Restos de piña para hacer biocombustibles

Una estudiante mexicana de ingeniería ganó un concurso de innovación con su propuesta de usar los restos de piña para generar biocombustibles de segunda generación.

Redacción Vivir/EFE
06 de enero de 2018 - 04:36 p. m.
Los restos de la piña que genera la industria de bebidas se utilizan principalmente para alimentar animales. / Pixabay.
Los restos de la piña que genera la industria de bebidas se utilizan principalmente para alimentar animales. / Pixabay.

La cáscara y otros restos de frutas como la piña son útiles para crear bioetanol, un biocombustible de segunda generación más amigable con el medio ambiente. Por esta razón el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT) de México resaltó el esfuerzo de la estudiante de ingeniería en industrias alimentarias Adriana Barona quien desarrolló un proyecto para obtener energía a partir de los restos de la piña.

La ganadora de la categoría Energía del concurso “Vive conCiencia 2017” indicó que urge empezar a utilizar biocombustibles de segunda generación ya que los de primera no resultaron ser del todo respetuosos con el medio ambiente y “trajeron también grandes problemas sociales y ambientales”.

El bioetanol es un ejemplo de ello ya que “se produce a partir de fuentes de carbohidratos mediante la fermentación microbiana, especialmente por la levadura Saccharomyces cerevisiae”. La biomasa lignocelulósica con la que se origina este combustible -que propone una alternativa al consumo de los combustibles fósiles- no competiría con los cultivos alimentarios.

Además, las materias primas lignocelulósicas tienen un precio más competitivo que las materias primas agrícolas convencionales.

Barona explicó que los subproductos de la industria del jugo- constituidos por la cáscara- son habitualmente desechados o utilizados para la alimentación de ganado bovino, desaprovechando el valor de los mismos.

“El impacto ambiental que se pretende generar al desarrollar el método de producción de bioetanol de segunda generación es producir un combustible cuyo proceso de producción sea más ecológico, al aprovechar en mayor cantidad la planta (materia prima)”, aseguró.

Un proceso de segunda generación presenta índices de conversión más elevados, lo cual se traduce en menor cantidad de residuos y una mejora de la huella de carbono, concluyó.

Por Redacción Vivir/EFE

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