El taxista que se transforma en María Moñitos en el Carnaval de Barranquilla

Iván Varela le da vida a la mujer que reparte besos en la fiesta más importante de la región Caribe.

Edgar Arroyo y Cristian Meneses*
08 de febrero de 2018 - 10:37 p. m.
El taxista que se transforma en María Moñitos en el Carnaval de Barranquilla

María Moñitos vive en Macondo, pero nació en Barranquilla. Este personaje es invitado de honor cada año para animar la fiesta más grande del Caribe colombiano con su baile y su color. Iván Varela es taxista en su vida diaria y María Moñitos cuando se transforma. Su Macondo es la magia del Carnaval. Iván no tiene nada que ver con los Buendía, pero eso sí, unas mariposas amarillas decoran el pequeño y acogedor apartamento en el que un quillero cualquiera se vuelve un ícono rumbero.   

Inspirado por el difunto Emil Castellanos, el primer María Moñitos, Iván Varela, un hombre de ojos verdes azulados, fornido, moreno, cabello negro y de estatura promedio, decidió darle vida nuevamente a esa mujer que reparte besos en carnavales. Todo el tema de María Moñitos para Iván inició cuando sus amigos taxistas le mamaban gallo por su parecido con este personaje y por el mandato popular de los profesionales al volante se transformó. Sus compañeros le anunciaron que le harían el disfraz y Varela pensaba que era solo por molestar: “El día que trajeron el disfraz yo no podía creerlo porque pensé que era solo por joder. En mi cabeza solo pensaba en la vacaloca en la que me había metido”.

En el apartamento de Varela las mariposas amarillas no vuelan solas, comparten hábitat con dos mecedoras, un sofá blanco, un comedor para cuatro personas, un equipo de sonido, un televisor led y dos abanicos. Sentado en una silla blanca espera a que su hija comience a maquillarlo para esconder sus 57 años masculinos y darle vida a María Moñitos. Sharine Varela comienza a maquillar a su padre. Primero escoge la base que debe ser muy cercana al color moreno de la piel de Iván. Luego, con movimientos delicados, esparce la base por cada parte del rostro de su padre.

“Yo le ayudo en todo lo que puedo. Desde maquillarlo hasta prepararle los moñitos del disfraz”, sostiene Sharine. Luego, suelta un suspiro de resignación. La explicación la revela al instante, pues para ella ver a su padre vestido de mujer en los carnavales es un pecado. Ella ora a Dios y le pide que su padre algún día se retracte de todo lo que está haciendo, pero como el que peca y reza empata, Sharine también se esfuerza por dejarlo con el mejor maquillaje posible.

Janeth Monterrosa, esposa de Iván, se encuentra sentada en una de las dos mecedoras de la sala y le dice a su hija que le eche delineador a Iván porque así María Moñitos quedará “más agraciada”. Sharine termina de maquillar a su papá y pide la opinión de su madre y de su tía Ermelinda Varela, quien ocupa la única mecedora faltante de la sala. Un “está muy bien” de las mujeres acompaña el momento, mientras que Iván se levanta de la silla para mirarse al espejo y dar el visto bueno definitivo. Todo parece concluido, pero aún falta un poco más para que aparezca María Moñitos.

Iván entra al cuarto de su hija, en donde se encuentra el disfraz. En la cama está el vestido, la blusa, la peluca con los moñitos, las medias, los aretes, el brasier, el algodón y las zapatillas. Iván cierra la puerta y abre la antesala para la aparición de María Moñitos.

Janeth, sentada en la sala, cita uno de los versículos de La Biblia como argumento: “la palabra dice en Génesis 2:18 que él hizo hombre y mujer. Entonces, por lo tanto, Iván es un varón, un varón de Dios”. Janeth le explica a su cuñada que por eso no está de acuerdo con que Iván se vista de mujer para el Carnaval. “Yo no estaba de acuerdo con que él saliera desde el inicio. Yo misma le botaba los trapos del disfraz para que no saliera”. Pero ahora las cosas cambiaron, ahora ella misma le decora los trajes y le hace los collares con los que en 2015 su esposo ganó un Congo de Oro por el disfraz de María Moñitos.

Se abre una puerta, sale Iván con gran parte del disfraz, pero la metamorfosis no está completa, aún falta la prenda más importante del performance. En su mano, Iván lleva una peluca con muchos papeles de colores. Su hija viene detrás de él, toma la peluca y le ayuda a ponérsela. Con ganchos la ajusta bien firme a la cabeza de su papá. Sharine lo mira de pies a cabeza y le dice: “solo te falta una cosa”. Lleva su mano hasta el bolsillo de su short, saca un lápiz labial rosado y se pinta los labios. Besa a su papá en varias partes del cuerpo, deja sus labios pintados como símbolo de amores fugaces y María Moñitos está completa. Sharine da su bendición: “Estas listo, te puedes ir”.

María Moñitos toma las llaves del taxi de Iván, sube al carro y lo enciende. En el recorrido para llegar al parque Las Mercedes muchos reconocieron a María Moñitos. Unos la piropeaban, otros la saludaban y algunos no perdieron la oportunidad de tomarse una selfie con esta mujer lanza besos de la rumba del Carnaval.  

A pesar de llevar diez años transformándose en María Moñitos, Iván recuerda que no siempre fue fácil salir así. “Salir la primera vez fue difícil porque me estaba disfrazando de una mujer y muchos creían que por hacerlo yo era homosexual. Hoy en día me siento orgulloso de estar con este disfraz porque se ha vuelto un patrimonio en estas fiestas”. La Moñitos, como le dicen cariñosamente en la calle, llega al parque y la fiesta se prende a todo son y a todo color. Muchos disfraces icónicos del carnaval la acompañan. Ella, oronda, baja del taxi y sale a carnavalear con todos en la calle.

La nómina se completó. María Moñitos ahora comparte plaza carnavalera con el Comandante Hugo Chávez, Diomedes Díaz, Popeye el marino, Fidel Castro y otras grandes figuras de la historia y del folclor. La gente los celebra y los aclama. Entre los asistentes destaca la intención de una mujer morena, bajita y con un vestido azul con rayas blancas horizontales. La mujer busca la forma de acercarse a María Moñitos. Lo logra. Su fin no es la selfie de turno, sino mostrarle a La Moñitos que carga consigo una foto que se tomaron juntos hace dos años. Moñitos ve la foto y sonríe a plenitud, sus fans reconocen su labor de Carnaval y ella está feliz porque se siente acogida. 

Terminado el evento todos se reunieron en un solo punto para pasar lista de los asistentes famosos y así cobrar los pesos, bien ganados, que reciben por desfilar. Este pase de lista solo se vive en Carnaval e Iván jamás estará invitado: 

-¿Fidel?

-¡Presente!

-¡Chávez!

-¡Aquí!

-¿Diomedes?

-¡Háblalo!

-¿Moñitos?

-¡Ajá¡

*Estudiantes de la Universidad del Norte, en Barranquilla

Por Edgar Arroyo y Cristian Meneses*

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