Una casa de guadua en Leticia

Líderes locales recurren a infraestructuras más sostenibles para reducir la tasa de deforestación en el pulmón del mundo. Es extraño que, en vez de utilizar los recursos madereros de la región, se esté introduciendo una especie nueva.

Redacción VIVIR
30 de mayo de 2017 - 01:32 a. m.
La guadua, considerada “acero vegetal”, se produce sobre todo en el Eje Cafetero, a casi 700 kilómetros de la Amazonia. / Tatiana Pardo
La guadua, considerada “acero vegetal”, se produce sobre todo en el Eje Cafetero, a casi 700 kilómetros de la Amazonia. / Tatiana Pardo

En una de las regiones más biodiversas del mundo y donde se concentra el 46 % de la deforestación nacional, se acaba de construir la primera casa hecha en guadua. La iniciativa, que corrió por cuenta de Manuel Chavarro y Abraham Aragón, dueños de Yaku & Fata Construcciones, tiene como objetivo fomentar la arquitectura sostenible en el país, sobre todo en aquellos lugares donde la riqueza natural abunda pero el paisaje está quebrado.

“Con los mismos recursos utilizados en una construcción convencional estamos haciendo otro tipo de vivienda más amigable con el medioambiente y de mejor calidad”, explica Chavarro, quien se encarga de sembrar, transformar y transportar la guadua desde Huila hasta Leticia.

La vivienda está ubicada en el barrio Manguare, en la capital amazónica, donde se tiene proyectada la construcción de varias casas de interés prioritario para familias de escasos recursos. ¿El problema? No hay plata para materializar la idea.

Según el alcalde de Leticia, José Huber Araújo, la capital tiene un déficit habitacional de más de 4.500 viviendas y cerca de 520 familias se encuentran asentadas sobre caños y demás fuentes hídricas. “Quisiera hacer muchas casas como esta, pero se necesita voluntad política, empezando por el presidente Santos, que hace dos años se comprometió con 600 viviendas y sólo me dio 99”, dice el funcionario.

El proyecto bandera de su administración se llama La Franja Ambiental y con él se tiene pensado recuperar 802 metros de fuentes hídricas que actualmente están contaminadas y crear espacios urbanos para el goce de la gente, como ciclorrutas, plazoletas para los artesanos y senderos para los animales. En total, se necesitarían $14.000 millones para cambiarle la cara a Leticia. Pero tampoco hay plata para eso.

¿Llevar leña al monte?

Según el arquitecto Aragón, la guadua es un importante fijador de dióxido de carbono, crece rápidamente y actúa de manera similar al hierro, debido a que es una madera con fibras, por lo que es sólida pero también flexible, y eso la convierte en un material sismorresistente.

Adicionalmente, como la idea es disminuir los niveles de deforestación en el pulmón del mundo, donde cada año, sólo en Colombia, se pierden aproximadamente 57.000 hectáreas de bosque, los líderes locales quieren preservar esta selva, que cobija más de mil ecosistemas.

Sin embargo, suena irónico que en la mayor reserva de madera del mundo se esté introduciendo una nueva especie al territorio, traída desde el interior del país. ¿No sería más fácil utilizar los recursos que ya tiene la Amazonia, como lo hacen los indígenas?

De acuerdo con Dairon Cárdenas, coordinador del Programa de Ecosistemas y Recursos Naturales del Sinchi, las introducciones de especies en nuevos territorios pueden ser beneficiosas para el hombre, dada su importancia económica y/o productiva, pues se pueden llegar a convertir en elementos del patrimonio cultural y económico de una región, como es el café, la caña de azúcar o el banano. Sin embargo, “pueden incrementar sus poblaciones desmesuradamente, con o sin ayuda del hombre, desplazando a las especies nativas y convirtiéndose en especies invasoras”.

En la Amazonia colombiana se han registrado 281 especies de plantas introducidas, 26 de las cuales son consideradas invasoras. Estas nuevas especies podrían aumentar “la frecuencia o intensidad de los incendios, generar un impacto potencial en la economía, cambios significativos en la estructura del hábitat o en la forma de vida dominante, aumentar la presencia de parásitos conocidos y de elementos tóxicos para la fauna silvestre”, explica Cárdenas.

Sin embargo, el director territorial de Corpoamazonia, Jhon Jairo Arbeláez, aplaude los esfuerzos de empezar a construir casas en guadua en Leticia y de dejar atrás las tradicionales viviendas con ladrillo y cemento que se abren paso rápidamente en la región, incluso llegando a las comunidades indígenas. Advierte que para reducir la deforestación, el Gobierno debería apoyar a quienes están protegiendo y no sólo a quienes destruyen el ecosistema.

“Las políticas nacionales suelen ser un poco perversas. Orientan toda su mirada a los sitios donde se está deforestando, pero no donde quizás estamos haciendo las cosas bien, pese a las problemáticas sociales. Podríamos estar dando un mensaje equivocado: el que deforesta tendrá mayores recursos y apoyos”, remata Arbeláez.

Por Redacción VIVIR

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