Producir carne contamina más que sacar petróleo

De acuerdo con un reporte que analizó la cantidad de gases de efecto invernadero que emiten las 35 compañías productoras de carne de vaca más grandes, y los gigantes de los combustibles fósiles como Exxon Mobile o Shell, las primera podrían alcanzar un impacto medioambiental mucho más grande.

Redacción Vivir
21 de julio de 2018 - 03:25 p. m.
El consumo exagerado de carnes en el mundo es uno de los obstáculos más grandes para frenar el calentamiento global.  / Pixabay
El consumo exagerado de carnes en el mundo es uno de los obstáculos más grandes para frenar el calentamiento global. / Pixabay

Una investigación realizada por el Institute for Agriculture and Trade Policy (IATP) demostró lo que ya hace varios años los científicos y ambientalistas vienen señalando: que para cuidar al planeta no basta con bajarnos del carro y montar en bicicleta, si vamos a seguir consumiendo carne –especialmente de vaca– en las cantidades actuales.

El reporte analizó la cantidades de gases de efecto invernadero que emiten las empresas más grandes de ganadería y lácteos en el mundo, y comparó esos números con las emisiones de gigantes petroleros como Exxon Mobile, Shell o BP. Los resultados demostraron que las cinco más poderosas de la industria cárnica (JBS, Tyson Foods, Cargill, Dairy Farmers of America, and Fonterra) son mucho mas contaminantes que la de los combustibles fósiles. 

Además, si la industria sigue creciendo al ritmo acelerado en el que lo ha hecho en los últimos años, para el 2050, solo esta industria sería responsable del 80% de los gases de efecto invernadero que se emiten cada año en el mundo.

Cuando los investigadores se propusieron investigar el costo medio ambiental de la carne (vacas, cerdos y pollos) y los lácteos, se toparon con que esa industria hace difícil –por no decir imposible– el acceso a los datos sobe sus emisiones.

“Encontramos que los datos públicos disponibles sobre sus emisiones son incompletos, no comprables entre compañías a través de los años y, en la mayoría de los casos, simplemente ausentes”, se lee en el reporte. De hecho, apenas cuatro compañías –tres europeas y una japonesa– de las 35 más poderosas estimaron de forma correcta su impacto sobre el medio ambiente. 

Por eso, los investigadores tuvieron que ingeniarserlas para llenar el vacío de información de la mayoría de las empresas, basándose en datos parciales que ellas dan, así como en datos sobre la cantidad de carne que producen anualmente. Utilizaron un modelo propuesto por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para calcular las emisiones de esta industria, llamado Global Livestock Environmental Assessment Model (GLEAM).

Concluyeron que esta industria emite, como mínimo, 578 toneladas métricas de gases de efecto invernadero al año. Allí no solo se incluyen los gases más obvios, como el CO2 que liberan los mataderos y fábricas de empaquetado, sino que se incluyen además los gases que emiten los camiones que distribuyen las carnes.

Además, se sumaron los gases que emiten los refrigerantes de las neveras, y, en el caso de las granjas ganaderas, el metano de las flatulencias de las vacas, que aunque parece un chiste, es uno de los más graves problemas de esa industria. 

Asimismo, fue necesario añadir la cantidad de gases de efecto invernadero que se produce en los cultivos de soya o maíz que se usan para alimentar a los animales, que engloba la producción del grano, pero además los miles de toneladas de CO2 que se liberaron al ambiente producto de la deforestación para aumentar este tipo de cultivos, o las granjas mismas.

Lo más grave es que estas compañías todavía no se han hecho responsables sobre su papel en el cambio climático. "A diferencia de las empresas petroleras, la idustria de la carne y los lácteos siguen sin asumir sus responsabilidades en el eproblema", se lee en el documento. De acuerdo con el reporte, apenas seis dieron datos completos sobre sus cadenas de suministro, y aunque 14 se comprometieron a solucionar el problema de sus emisiones, no han dicho cómo, ni han revelado datos que permitan medir si realmente están haciendo algo.

Por Redacción Vivir

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