Primero murieron las ranas… luego siguieron las serpientes

Karen Lips, quien ha dedicado 30 años de su vida a seguir las pistas de la muerte masiva de ranas en el trópico por culpa del hongo “Batrachochytrium dendrobatidis”, acaba de demostrar que el efecto sobre los bosques era peor de lo que pensaban.

Pablo Correa / @pcorrea78
21 de febrero de 2020 - 02:00 a. m.
Las serpientes también están pagando el precio de la invasión del hongo Batrachochytrium dendrobatidis, pues con la muerte masiva de ranas perdieron una de sus principales fuentes de alimento.  / Vicky Flechas
Las serpientes también están pagando el precio de la invasión del hongo Batrachochytrium dendrobatidis, pues con la muerte masiva de ranas perdieron una de sus principales fuentes de alimento. / Vicky Flechas

En 1989 Karen Lips se internó en las montañas de Costa Rica para investigar la muerte masiva de su animal favorito: las ranas. En la reserva Monteverde Parque Internacional La Amistad, en el sur del país, comenzó a recorrer largos transectos para recopilar los primeros datos de lo que, con los años, describiría como “la peor afectación a un grupo de vertebrados por parte de una especie invasora”, la infección mortal que provocó el hongo Batrachochytrium dendrobatidis sobre varias especies de ranas. Tres décadas después, la acuciosa y perseverante ecóloga norteamericana, sigue intentando unir los cabos de ese desastre biológico.

Las ranas, así como otros anfibios, son “indicadores” perfectas de la salud de un ecosistema. Si los ecosistemas están sanos ellas croarán y saltaran de un lado a otro. Cuando hay problemas serán unas de las primeras en desvanecerse. Esta semana, en la revista Science, Lips y un grupo de colaboradores demostraron que las consecuencias de ese hongo van más allá de lo que pensaban y se generó un “efecto cascada” cuyo precio están pagando otros sigilosos habitantes del bosque: las serpientes. (Lea: Una epidemia devasta a las ranas)

Que el hongo B. dendrobatidis causó un daño mucho mayor al ecosistema de la montaña tropical de lo que se ha reconocido. Específicamente, la pérdida de anfibios causó efectos invisibles, indirectos y en cascada en la comunidad de serpientes, lo que resultó en una menor diversidad de ranas y serpientes.

¿Qué fue lo más difícil de esta investigación?

Involucró una gran cantidad de tiempo en sitios remotos para obtener este conjunto de datos único. Pocas personas estudian la dinámica a largo plazo de los ecosistemas tropicales, y las serpientes son especialmente difíciles porque son difíciles de ver, se camuflan y son poco abundantes. Requirió enfoques estadísticos novedosos.

¿En qué momento los efectos en cascada se vuelven problemáticos para un ecosistema?

Hemos hecho muchas otras investigaciones en este y otros sitios en Panamá para demostrar los impactos que la pérdida de ranas y renacuajos causó en las algas, la calidad del agua, los insectos de las corrientes y otras partes del ecosistema. Todos esos estudios mostraron que algunos efectos fueron obvios inmediatamente después de la muerte de los anfibios, mientras que otros tardaron varios meses en aparecer y otros no lo fueron hasta uno o más años después. Muchos de esos cambios han persistido durante más de una década.

Estoy segura de que algunos de esos cambios pueden ser problemáticos para los humanos y otros organismos, ya que los anfibios ocupan una posición central en la mayoría de las redes alimentarias del ecosistema, por lo que son el alimento para aves y mamíferos, y también son importantes para regular los insectos en estos hábitats.

Los ecosistemas son dinámicos, no estáticos, por lo que el área siempre experimenta algún tipo de cambio. El antiguo sistema ya no existe, y ahora tenemos un ecosistema muy diferente que continuará evolucionando.

¿Qué ha sucedido con la epidemia de “B. dendrobatidis” en América Latina?

Está presente en toda América Latina y probablemente ha causado la pérdida a gran escala de anfibios y otras especies. No pudimos verlo invadir otras zonas por fuera de Panamá y no medimos los cambios a medida que avanzaba, por lo que los esfuerzos de inspección del Instituto Humboldt o iniciativas como Boyacá Bio son extremadamente importantes para evaluar lo que existe y lo que se ha perdido. Tenemos datos que sugieren que Colombia experimentó una disminución de los anfibios en los años 80 y 90. Por lo tanto, Colombia ofrece un excelente ejemplo de efectos invisibles en cascada, ya que es un lugar que probablemente ha perdido gran parte de su biodiversidad de anfibios, y esas pérdidas tuvieron muchos efectos en serpientes, arroyos e insectos.

¿Qué conclusiones de este trabajo pueden extrapolarse para comprender la crisis global de pérdida de biodiversidad?

Este es un buen ejemplo de lo que sucede cuando perdemos nuestra biodiversidad. Las grandes pérdidas de animales tendrán efectos en cascada sobre los alimentos que comen y sobre los depredadores que los comen. Este es un gran ejemplo de lo que esperamos ver cuando las especies invasoras ingresan a nuevos hábitats, o lo que sucede cuando las enfermedades infecciosas emergentes se extienden a nuevas áreas. También tiene mucha similitud con la pérdida de aves y mamíferos por la caza excesiva.

Es decir, cuando perdemos biodiversidad, vemos muchos cambios en la estructura ecológica y la función de un ecosistema, algunos de los cuales son muy obvios y ocurren de inmediato, pero muchos otros son más sutiles y pueden no ser obvios. La mayoría de esos cambios son permanentes y obligan al sistema a otro estado ecológico.

Es difícil no pensar que este “efecto cascada”, tarde o temprano, termine afectando a las poblaciones humanas. ¿Cuál es su mayor preocupación al respecto?

Mostramos que la pérdida de renacuajos afectó a los arroyos, y los arroyos unen las montañas con las tierras bajas. La pérdida de anfibios afectó la cantidad y el tipo de nutrientes y material vegetal en el agua. Esto probablemente afectó los hábitats río abajo donde viven las personas, podría haber afectado a los peces, cangrejos, camarones y otros organismos en los arroyos. También sabemos que los anfibios se alimentan de una amplia variedad de insectos, especialmente moscas y mosquitos, que pueden transmitir enfermedades a la vida silvestre y a los humanos.

¿Está realizando alguna investigación similar en los ecosistemas colombianos?

Me encantaría hacer un trabajo similar en Colombia. Lamentablemente, no tengo fondos para trabajar en Colombia. Sin embargo, es probable que nuestros hallazgos se apliquen a muchas regiones de Colombia, ya que Colombia también ha experimentado disminuciones y pérdidas de anfibios debido a los quítridos, y muchas de las mismas especies (o estrechamente relacionadas) de anfibios y reptiles se comparten entre Panamá y Colombia.

Por Pablo Correa / @pcorrea78

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