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Prohibir reuniones y cerrar negocios fueron las estrategias más efectivas para frenar el coronavirus

Una investigación con datos de 41 países estableció que prohibir reuniones con más de 10 personas y cerrar negocios como bares y restaurantes fueron las estrategias más efectivas para reducir la velocidad de expansión de la pandemia.

16 de diciembre de 2020 - 10:09 p. m.
El gobierno local ordenó cerrar los bares de la ciudad.
El gobierno local ordenó cerrar los bares de la ciudad.
Foto: Agencia EFE

Hoy circuló en redes sociales un video en el que se ve a algunos empleados de negocios en el centro de Bogotá rociando desinfectante sobre las cabezas de ciudadanos aglomerados para hacer las compras navideñas. El episodio revivió los debates sobre qué tipo de medidas son realmente efectivas y cuáles no a la hora de controlar el avance del coronavirus SARS-CoV-2. Clarmente esta de rociar desinfectantes no aparece en las recomendaciones de ninguna autoridad de salud.

El pasado 15 de diciembre, en la revista Science, un equipo de investigadores de la U. de Oxford y otras instituciones, publicó los resultados de un trabajo en el que justamente se propusieron entender mucho mejor la efectividad de las medidas implementadas por los gobiernos a lo largo del año. El trabajo no evaluó las medidas de cuidado personal como uso de mascarillas, distanciamiento social y evitar lugares cerrados y concurridos. (Lea: ¿Qué sirve y qué no sirve? Ranking de estrategias contra la COVID-19).

“En todo el mundo, los gobiernos han movilizado recursos para combatir la pandemia de COVID-19. Se ha implementado una amplia gama de intervenciones no farmacológicas, incluidas cuarentenas y el cierre de todos los negocios no esenciales. Los análisis recientes muestran que estas intervenciones a gran escala fueron conjuntamente efectivos para reducir el número de reproducción efectiva del virus, pero aún se desconoce en gran medida cuán efectivos fueron individualmente”.

En concreto, el grupo de Oxford evaluó siete intervenciones no farmacológicas en 41 países, 34 países europeos y siete no europeos, entre enero y finales de mayo de 2020. Al cruzar diferentes conjuntos de datos, intentaron estimar cuáles medidas repercutieron en la velocidad a la que se expandía la epidemia. Los efectos de las medidas los clasificaron en tres categorías dependiendo del porcentaje de reducción de esa velocidad de propagación: pequeños (menos de 17,5%), moderados (entre el 17,5 y el 35%) y grandes (más de 35%).

Cerrar negocios y prohibir reuniones de personas resultaron, según estos modelos, las dos medidas con mayor impacto para reducir la transmisión de COVID-19. En cuanto a la primera medida, los autores aclararon que el cierre de la mayoría de los negocios presenciales no esenciales fue solo algo más efectivo que los cierres específicos, que solo afectaron a los negocios con alto riesgo de infección, como bares, restaurantes y clubes nocturnos. “Por lo tanto, los cierres de negocios específicos pueden ser una opción política prometedora en algunas circunstancias”, advirtieron.

En cuanto a la prohibición de reuniones, en aquellos países en que se estableció la norma incluso para grupos de 10 o menos personas se obtuvo un efecto más sólido que cuando el límite se trazó en 100 o 1.000 personas.

¿Qué tan efectiva resultó la orden de quedarse en casa? “Encontramos que emitir una orden de quedarse en casa tuvo un efecto pequeño cuando un país ya había cerrado instituciones educativas, cerrado negocios no esenciales y prohibido reuniones”, concluyeron.

En cuanto al cierre de instituciones educativas, que ha sido motivo de amplias discusiones y polémicas, los autores reportaron un “gran efecto” sobre la pandemia tras el cierre de escuelas y universidades. El modelo no les permitió distinguir los efectos separados de los dos niveles educativos. Un dato importante teniendo en cuenta que la transmisión del virus entre los niños más pequeños parece tener diferencias con respecto a los más grandes y adultos.

“La evidencia previa sobre el papel de los alumnos y los estudiantes en la transmisión es mixta”, advirtieron. Aunque los jóvenes infectados (de aproximadamente 12 a 25 años) a menudo son asintomáticos, parecen diseminar cantidades similares de virus que las personas mayores y, por lo tanto, pueden infectar a personas de mayor riesgo.

“Los primeros datos sugirieron que los niños y los adultos jóvenes tenían una tasa de incidencia observada notablemente más baja que los adultos mayores; se desconoce si esto se debió al cierre de escuelas y universidades”, apuntaron.

Sin embargo, el reciente resurgimiento de casos en los países europeos se ha concentrado en el grupo de edad correspondiente a la educación secundaria y la educación superior (especialmente esta última), y ahora se está extendiendo a los grupos de mayor edad, así como a los niños en edad escolar primaria.

“Las escuelas primarias pueden verse generalmente menos afectadas que las escuelas secundarias, quizás en parte porque los niños menores de 12 años son menos susceptibles al SARS-CoV-2”, aclararon.

Los investigadores fueron claros en que su metodología, y por tanto las conclusiones, tienen varias limitaciones y por tal motivo la eficacia de cada medida puede depender del contexto de implementación, la presencia de otras medidas, la demografía del país y los detalles específicos de la implementación. Su recomendación es que este tipo de información sea contrastada con datos locales y por las autoridades científicas competentes antes de sacar conclusiones ligeras.

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