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A 48 kilómetros, Belalcázar

La población más grande en cercanías del volcán nevado del Huila tiene 13 mil habitantes y ellos, contrario a lo que indica la reducción del peligro, siguen en alerta roja. Continúan trabajando en la construcción de refugios para cubrirse ante una eventual emergencia y ruegan porque las predicciones indígenas esta vez se equivoquen.

Elespectador.com
19 de abril de 2008 - 05:18 a. m.

A Belalcázar lo agobia la posibilidad de una erupción o una nueva avalancha. Solo un par de kilómetros antes del casco urbano se unen los ríos Páez y Símbola que nacen respectivamente del occidente y oriente del corazón del volcán y son grandes afluentes. Su unión genera una fuerza que -según los estimativos del Ingeominas- puede llegar con una fuerza superior a los 82 kilómetros por hora y una altura de 42 metros.

Esta vez el temor es mayor, por primera vez el glaciar se está moviendo en su costado oriental, por el lado del glaciar donde nace el río Símbola que se desplaza por un angosto cañón y eso hace temer que las aguas puedan llevar un nivel mucho más alto.

Por eso no ahorran esfuerzos en la construcción de refugios, un trabajo que se intensificó después del lunes 14, cuando el sonido repetido de la sirena a medianoche llevó corriendo a cientos de pobladores hacia los sitios de resguardo.

Casi todos los habitantes del pueblo que está construido a las orillas del río Páez, después que se une con las aguas del Símbola, llegaron hasta ‘La Mesa', un refugio ubicado cerca a la plaza central. Allí no tuvieron siquiera con qué cubrirse de la intensa lluvia que caía a esa hora. "Nos paramos ahí, juntos, llenos de miedo y a oscuras porque la luz también se fue. Hasta que amaneció y vimos que no hubo avalancha", dijo Matilde, una de las mujeres que subió a cocinar a quienes trabajaban en la construcción de los albergues, pero que se quejaba por la falta de agua desde la emergencia.

El miedo no baja en la población. Y con razón. En las seis horas siguientes a la reducción de la alerta de rojo a naranja, hubo por lo menos 53 eventos

El movimiento ha bajado. Según el Observatorio Vulcanológico de Popayán ha temblado varias veces, pero ninguno de los movimientos ha sido mayor a dos grados. Los mismos pobladores se organizaron en mingas para, por turnos, subir hasta los refugios y construir nuevos albergues, un poco más fuertes que los actuales de plásticos y maderas puestos al azar. En grupos de 30 están cortando varas de guadua para lograr refugio a las tres mil personas que subirían al sonar una nueva alarma.

Roger Martín Montero, uno de los voluntarios, dijo que la misma comunidad está aportando los recursos para dotar los refugios. En realidad, dijo, desde el 19 de abril del 2007, cuando se despertó de nuevo el volcán, se han solicitado recursos para dotar los refugios y que una nueva erupción no los sorprenda sin preparación. "La verdad no nos han puesto cuidado, nosotros no queremos que otra vez nos coja una avalancha sin estar preparados, pero no tenemos recursos y parece que el Gobierno sólo llega cuando ya se ha presentado la emergencia", aseguró.

Desde que se reactivó el volcán, han sido centenares las peticiones para que se declare la emergencia en la región y así se pueda disponer de recursos para evitar una tragedia; sin embargo, la respuesta ha sido negativa. El alcalde de la población de Páez, James Arbey Yasnó Gallego, estaba precisamente en Bogotá cuando se prendió la alarma. El lunes intentó una vez más que el Gobierno nacional lo escuchara en sus pedidos para conseguir presupuesto que le permitiera construir albergues y abastecer a la población para prevenir la emergencia.

Pareciera que la Alerta Roja logró mover a quienes toman las decisiones. "Por primera vez el gobernador del Cauca estuvo en una reunión y logramos que también estuviera presente la Directora nacional de Emergencias. Nos prometieron algunos recursos, porque sin eso no podemos hacer nada", dijo el Alcalde.

Yasnó Gallego admitió las falencias, pero dijo que es necesario identificar también los avances. Según explicó, se ha logrado coordinar la atención para los afectados, además de la comunicación. "Por lo menos ahora tenemos señal de celular, hasta hace apenas un mes en las zonas rurales, cercanas al volcán nisiquiera había señal alguna de comunicación", finalizó.
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Por Elespectador.com

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