Terrorismo, contaminación y tala: las principales amenazas contra la biodiversidad de Colombia

Otra tragedia tiene que ver con el consumo de 24 kilos de plástico por persona al año en el país, según la ONG Greenpeace, lo que hace prever que se enfrenta a la posibilidad de padecer un "tsunami" ambiental por cuenta de la contaminación de mares y ríos con ese material.

Claudia Polanco Yermanos / EFE
21 de febrero de 2019 - 02:37 a. m.
La mala calidad del aire genera 8.000 muertes al año, según datos del Instituto Nacional de Salud (INS). El viernes pasado los altos niveles de contaminación ambiental hicieron que la Alcaldía de Bogotá declarara alerta amarilla ambiental en la ciudad.  / Jhon Paz
La mala calidad del aire genera 8.000 muertes al año, según datos del Instituto Nacional de Salud (INS). El viernes pasado los altos niveles de contaminación ambiental hicieron que la Alcaldía de Bogotá declarara alerta amarilla ambiental en la ciudad. / Jhon Paz

En Colombia, el segundo país más megadiverso del planeta y uno de los 12 más ricos en biodiversidad, es evidente la vulnerabilidad de los recursos naturales por cuenta de los daños irreparables que causan el terrorismo, la contaminación y la deforestación, entre otros crecientes males. (Lea: Emergencia ambiental en Bogotá: esto es todo lo que hay que saber)

En los 1.141.748 kilómetros cuadrados de superficie que posee el país habitan 62.829 especies vivas, sin embargo, los ciudadanos están lejos de protegerlas y parecen estar en una imparable carrera para destruirlas. Así quedó evidenciado el 7 de febrero cuando el caudaloso río Cauca, el segundo más importante, empezó a morirse de sed por el cierre de una compuerta en la hidroeléctrica en construcción de Ituango, que redujo su lecho aguas abajo de la presa a un valle de piedras y arena en el que los peces agonizaron por montones.

La emergencia generó en los dos primeros días la muerte de al menos 57.309 peces, según Empresas Públicas de Medellín (EPM), responsable de la construcción de la hidroeléctrica. A pesar de que la compañía llevó a cabo un plan de mitigación con el que se rescataron 263.379 peces, el desastre ecológico fue de grandes proporciones, así como el impacto negativo en la economía de miles de ribereños que obtienen su sustento de la pesca.

Tras lo ocurrido, "el río Cauca nunca volverá a ser el mismo porque cambió su morfología para siempre", explicó a periodistas el geólogo y jefe de la oficina de Estudios Ambientales de la Universidad Nacional, Germán Vargas. Como si se tratara de una guerra contra el agua y las especies que allí habitan, el pasado 13 de febrero la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) atacó en el noreste de Colombia el oleoducto Caño Limón-Coveñas, uno de los más grandes del país.

El hecho, que es una práctica usual por parte de esa guerrilla, ocasionó la rotura del oleoducto y la inmediata caída de crudo a la quebrada La Llana, cuya mancha se extendió hasta el río Catatumbo y abarca ya más de 125 kilómetros. Expertos en medioambiente indicaron que al menos 86 especies ícticas (peces presentes en el lugar) y 26 nativas, entre peces, anfibios y mamíferos, se vieron afectadas por la contaminación del río que tardará entre 15 y 20 años en recuperarse.

Más preocupante aún es que sustancias como el antraceno y benzantraceno, que contiene el crudo que cayó al río, pueden generar cáncer, por lo que las autoridades han calificado lo ocurrido como un "ataque criminal" del ELN. Las lesiones sufridas por el medioambiente a escala nacional son incalculables si se tiene en cuenta que el año pasado la infraestructura petrolera sufrió 107 atentados, la mayoría atribuidos al ELN y que ocasionaron el derramamiento de 21.000 barriles de petróleo.

Otra tragedia tiene que ver con el consumo de 24 kilos de plástico por persona al año en Colombia, según la ONG Greenpeace, lo que hace prever que el país se enfrenta a la posibilidad de padecer un "tsunami" ambiental por cuenta de la contaminación de mares y ríos con ese material. (Puede leer: Contaminación del aire, un problema que asfixia al mundo)

"El panorama es aterrador porque los lugares más preciados en el país, como manglares, mares y ríos, sufren una contaminación por plástico inmensa", dijo a EFE la directora de Greenpeace Colombia, Silvia Gómez. Tan grave es el problema del plástico que entre los 20 ríos más contaminados del planeta figuran el Amazonas, en el puesto siete, y el Magdalena, la principal arteria fluvial de Colombia, en el 15.

A las dificultades que experimentan los ríos, mares y tierra colombianos se suman las que enfrenta el aire. La mala calidad del aire genera cerca de 8.000 muertes al año, según datos del Instituto Nacional de Salud (INS). Precisamente, el viernes pasado los altos niveles de contaminación ambiental hicieron necesario que la Alcaldía de Bogotá declarara la alerta amarilla ambiental en toda la ciudad por considerar la situación como "un riesgo potencial para la salud de las personas".

Para enfrentar la emergencia, las autoridades emitieron una serie de cambios de carácter indefinido en la movilidad, como la restricción al transporte de carga en algunas zonas y por placa para los vehículos particulares.

Otro mal que va en aumento en Colombia es la deforestación que creció en 2017 un 23 %, de acuerdo con datos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), entidad que señaló que la pérdida total de bosque natural fue de 219.973 hectáreas. (Le puede interesar: Si le inquieta el aire contaminado, también debería preocuparse por el humo de la carne asada)

La "masacre" verde en la Amazonía es tal que en 2017 esa zona perdió más de 144.000 hectáreas de bosque, lo que representó un incremento del 65 %. Todo lo anterior contrasta con la "Política de Defensa y Seguridad" del Gobierno colombiano, una hoja de ruta para los desafíos que enfrenta el país y que por primera vez incluye al agua, la biodiversidad y el medioambiente como "activos estratégicos de la nación".

En el documento, que fue presentado el 6 de febrero de este año por el presidente, Iván Duque, se destaca la inclusión del patrimonio ambiental "como interés nacional principal y prevalente", pese a los hechos antes mencionados, que evidencian una realidad cada vez más alarmante.

Por Claudia Polanco Yermanos / EFE

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