Desterrando a la muerte del Magdalena

En La Dorada (Caldas) se inauguró un monumento en memoria de las víctimas del conflicto en esa región del país.

Sebastián Jiménez Herrera /
15 de septiembre de 2013 - 09:00 p. m.
Monseñor Anibal Salazar es uno de los líderes de la caminata.  / Fundación Chasquis
Monseñor Anibal Salazar es uno de los líderes de la caminata. / Fundación Chasquis

“El Magdalena, que debería ser un río de vida, se ha convertido en un río de muerte. ¿Cuánta sangre inocente se ha derramado sobre sus aguas? La virgen va a purificar el río”. Con estas palabras, monseñor Leonardo Gómez dio inicio a una peregrinación sin precedentes por la que la virgen peregrina de Chiquinquirá salió de su descanso tras 13 años sin hacerlo, con un objetivo claro: erradicar la muerte del Magdalena. La Dorada (Caldas) fue testigo del inicio de esta procesión que, hasta el 19 de octubre, visitará poblaciones que se han acostumbrado a ver cuerpos flotando en las aguas.

En esta población, en un evento que contó con la participación del presidente de la Cámara de Representantes, Hernán Penagos, y el gobernador de Caldas, Julián Gutiérrez, las víctimas del conflicto armado interno recibieron un homenaje simbólico: una escultura con forma de vela, a las orillas del Magdalena. Una luz, pero desgarrada por las heridas de la violencia, fue como el alcalde de La Dorada, Erwin Arias, describió la escultura.

“He visto el cuerpo de mi marido siendo llevado por las aguas”. “He golpeado todos los ataúdes buscando a mi hijo”. “He recogido de un campo minado el cadáver de mi hermano”. Las frases hacen parte de la obra de teatro que fue presentada a orillas del río Magdalena al ser revelada la escultura. Palabras que resumen la realidad de una región plagada por la violencia y con decenas de masacres en su memoria.

Varias poblaciones de esta zona han sido escenario de la barbarie del conflicto: desde Puerto Boyacá (Boyacá), que desde finales de los 70 se hizo a un oscuro nombre por ser una de las cunas del paramilitarismo y autodenominada capital antisubversiva, hasta San Pablo (Bolívar), donde el 8 de enero de 1999 los paramilitares acabaron con la vida de 14 personas. También lo han sido Barrancabermeja (Santander), Simití (Bolívar), Puerto Berrío (Antioquia) y un largo etcétera de municipios.

“El Magdalena fue profanado porque muchos muertos fueron arrojados al río. En ese caso el río tiene que volver a ser un símbolo de unidad nacional”, dijo al respecto Gonzalo Murillo, director de la Red de Programas de Desarrollo y Paz, quien agregó que a lo largo de la geografía colombiana hay cientos de lugares que, como el río Magdalena, deberían pasar por un proceso de resignificación para, por así decirlo, exorcizarlos, entre otros, los Montes de María o el río Cauca. “La resignificación tiene que ver con que los lugares donde se asesinó a muchas personas y se ultrajaron sus cadáveres, se conviertan en lugares donde se recuerde a las víctimas pero en una perspectiva de vida, en una perspectiva de la memoria”.

Pero sacar a la muerte de las aguas del río no es el único objetivo de esta peregrinación. Tanto organizadores como participantes apuntan a que con este tipo de eventos se les habla a los negociadores del Gobierno y de las Farc reunidos en La Habana (Cuba) para dialogar sobre una posible salida al conflicto.

En una de las presentaciones que se hicieron para inaugurar esta peregrinación, un grupo de personas cantaban mientras que detrás suyo era presentado un video con imágenes de víctimas del conflicto. En un punto la canción que cantaban hacía referencia a promesas de paz incumplidas y entonces en el video salían el expresidente Andrés Pastrana y el fallecido canciller de las Farc, alias Raúl Reyes, durante las fallidas negociaciones del Caguán.

Para el gobernador de Caldas, Julián Gutiérrez, con estos eventos hay un mensaje claro para los negociadores: estos eventos que azotaron el Magdalena Medio “no pueden volver a ocurrir”. Gonzalo Murillo fue enfático: “Las personas que están en La Habana tienen que saber que no habrá paz si no hay reconciliación y la reconciliación pasa necesariamente por escuchar la voz de las víctimas. No se puede negociar la dignidad del ser humano y esa dignidad está ofendida y afectada”.

El representante Hernán Penagos fue más allá y señaló que con estos eventos se les dice a las Farc que “ya es hora de que reconozcan que también son victimarios y que en tal sentido tienen el deber de verdad, justicia y reparación para con las víctimas. Antes que cualquier negociación hay que entender que primero están las víctimas y que primero está resarcirlas, no solamente desde lo material, sino también con la memoria histórica que los colombianos deben tener frente a los hechos de crueldad y de violencia que han pasado en las últimas cinco décadas”.

En la misa de apertura de la peregrinación, monseñor Leonardo Gómez señaló decidido que la Iglesia apoya las negociaciones en La Habana y espera que el Eln se siente pronto a dialogar. “La paz no se logra a punta de plomo. Tiene que haber compromisos serios. Que las Farc dejen las armas, que el Gobierno busque caminos de justicia. Ha habido fallas de parte y parte, pero la idea no es continuar la guerra, sino que se llegue a un acuerdo que ponga fin al conflicto”.

Así lo dijo monseñor en la catedral de La Dorada. Así se lo dijo a una población que ha sabido lo que es la violencia. Que ha sabido lo que es el miedo a pescar sin saber en qué momento el cuerpo de una víctima saldrá de las aguas. Desde el Guamuez hasta el Cauca, desde el Putumayo hasta el Ranchería, los ríos de Colombia se han convertido en camposantos por cuenta de los violentos que han arrojado a sus aguas a sus víctimas. Muchas de ellas desaparecieron con la corriente. Esta peregrinación sin precedentes es en memoria de ellas.

jjimenez@elespectador.com

@juansjimenezh

Por Sebastián Jiménez Herrera /

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