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Caficultores preocupados por construcción de hidroeléctricas

Alerta por proyectos hidroeléctricos en Planadas, Roncesvalles, Chaparral y Rioblanco que, según campesinos, acabarían con sus cultivos. El Espectador visitó Planadas.

Olga Lucía Garzón Roa
31 de mayo de 2014 - 03:39 a. m.
Los campesinos temen por la desviación del cauce del río Atá (agua utilizada para el consumo y para regar los cultivos) para el funcionamiento de dos hidroeléctricas.  /  Olga  Garzón
Los campesinos temen por la desviación del cauce del río Atá (agua utilizada para el consumo y para regar los cultivos) para el funcionamiento de dos hidroeléctricas. / Olga Garzón

Eduardo Palma es un campesino de 69 años que, al igual que los 33.000 habitantes de Planadas, ha sido testigo del conflicto armado desarrollado en la zona.

Vivió el auge de la amapola, cuando el 90% de los pobladores se dedicaba a cultivarla por falta de alternativas económicas. Sin embargo, en el año 2000, con la llegada del Ejército, fueron eliminadas grandes extensiones de la flor y, gracias a los programas de sustitución de cultivos del Gobierno Nacional, los labriegos fortalecieron la siembra de café.

Hoy en día, Planadas, con 13.095,8 hectáreas, es el primer productor de café de alta calidad en el Tolima, por sus tierras con condiciones agroecológicas óptimas para que el café se destaque por su dulzura y suavidad, y es tercero en el país, con una participación del 12% a nivel nacional, distinguido en competencias internacionales, según datos del Comité de Cafeteros del Tolima.

Sin embargo, sus habitantes sienten que hay una gran amenaza. Eduardo y sus paisanos cafeteros iniciaron una nueva batalla contra la empresa Cinetic S.A., que pretende construir dos hidroeléctricas: Hidroandes, para producir 41,3 megavatios, e Hidroplanadas, que propone generar 50 megavatios, utilizando el agua del río Atá (mayor afluente del Saldaña), que abastece a la población.

Para Hidroplanadas se construiría un túnel de conducción de 7.500 metros y para Hidroandes uno de 8.300 metros, los cuales involucran a siete veredas de manera directa, aunque en sus cuentas los campesinos dicen que son 16 las que están dentro del área y que el perjuicio será para todo el municipio, sembrado en su mayoría con café.

“El levantamiento de las hidroeléctricas generará que el agua del río se disminuya, los terrenos se sequen porque pierden la humedad y el café desaparezca”. Al año, 6.510 familias producen 64.000 cargas de café, asegura Eduard Sánchez, miembro principal del Comité Municipal de Cafeteros, quien lanzó la alerta en Ibagué el pasado 12 de mayo ante el gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros, Luis Genaro Muñoz, durante un encuentro del gremio.

Aunque las Farc también se oponen al proyecto, según Pablo Andrés López, presidente de Asojuntas, esto no quiere decir que hayan actuado bajo presión. “Lo hacemos por sentido de pertenencia, las juntas trabajan con autonomía”, asegura.

Para el doctor en ciencias agronómicas Mauricio García Arboleda, lo que pretenden hacer es una aberración contra la dinámica hídrica relacionada con la capacidad y sustentabilidad acuífera de la cuenca. “La resequedad que va a tener la microcuenca va a secar la piel del territorio, trayendo consigo grandes efectos negativos en materia de biodiversidad y capacidad productiva, atentando enormemente contra la autonomía territorial. Los daños son incalculables y no se podrían enmendar”, dice.

El ingeniero John Jairo Rojas, coordinador de ingeniería de Cinetic S.A., señala que hay desinformación. Según él, el cauce del Atá va a ser desviado temporalmente para efectos de la conducción y no va a causar perjuicios.

“Los labriegos riegan sus cultivos de café con agua de las quebradas y no con el cauce principal, que es el que se va a utilizar”, dice, y agrega que el estudio de impacto ambiental enumera obras de mitigación para los daños que se originen.

También señala que van a utilizar los medios de construcción acordes con el estudio de geología que determinó el tipo de suelo y de rocas en la zona, y que respetarán el caudal residual para conservar las condiciones de la región.

En manos de la Corporación Autónoma Regional del Tolima (Cortolima), dirigida por Jorge Enrique Cardoso, queda la determinación de si se otorga o no la licencia a Cinetic S.A.

Según el funcionario, aunque el departamento tiene un potencial de 6.600 megavatios, es un territorio inexplorado energéticamente. “Tenemos 18 cuencas, 17 de las cuales no son exploradas”, y, según la Unidad de Planeación Minero-energética (UPM), el sistema energético colombiano requiere la instalación de 7.914 megavatios para el futuro.

En el caso del Tolima, Cardoso informa que el departamento podría tener actualmente una demanda energética de 1.581 megavatios y ocupar el tercer lugar en capacidad de generación de energía, con el 6%, seguido de Antioquia (10%) y Santander (9%).

En el caso de las hidroeléctricas de Planadas, el funcionario reconoce que durante los tres años que duren las obras de construcción, el agua se reducirá y por tanto afectará toda clase de cultivos, incluyendo el café. “Esto sería sólo mientras dure el proceso, pero también se debe pensar en lo positivo: Planadas recibiría $53.000 millones en regalías durante el tiempo de vida de las hidroeléctricas”.

Jorge Enrique Cardoso aclara que aún no se ha tomado una determinación, pues los proyectos están en fase de estudio.

Over Mora, caficultor, dice al respecto que está en juego la “estrella hídrica del Tolima” como es llamada Planadas, y, sumada a los conflictos generados para la vida de las comunidades, sus páramos y su biodiversidad, la anhelada paz. “Para qué tanta plata, si no vamos a tener agua. Somos llamados la estrella hídrica del Tolima y nos van a quitar el único recurso que tenemos”.

Por Olga Lucía Garzón Roa

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