Desde hace varios años una sombra que se ha extendido por el mundo amenaza al café colombiano: el cambio climático. La deforestación y las altas temperaturas hacen cada vez más difícil el trabajo de los caficultores. Hay previsiones que estiman que si no se toman acciones al respecto, para 2080 ya no habrá café en el mundo. Si el panorama continúa, podría extinguirse mucho antes.
En su primer documental, la campaña digital Desarraigo expone este problema de manera clara y contundente. El cultivo del café requiere un trabajo de fina relojería, en el que hay que cuidar cada detalle, y hasta el más mínimo cambio puede afectar toda la producción. Tradicionalmente, el grano se ha cultivado en pisos térmicos entre 1.250 y 1.600 metros sobre el nivel del mar. El aumento de temperaturas ha hecho que las zonas óptimas para el cultivo aumenten hacia 1.450 y 1.800 metros, haciendo que las típicas zonas de cultivo en el país sean demasiado calientes para cosechar café. En otras palabras, gran parte de las fincas cafeteras entre 1.250 y 1.600 metros sobre el nivel del mar son obsoletas, lo que deja a muchos caficultores sin futuro.
En este enlace puede ver la primera entrega de este especial: Un mundo sin café
El cambio climático también trae consigo excesivas lluvias, sequías, hongos y enfermedades. Los caficultores están en un momento de incertidumbre, donde no tienen cómo saber si habrá un periodo prolongado de lluvias o una sequía extrema. Y a pesar de sus esfuerzos, si el planeta se sigue calentando, no habrá finca que aguante tales temperaturas. Según investigaciones realizadas por el Dr. Peter Baker, quien cuenta con más de 40 años de experiencia en investigación, capacitación y consultoría en café; las zonas cafeteras en Colombia se están calentando 0.3°C por década.
Es necesario emplear estrategias para frenar los efectos del cambio climático en la escena cafetera, pero el apoyo institucional hacia los caficultores es mínimo, lo que los deja solos en la batalla. Andy Jarvis, experto en cambio climático e investigador del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), sostuvo en una reunión con el Grupo de Diálogo Rural en 2012 que “el productor puede hacer ajustes adaptativos, como la siembra a la sombra (por ejemplo, en el café), cambios varietales y cambio de insumos. Pero se necesitan, además, adaptaciones estructurales. En el caso del café, por ejemplo, certificación que agregue valor al producto y financie los cambios en el sistema productivo; y políticas que ofrezcan incentivos a quienes realicen tales adaptaciones”. Desarraigo expone el problema, es tarea de todos los colombianos buscar la solución. De no ser así, la supervivencia del símbolo más importante del país está en riesgo. 
*El proyecto fue guiado por la Dra. Jessica Eise y Andrés Forero-Serna. Los seis estudiantes son: Camila Atencio, Nicolás Gómez, Vanesa Bernal, Mario Isaza, Laura Montes y Nicolás Rojas.
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