Clases al aire libre y un baño para 140 niños: así es una escuela rural en Ábrego

Los estudiantes del Centro Educativo Rural San Javier, en el municipio de Ábrego, Norte de Santander, no cuentan con las condiciones básicas de salubridad e infraestructura para asistir a clases dignamente.

Giovanny Mejía
28 de febrero de 2020 - 10:08 p. m.
Martha Ruth Arenas Torrado, directora de la institución, pide a las autoridades educativas que inspeccionen la problemática del Centro Educativo Rural San Javier pues considera que no los han tenido en cuenta para dar soluciones en infraestructura y dotación.  / Giovanny Mejía
Martha Ruth Arenas Torrado, directora de la institución, pide a las autoridades educativas que inspeccionen la problemática del Centro Educativo Rural San Javier pues considera que no los han tenido en cuenta para dar soluciones en infraestructura y dotación. / Giovanny Mejía

Los estudiantes de la vereda San Javier, del municipio de Ábrego, Norte de Santander, están en condiciones precarias debido a la falta de respaldo por parte del gobierno departamental y municipal. Uno de estos colegios ubicado en el Catatumbo tiene sólo tres salones para básica secundaria, mientras que para escuela media hay un kiosco con ocho pupitres. En ese espacio, la docente y los alumnos deben tomar clases bajo el sol y la lluvia. El Espectador visitó el Centro Educativo Rural San Javier, donde los estudiantes reciben clases en medio de un conflicto armado que se agudiza día a día. 

Angie María Torrado vive en la vereda Haraganazo y es estudiante de décimo. Para llegar al colegio debe salir a las 5 a.m., soporta frío en un camino lleno de barrancos. "En la mañana, como es bajando, duro dos horas y quince minutos para llegar al colegio. En la tarde me demoro dos horas cincuenta minutos subiendo". Además, Angie dice que la inseguridad en la región ha aumentado. 

En los primeros días de febrero, el recrudecimiento de la guerra entre el Ejército de Liberación Nacional (Eln) y el Ejército Popular de Liberación (Epl) tuvo confinados, bloqueados y amenazados de desplazamiento a varios de los 11 municipios del Catatumbo. 

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Juan Carlos Jácome, alcalde de Ábrego, le explicó a este diario el 15 febrero que durante el paro armado que anunciaron ambos grupos ilegales, se desplazaron más de 300 personas de la vereda La Arenosa a la vereda El Espejo. "Hace unos días hicimos un registro en el cual determinamos que casi la mitad de las personas regresaron a La Arenosa. También hay 45 familias que no han podido salir de la vereda La Vega del Tigre, al igual que otras 35 en Los Milagros. Por esta situación de confinamiento tenemos riesgo de desabastecimiento: no dejan entrar ni salir a nadie, no hay manera de comprar víveres".

En medio de este conflicto que se ha agudizado desde 2016, los estudiantes intentan graduarse del colegio y salir adelante. Sandra Milena Pacheco, estudiante que aspira a ser personera de la institución educativa, ha buscado soluciones para sus compañeros. “Nos tocó dar plata para arreglar el salón porque antes estábamos de un lado para otro y esa no es la forma de estudiar”. Un pequeño galpón fue adaptado por los propios estudiantes donde las telas deterioradas por las inclemencias del tiempo sirven de paredes para evitar los rayos del sol. Aquí los estudiantes de séptimo, en condiciones de hacinamiento, reciben sus clases. 

Este no es el único lugar que fue adecuado por iniciativa de los alumnos. Gracias a una recolección de dinero, lograron la construcción de un solar con piso de cemento, techo de zinc y una malla que separa el colegio de un lote vecino donde rondan aves de corral y cantan los gallos, lo que interrumpe las clases. La obtención del diploma les ha costado un muchos sacrificios ya que de un rincón pasan a otro buscando acomodo.

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Los docentes no se han quedado quietos. Dirigieron oficios a las autoridades educativas municipales, departamentales y a las respectivas secretarías de educación. La respuesta siempre es la misma: “vienen, miran, nos hacen promesas pero todo se queda ahí”, explicó una docente. Además, en el colegio no hay un campo deportivo que cumpla con las condiciones para realizar educación física. “En vez de propender por un desarrollo físico saludable, tanto alumnos como docentes, resultamos enfermos”, dijo la profesora Marbely Vergel, quien agregó que no hay implementos deportivos en el colegio. “No hay un espacio digno, pues no tenemos cancha, sino un tierrero y trabajan bajo el sol". 

Las condiciones de salubridad es otro de los aspectos que pone en riesgo la salud de los estudiantes. Para los 140 alumnos hay solo una batería sanitaria donde el flujo de agua no es constante. Además, deben desplazarse a otros puntos dentro del colegio para hacer conexiones en las mangueras que tienen varios remiendos, dice Cristian Morinelli, profesor de la institución educativa. Añade que cuando no les llega agua, no se puede preparar el almuerzo del Plan de Alimentación Escolar.

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En cuanto a los materiales para poder llevar a cabo sus clases, John Edison Palacios de décimo grado dice que por un computador hay cinco estudiantes por lo que en las clases deben rotarse entre todos para poder manejarlo. Además, los niños no tienen uniforme y a pesar de que esta semana empezó una ruta con transporte escolar, no da abasto ya que por lo menos se necesitan cinco. Martha Ruth Arenas Torrado, directora de la institución, pide a las autoridades educativas que presten atención a la problemática del Centro Educativo Rural San Javier pues considera que no los han tenido en cuenta para dar soluciones en infraestructura y dotación. 

 

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Por Giovanny Mejía

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