Cynthia Pérez, la coequipera de William Dau

La próxima gestora social de la ciudad tiene 36 años y es administradora de empresas. Estuvo desempleada en los últimos cinco años, fue gerente de campaña del candidato independiente y una de las pocas personas que siempre confiaron en su sorpresiva victoria. Esta es su historia.

- Redacción Nacional
24 de noviembre de 2019 - 02:00 a. m.
Cynthia Amador es esposa de un boquillero y la mayor de dos hermanas. / Pedro Mendoza
Cynthia Amador es esposa de un boquillero y la mayor de dos hermanas. / Pedro Mendoza

A William Jorge Dau Chamatt ninguna encuesta lo daba ganador antes de las elecciones del pasado 27 de octubre. El escepticismo se impuso sobre su nombre como nuevo alcalde de Cartagena debido a que era desconocido y no se enlistaba en ninguno de los clanes corruptos de la ciudad. Por el contrario, en los conteos oficiales y de pasillos la gente aseguraba el triunfo a William García Tirado, el candidato de los excongresistas parapolíticos Vicente Blel y William Montes, pues nadie veía posible derrotar la maquinaria que ha manejado el Palacio de la Aduana. Pero una mujer siempre creyó en esa victoria y convenció al mismo Dau de alcanzarla. Se llama Cynthia Pérez Amador, tiene 36 años y será “la primera dama” de la ciudad desde el 1° de enero de 2020.

Cynthia, quien prefiere el Amador antes que el Pérez, creció en las calles desempolvadas del barrio El Reposo, uno de los marginados y con necesidades básicas insatisfechas con las que sobrevive el 27 % de la población en situación de pobreza en Cartagena. Hasta hace una semana vivía ahí con su esposo y sus dos hijos, pero la misma polarización política que catapultó el triunfo de su candidato, William Dau, la obligó a salir de su hogar e instalarse en un nuevo barrio cerca del centro. Los seguidores de su contradictor la han agredido verbalmente y le han lanzado objetos, y por eso hoy transita por las calles acompañada de un conductor y un escolta.

Así fue como Cynthia Amador se convirtió en una “fan destacada” de Dau en Facebook y siguió cada una de sus publicaciones hasta que el abogado anunció su llegada a Cartagena para cumplir con una orden de arresto por desacatar un fallo de tutela. La justicia determinó que el abogado injurió al empresario Alfonso el Turco Hilsaca, procesado penalmente por homicidio y señalado por vínculos con grupos paramilitares, y le ordenó a Dau retractarse, pero él se negó. Por eso llegó desde Estados Unidos para pasar tres días arrestado en la estación de Chambacú.

Aunque en ese momento convocó en redes sociales a sus más de 40 mil seguidores y decenas de ellos coordinaron ir juntos al aeropuerto Rafael Núñez para recibirlo, la única que llegó a la cita a comienzos de este año fue Cynthia Amador, y por primera vez se conocieron. Meses antes ella había colaborado con una iniciativa de Dau cubriendo con pintura la publicidad de los candidatos al Congreso de la República que contaminaban la ciudad. Desde entonces han sido inseparables y el pasado mes de julio la mujer fue designada su gerente de campaña.

Los 113.627 votos que logró Dau son resultado, según Amador, de una intensa estrategia que se enfocó en Instagram y en Facebook, y se dirigió especialmente a los jóvenes. Gracias a la colaboración de dos voluntarias universitarias, la campaña creó grupos de Whatsapp en los que se compartía con los estudiantes las publicaciones de las redes sociales de Dau. “Al principio la gente nos decía que éramos chiflados, que no íbamos a ganar. Siempre creí y nunca dejé que William se desanimara. Recuerdo una vez que invitamos a un montón de gente a una reunión por la Universidad San Buenaventura y solo llegaron 30 personas. La gente no respondía a lo que él esperaba según las redes sociales, pero conozco cómo funcionan las cosas en Cartagena. La clave del éxito fueron sin duda los jóvenes, porque convencieron a sus amigos y a sus papás”, cuenta Amador desde su nueva casa.

Según los registros de Cuentas Claras del Consejo Nacional Electoral, la campaña de William Dau costó $133’798.676 y casi el 80 % de esa cifra se destinó a cubrir gastos de propaganda electoral, más específicamente en publicidad de Facebook e Instagram. “William manejaba sus propias redes sociales y en las últimas dos semanas previas a la votación pautó casi diariamente en estos espacios, para que la gente lo viera varias veces al día. Él quiere primero a sus hijos y después a sus seguidores, y por eso se negó en un comienzo a que otra persona respondiera los comentarios de la gente”, agrega Cynthia.

