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Luruaco, la laguna más profunda del Atlántico que El Niño está secando

Las altas temperaturas y la ausencia de lluvias están acabando con este cuerpo de agua que suministra agua a 26 mil personas. Habitantes de la zona reclaman más atención.

Jesús Fragozo Caro
25 de enero de 2016 - 02:00 a. m.
La intensa sequía formó una extensa playa en la laguna de Luruaco.  / Jesús Fragozo Caro
La intensa sequía formó una extensa playa en la laguna de Luruaco. / Jesús Fragozo Caro

En la laguna de Luruaco, en Atlántico, hay una capa de barro seco que es como una extensa playa que crece con los días. “Es que hace cuatro años estamos en verano”, grita Miguel Jiménez, un luruaquero (gentilicio de este municipio) que está sobre un taburete en una esquina del centro del pueblo, que es conocido por ser cuna de las arepas de huevo. Pero este cuerpo de agua se ha secado más en los últimos meses, sobre todo porque el fenómeno de El Niño ha empeorado su condición y porque “las autoridades ambientales no lo han dragado en mucho tiempo”.

La plataforma que fue construida para las pruebas de canotaje y esquí náutico de los Juegos Centroamericanos y del Caribe que se realizaron en Cartagena en 2006, ya no bordea la laguna de cerca de 800 hectáreas. Lo mismo ocurre con las tuberías que suministran agua potable a 26 mil habitantes. La empresa de acueducto tuvo que instalar una barcaza en la zona más profunda, que no llega a dos metros, para garantizar el servicio.

“El problema de la laguna no es de ahora. Se ha incrementado con la sequía, pero desde que tengo uso de razón no le hacen mantenimiento”, afirma Euclides Roa (68 años), líder comunal del pueblo, quien en varias ocasiones ha denunciado ante la Corporación Regional Autónoma del Atlántico (CRA) lo que está ocurriendo en lo que era el cuerpo de agua más hondo de este departamento, con más de ocho metros de profundidad.

El Atlántico, según el Ideam, en general está en alerta roja. En su última alerta, 23 municipios estaban bajo esa clasificación por el riesgo de incendios en bosques, cultivos y pastos. Y en otros como Tubará, Piojó, Baranoa, Juan de Acosta y Sabanalarga ya se empieza a sentir con más fuerza la sequía. Por esa razón, y por las altas temperaturas, que en el caso de Manatí llegaron a 37,8°C, la Gobernación ha enviado carrotanques con tres millones de litros de agua. Además, el nivel del río Magdalena está en 1,45 metros, de acuerdo con el último reporte del subsecretario de Gestión del Riesgo, Édinson Palma.

Los pescadores de Luruaco, mientras tanto, afirman que la laguna se está quedando sin peces, que las embarcaciones encallan constantemente y que esos años en los que atrapaban lebranches y mojarras de gran tamaño, hacen parte del pasado. “En octubre cayó el último aguacero, pero no sirvió de nada. La sequía está acabando con todo. Nos preocupa que ocurra lo mismo que en el lago del Cisne en Barranquilla, que se secó y ahora están tratando de recuperarlo”, dice Orlando Polo (39 años), pescador por la mañana y ayudante de albañilería por la tarde. Está en una de las bancas del único estadio de béisbol del pueblo, que pese a que fue inaugurado a finales de noviembre aún no ha sido abierto al público.

La CRA y la Gobernación del Atlántico, no obstante, invirtieron $1.000 millones en 2015 para limpiar los arroyos que alimentan esta laguna, pero según el director de la CRA, Alberto Escolar, en los últimos cinco años no se ha dragado este cuerpo de agua. Asegura que en junio, cuando vuelva a llover, por fin se dragará y que la Gobernación está buscando una alternativa para abastecer de agua el municipio sin utilizar lo que queda en este depósito.

El Espectador intentó comunicarse con la secretaria de Agua Potable y Saneamiento Básico del Atlántico, Loretta Jiménez, para indagar cómo se está enfrentando este problema, pero no hubo respuesta.

Lo cierto es que si no se toman medidas pronto y se evita la sobresaturación de este ecosistema, la laguna dejará de existir y no habrá con qué abastecer el municipio. Sus habitantes solo esperan que el fenómeno de El Niño acabe pronto, para que el cuerpo de agua recupere esa profundidad que asombra a los viajeros cada vez que van de Barranquilla a Cartagena en la vía La Cordialidad y que ha sido subsede de importantes juegos deportivos.

 

Por Jesús Fragozo Caro

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