En diálogo con El Espectador, Naranjo profundizó en ese concepto y aseguró que “se trata de poner en marcha un modelo que se base en verdad, reparación, garantías de no repetición y también, por supuesto, en justicia. Lo que está claro es que con un modelo de justicia ordinario, con los miles de víctimas y victimarios, los tribunales colapsarían en procesos que tardarían años y, lejos de cerrar heridas, las abrirían aún más”.
En este sentido, el ministro añadió que el objetivo es implementar un modelo que haga énfasis en las comisiones de la verdad, mecanismos de selección de máximos responsables y penas alternativas: “Por ejemplo, el planteamiento del expresidente César Gaviria es válido y nos recuerda que debemos ser capaces de asegurar que cualquier decisión que se tome en materia de justicia, producto de la negociación, perdure en el tiempo y no pueda ser destruida por decisiones futuras. Por eso hay que construir muy bien los anclajes éticos, jurídicos y políticos que nos permitan poner fin a esta guerra de medio siglo”, dijo Naranjo.
Finalmente enfatizó que la posibilidad de que las víctimas integren tribunales de justicia transicional es valiosa, pero que, si eso llegara a ocurrir, deberá ser definido por la mesa de negociación de La Habana.