sola especie de manera independiente. Eso le permitirá a él y a otros investigadores, tener una respuesta frente al problema global de cambio climático, dijo.
Su trabajo se compara con el de un astrónomo. “Si hiciéramos una analogía: hay astrónomos mirando a una sola estrella o planeta y nosotros hacemos un mapa de toda la galaxia. Todo está conectado, los problemas son globales, y ver la naturaleza desde esa perspectiva permite entender mejor cuáles son las dinámicas que nos rodean”, le contó al medio español.
Con la macroecología, Bravo estudia la biodiversidad desde otra óptica. No se trata solamente de conocer la variedad de especies y ecosistemas, como ya muchos estudios lo han revelado. Al contrario, busca tener el panorama de la diversidad genética que hay en el planeta. Un proyecto que inició con más de un millón de euros y terminó en un mapa de referencia sobre diversidad genética.
“Este primer mapa es como haber construido un nuevo telescopio que nos permite mirar la galaxia completa. Hasta ahora había estudios a escalas más locales: Nueva Zelanda, España, Brasil”, afirma el científico. Sin embargo, asegura que anteriormente no se habían juntado todos los datos sobre diversidad genética. “Hemos logrado poner la información geográfica al 30% de todas las secuencias que se han publicado para mamíferos y anfibios. En los próximos años, espero que pasemos hasta el 80% o el 90% en mi grupo de investigación”, añadió.
Otro beneficio de este inventario sobre diversidad genética fue conocer cómo ha impactado la huella humana en los ecosistemas. De 1.300 especies de invertebrados marinos, el 25% están amenazados de extinción y de 7.800 invertebrados de agua dulce, el 34%. Inclusive, dice el científico, “en los próximos 50 años vamos a ver desaparecer muchas especies de primates para siempre".
El problema de acabar con la biodiversidad es que, a largo plazo, terminaremos acabando con nosotros mismos. “Los recursos que obtenemos de la naturaleza dependen de mantener diversidad de animales y plantas. Como especie, nuestra sociedad depende de estos servicios que nos dan los ecosistemas”, concluyó Bravo.
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