Durante un conversatorio de seguridad organizado por El Espectador, el director de Metroseguridad de Medellín, Jesús Ramírez, hizo una leve radiografía de la violencia que se apodera de las comunas y se refirió al nuevo modus operandi del crimen organizado.
Se trata de las asonadas armadas, una nueva modalidad delictiva en la que los protagonistas son los mismos habitantes de barrios de diferentes comunas que con el objetivo de proteger su territorio se arman con pistolas, palos, machetes y piedras para atacar a sus contrincantes.
Armados hasta los dientes atacan barrios, causando no sólo muertos y heridos sino dejando un sin número de daños materiales.
A las autoridades de Medellín les llama la atención este tipo de modalidad porque es la primera vez que se registran este tipo de conductas delincuenciales.
"Estamos en presencia del crimen organizado, de combates y de redes criminales ágiles que amenazan al Estado. Estos fenómenos no sólo desestabilizan a las ciudades, sino al Gobierno Nacional en sí", aseguró Ramírez.
Agregó que tiene múltiples facetas que se combinan en un menú de microtráfico, maquinitas, juegos de azar, cobro de vigilancia ilegal, cobro de vacunas a transportadores; "situación que permea la economía porque es muy difícil saber donde estas la actividad económica legal o ilegal".
Ramírez puntualizó en que los enormes flujos provenientes del crimen terminan en los grandes emporios empresariales.
Aseguró que el crimen organizado no es la única problemática que hay en la ciudad; se refirió a la delincuencia que se vive en las mismas cárceles de la ciudad en donde los caciques -personas que cuidan los patios de los centros penitenciarios- ganan hasta 50 millones de pesos mensuales de los pagos que reciben de los mismos reclusos que cancelan cualquier suma para que sean protegidos.