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Desplazados recuperan su esencia campesina

En la comuna 8 de Medellín decenas de campesinos desplazados por la violencia participan en la reparación del Cerro Pan de Azúcar, poniendo en práctica sus conocimientos agrícolas tradicionales.

María Luna Mendoza
17 de diciembre de 2013 - 06:30 a. m.
El barrio Pinares de Oriente de la comuna 8 de Medellín se ha convertido en un verdadero territorio de paz.  / Agencia de Noticias UN
El barrio Pinares de Oriente de la comuna 8 de Medellín se ha convertido en un verdadero territorio de paz. / Agencia de Noticias UN

En 2002, Aura Mosquera fue desplazada por un grupo armado de la vereda Guamocó, municipio de El Bagre, en el nororiente antioqueño. Junto a sus cinco hijos llegó a Pinares de Oriente, un asentamiento de víctimas del desplazamiento forzado, ubicado en la Comuna 8 de Medellín. Al igual que otras 650 personas, Mosquera ha sido beneficiada por un creativo proyecto de reconstrucción del tejido social y cultural, impulsado por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín.

Un novedoso sistema de agricultura urbana con enfoque agroecológico ha sido el mejor mecanismo para avanzar en el proceso de construcción colectiva de la “memoria cultural” de más de 180 familias campesinas que han llegado desplazadas desde diferentes lugares a Medellín, uno de los municipios colombiano con mayor recepción de víctimas de este flagelo (37.938 en 2012), según cifras de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES).

Estudiantes, profesores y víctimas del desplazamiento construyeron de manera colectiva el proyecto. El cultivo de las huertas; la siembra de plantas nativas y árboles frutales; la instalación de jardines, y la producción avícola y cunícola no sólo han fortalecido su seguridad alimentaria, sino que han facilitado la creación de nuevos vínculos comunitarios que han hecho de Pinares un territorio de paz, explica Guisela Quintero, habitante del sector.

A través de diferentes herramientas se han promovido iniciativas de autogestión y desarrollo comunitario para la transformación de algunas de las problemáticas ocasionadas por el conflicto social y armado colombiano.

“Se trata de un proyecto de extensión solidaria que contribuye al mejoramiento integral de la calidad de vida y el hábitat de una comunidad especialmente vulnerable”, cuenta el profesor Rafael Rueda Bedoya, líder de la iniciativa.

Durante los cinco años de existencia del proyecto la comunidad de Pinares de Oriente ha participado activamente en los talleres ofrecidos por el equipo de la U. Nacional. En estos han aprendido técnicas de reforestación, preparación de abonos orgánicos y construcción de hábitats sostenibles con el fin de contribuir a la reparación ambiental del Cerro Pan de Azúcar, lugar en el que se ubica el asentamiento.

Isela Quintero, coordinadora de la Mesa de Desplazados de la Comuna 8 de Medellín, dice que gracias a esta iniciativa estudiantil, cientos de personas han podido recuperar su esencia campesina, pero, sobre todo, la esperanza de poder reiniciar.

“Cuando la gente es desplazada lleva consigo un saber, un conocimiento sobre el cuidado y el cultivo del campo que debe ser rescatado del olvido”, concluye Rafael Rueda.

mluna@elespectador.com

Por María Luna Mendoza

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