"Yo lo que tengo es pura tradición": Manuela Torres, cantora de Basan Tambó

La edad no es impedimento para la cantora de Barranca Nueva, Bolívar, quien con 82 años sigue deleitando con su voz, demostrando el orgullo por sus ancestros y siendo fiel embajadora del folclor Caribe. 

Linda Rueda De la Hoz
15 de febrero de 2018 - 12:26 a. m.
Manuela Torres Arroyo, la Reina del Pajarito y la Chalupa. / Linda Rueda De la Hoz - El Espectador
Manuela Torres Arroyo, la Reina del Pajarito y la Chalupa. / Linda Rueda De la Hoz - El Espectador

"Mija, es que se me dificulta caminar", me dijo Manuela Torres Arroyo cuando la invité a ubicarnos en un lugar lejos del bullicio. No quería perderme ninguna de sus expresiones. Bajó un escalón con ayuda, se sentó en una silla y charlamos. Minutos después, como por arte de magia, su cuerpo frente al micrófono se olvidó de los dolores y parecía inevitable que bailara sobre sí mientras cantaba. Un hechizo la envolvía y a todos quienes la escuchábamos y veíamos. Lea también: “El Cañonazo”, la historia misma del Carnaval. 

Tiene la magia de quienes nacen en el departamento de Bolívar, la tierra del maestro Magín Díaz, aunque él era de Mahates y ella lo es de Barranca Nueva. Cunas del folclor Caribe que apenas se reconocen como tal, corregimientos en los que el río los arrulló con el cantar de su corriente y los bañó con aguas que llenan de amor por la música y don de gente. 

Alegre y descomplicada, a sus 82 años, Manuela Torres va de escenario en escenario luciendo su voz y moviendo sus caderas. "Yo lo que tengo es pura tradición", sentenció para dar inicio a la explicación sobre su trayectoria musical. 

"Años cantando, todos los que tengo. En vez de llorar cuando era bebé, yo cantaba. Eso es porque nací de dos bandas de músicos y se me grabó la música. Y así crecí, claro que no en escenarios, pero sí en el patio de la casa o en la puerta", recordó con desparpajo.

Ella es la menor de 7 hijos, hija de padres músicos y hermana de Pedro Manuel "Pello" Torres, director de la orquesta los Diablos del Ritmo de Sincelejo, con quien pasó su adolescencia, enamorada de todo lo que tenía que ver con el mundo de la música.

"Quería tocar un instrumento, pero mi hermano no me dejó. En ese tiempo las mujeres no tenían esa libertad, él pensaba que me podían faltar el respeto y eso no le iba a gustar. Pero yo estaba con la idea", contó orgullosa de su obstinación. 

Así que ella ponía un taburete de cuero en el sol y lo cogía como tambor para animar a sus sobrinos y vecinos en los "salones de palito" (casas dispuestas para el baile en Carnaval). "Yo gozaba y los ponía a gozar", dijo moviendo sus hombros y soltando una carcajada. 

Años más tarde se casó con Miguel Hernández Hernández y empezó su carrera como cantora. "Él era un poco fregado y no me dejaba, pero después me apoyó. Para ir a Miami yo tenía miedo y fue él quien me animó", explicó la voz fundadora de Basan Tambó, su agrupación con la que llevó su música al ámbito internacional. 

Manuela Torres empezó a cantar en las danzas de negros, fueron conociendo su voz y ganó reconocimiento en su natal Barranca Nueva. Luego hizo parte de la danza San Martín, con quienes llevó su canto a muchos lugares de Colombia y en la que ganó varios premios por su talento vocal.

En 2010, cuando quiso fundar su propia agrupación, ya era reconocida como la Reina del Pajarito y la Chalupa, ritmos en los que pone alma y corazón, en los que su voz se vuelve estremecedora. Así que Basan Tambó, conformada, entre otros, por dos de sus cuatro hijos y su nieta, prometía ser un éxito. Promesa cumplida.

"He tenido sorpresas porque dese cuenta que yo soy de la tradición y me invitaron a grabar una música de la de ahora, un lamento. Cato Anaya quiso tener una voz anciana, me costó pero lo hice, ellos me comprendieron", expresó Torres con la humildad que la caracteriza.

Porque eso sí tiene Manuela Torres Arroyo, no se considera una estrella, pero hace lo posible por iluminar con su canto. "Yo he sido ganadora de mejor voz, pero yo no sé si eso es verdad", dijo, soltó una carcajada y, con brillo en sus ojos, continuó: "Yo hago lo que hago por inspiración, porque me gusta, es sabroso. El que lo juzga a uno es el público".

Su musa a la hora de componer y de cantar son sus ancestros. "Me acuerdo de mi mamá, que tocaba el bajo marcante, que era el que daba el gusto, Eso sí se lo heredé, el gusto".

Y razón tiene, pues con sus más recientes canciones, El Saíno, original de su hermano, y Zambalambé, de su autoría, puso a bailar a más de uno en los carnavales.

Finalmente, dijo con voz esperanzada y mirada nostálgica, que su único sueño es que pueda cantar mientras tenga vida. Subió al escenario, Basan Tambó empezó a tocar, la magia la envolvió y su voz se escuchó. "Mana Catalina, Catalina Pérez; Mana Catalina, Catalina Pérez; me encuentro en esta tarima porque el recuerdo nunca muere...".

El resto, fue alegría y baile.

Por Linda Rueda De la Hoz

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