“Mi asunto es la nueva gaita”: Leang Manjarrés

A simple vista parece un rockero, sin embargo, detrás de su pinta estrafalaria, el pelo alborotado y los piercings en las cejas, hay uno de los intérpretes más refinados de uno de los instrumentos más tradicionales del Caribe.

Tatiana Roenes Cadena*
17 de marzo de 2017 - 11:22 p. m.
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Cuando vi por primera vez a Leang Manjarrés, mi imagen estereotipada de lo que es un gaitero quedó completamente invalidada. Su pelo alborotado, sus pearcings, su ropa colorida y estrafalaria me hicieron ver que este joven de 27 años no es cualquier gaitero, esto se debe  a que él es el director de la banda Bozá. Su grupo musical se fundamenta en una innovadora propuesta creada por él mismo llamada La Nueva Gaita. Consiste en una gaita re contextualizada en la urbe a través de la mezcla de distintos ritmos, tales como los folclóricos, los afro y la electrónica.

Al momento de saludarlo su nerviosismo se hacía presente a través de sus miradas fugaces y sus manos inquietas. Esto me parecía extraño debido a que la apariencia de este personaje  reflejaba todo menos inseguridad. Para empezar nuestra charla quise saber acerca de su gaita y cuando le mencioné este instrumento me llevé la sorpresa de que su expresión cambió. Instantáneamente  empezó a mirarme a los ojos reflejando completa seguridad.

Comenzó contándome que su pasión por la gaita  empezó a los 14 años cuando su padre, quien es actor y cuentero, llevó varias gaitas a su casa por motivos que ni el mismo Leang recuerda. Un día lo mató la curiosidad por saber cómo funcionaban esos instrumentos y al empezar a explorarlos le “entró un amor como si ya las conociera de hace tiempo”. Leang recuerda entre risas que cuando vivía en Santa Marta su hermana Katich le pedía que la acompañara a presentaciones de gaiteros, a lo que él respondía que “esa era música para viejitos”. Ahora Katich se burla de él porque después de haber rechazado este tipo de música, hoy en día este es el instrumento que este joven escogió como proyecto de vida.

Cuando dejó de reír por el dulce recuerdo de su infancia, el joven músico prosiguió con su historia. Me indicó que luego de haber explorado aquellas gaitas quiso aprender más sobre ellas, por lo cual decidió en la jornada complementaria de su colegio tomar clases de música. Allí conoció a su “maestro de la vida” Jesús David Gutiérrez, quien un día le dio una gaita y le dijo que se aprendiera un tema, al aprendérselo “empezó la locura” porque enseguida fue a participar a su primer festival. Leang me comentó que lógicamente perdió, pero al concursar cambió toda su percepción acerca de la gaita; ya no la vería más como un instrumento para “viejitos”, desde allí, según él, empezó todo.

Tiempo después, cuando Leang ya sabía más sobre la gaita, su padre les pidió a él y a su hermana que armonizaran una de sus presentaciones de cuentería. Ellos aceptaron complacidos y esta mezcla gustó tanto que decidieron hacerlo continuamente. Luego de un tiempo el padre de Leang le dijo que le daría un espacio de su presentación para que contara historias únicamente con su gaita. Para el joven músico esto fue algo difícil de entender y tampoco sabía qué podría narrar, por lo cual su padre le sugirió que empezara contando la historia tradicional de la gaita y terminara narrando  su vida personal con ella: sus vivencias, sus sentimientos y su entorno. Este fue el momento crucial en la vida del joven músico, a partir de lo que le pedía su padre nació el concepto de La Nueva Gaita, el cual mezcla lo tradicional con su propio contexto e historia.

Leang se percató de que podía tener una propuesta innovadora para la música. Por ello él junto a otros músicos participaron en un portafolio de estímulos que estaba ofreciendo la secretaría distrital de cultura de Barranquilla. El nombre de su proyecto era “De la gaita tradicional a la nueva gaita”. Con él propusieron aproximar la música tradicional gaitera a un contexto más urbano a través de nuevos ritmos, idea que resultó ganadora. El resultado fue la creación de la banda Bozá, que según cuenta Leang, su nombre hace alusión al término usado para indicar el momento del clímax en las canciones sabaneras.

Llevábamos un tiempo considerable hablando. Me percaté de que su timidez se había esfumado por completo y me pregunté si había sido por causa de hablar sobre la gaita. Aproveché el momento para preguntarle cómo describía su personalidad y me dijo sin rodeos: “soy una persona tímida, pero la gaita me ha hecho aprender a arriesgarme y a dejar a un lado mi timidez”.

Sentí que ya era hora de ver a este gran gaitero en acción. Le pedí que tocara algo para mí y su respuesta fue una gran sonrisa en señal de aprobación. Leang sacó rápidamente la gaita del estuche, adoptó una posición recta  y sin más preámbulo empezó a tocar la melodía de un viejo reggaetón, haciendo un perfecto big box con su gaita combinado con una suave sonoridad. Al tocar apretaba con gran fuerza sus ojos, se podía notar el esfuerzo que hacía por brindarle el aire suficiente a su instrumento. Sin duda el esfuerzo valía la pena; escuchar esta mezcla de sonidos me causó un gran asombro e increíbles ganas de bailar. En aquél momento pensé: él no está mamando gallo, esto de verdad es una novedad que promete.

Después de haber tocado la gaita, Leang reflejaba gran confianza y parecía alguien diferente a quien saludé por primera vez. Me contó que Bozá ya casi va a lanzar su primer sencillo y están trabajando en su segundo álbum. También me dijo que haber participado en festivales en Colombia, Francia, México y República  Dominicana les había abierto grandes puertas, oportunidad que están aprovechando para entrar en los mercados culturales de música Colombiana. Quise saber qué planes tienen para el futuro. Me recalcó que principalmente quieren reivindicar las tradiciones culturales, que más personas se interesen por el género de La Nueva Gaita y seguir divulgando su filosofía musical: “!Identifícate con lo tuyo!”.

Cuando ya habíamos terminado nuestra charla, el músico dice que me tiene que contar algo. Expresó que cuando él a penas estaba empezando con la gaita, un viejo gaitero de la sabana le dijo: “Tú tocas bien pero no tienes el asunto”. Aquél “asunto” tiene que ver con el sentimiento de los sabaneros hacia la gaita, porque para ellos las melodías de este instrumento deben “saber a hierba mojá’ y oler a mierda de vaca”, lo cual es algo que los Barranquilleros no pueden expresar con su música. Finalmente Leang Manjarrés me dijo: “puede que el viejito tenga razón y yo no tenga el “asunto”, pero lo voy a crear y mi asunto es La Nueva Gaita”.

*Estudiante de la Universidad del Norte, de Barranquilla

Por Tatiana Roenes Cadena*

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