La estrategia dio sus frutos y la estocada final la dieron los audios que reveló la W Radio en los que quedaron al descubierto las prácticas clientelistas de los clanes tradicionales de la ciudad. Ese hecho, sin duda, acrecentó la indignación y el cansancio por las maquinarias de siempre. Hacia las 6 p.m. del 27 de octubre de 2019 ya se conocía que el nuevo alcalde de Cartagena sería William Dau y la victoria la recibieron en la casa de uno de los hijos del candidato en medio de abrazos y lágrimas. Y aunque para muchos sectores y las encuestadoras fue un resultado inesperado, Cynthia asegura que ella sí lo preveía. “Mientras que los otros gerentes de las campañas estaban sentados en algún restaurante o en su sede, tuve que repartir almuerzos a mis testigos electorales, porque no tenía otra persona que lo hiciera. Realmente dimos todo en esta campaña”, narra Amador.

Tras su elección, William Dau anunció que la nombraría como “primera dama” de la ciudad, un cargo cuyo nombre oficial es gestora social. Y, aunque no le disgusta que la llamen con cualquiera de los dos títulos, sí expresa su extrañeza de cómo llamarían al hombre cuya pareja sea elegida alcaldesa, “¿primer caballero?”. Amador es esposa de un boquillero y la mayor de dos hermanas en un hogar sostenido por su madre, Lourdes Amador, una empleada doméstica que labora en la zona de Castillogrande. Gracias a ella nunca le faltó lo esencial, ni siquiera su padre, con quien no tuvo un vínculo afectivo y falleció hace 15 años en un accidente de tránsito.

“Mi mamá fue una guerrera y nos sacó adelante. Ella me costeó los estudios en programación en sistemas”, asegura Amador, quien superó el maltrato escolar de quienes se burlaron de ella por ser negra y de contextura gruesa. Desde pequeña jugó a ser empresaria y se inventaba historias en las que confluyeran un pequeño escritorio y muchos documentos. Por eso, apenas obtuvo su primer empleo en la Fototeca Histórica de Cartagena, ahorró sus primeros sueldos y se matriculó en la carrera de administración de empresas en la corporación IAFIT.

Cuando la fototeca cerró puertas, Amador se quedó sin empleo y, meses después, fue contratada en una comercializadora de vinos italianos durante cinco años hasta que su bebé cumplió nueve meses y quedó nuevamente desempleada. Desde entonces trabajó haciendo aseo doméstico por $50.000, vendió camarones y pescado, así como ropa por catálogo. Además, vendió la lotería durante un mes, pero terminó renunciando porque gastó más en los pasajes del transporte que lo recibido en comisiones.

A partir del próximo 1° de enero, Cynthia dejará atrás estos oficios y tendrá a su cargo la oficina de gestión social de la Alcaldía de Cartagena. Dice que se enfocará en la primera infancia, las personas con discapacidad y en los jóvenes en riesgo. “Quiero que las universidades nos ofrezcan becas. Hay que generar oportunidades”. Junto a ella, otros 16 funcionarios ingresarán a dirigir las secretarías y principales departamentos de la administración y serán seleccionados tras una convocatoria pública en la que se han recibido más de 5.000 hojas de vida. Por ahora, lo único cierto es que Mónica Fadul, aliada de los empresarios y directora de Fenalco en Bolívar, será la vicealcaldesa de la ciudad y gerenciará los asuntos más relevantes.

El nombramiento de Fadul tranquilizó a algunos sectores, pues a Dau se le critica su falta de experiencia y conocimiento técnico para trabajar en el sector público. “No sé qué alcalde necesita un certificado para acreditar experiencia como alcalde. William es un profesional preparado, es abogado. Por falta de oportunidades, por la rosca, es que no ha trabajado en lo público”, opina Amador, quien advierte que la política tradicional de Cartagena sabe que no puede acercársele al nuevo alcalde “con cualquier propuesta indecente porque los va a mandar por un tubo”.

En menos de 10 años, William Dau será el alcalde número 12 de Cartagena y los ciudadanos esperan que su elección no empeore la crisis de gobernabilidad de la ciudad. Que pueda al menos terminar su mandato. Y Cynthia Amador estará a su lado como la primera gestora social que proviene de los sectores más oprimidos de la ciudad y que romperá con el estereotipo de dicho cargo.

Por - Redacción Nacional

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