Dos víctimas del conflicto serán premiadas con el Premio de Mujeres Anne Klein

Mayerlis Angarita Robles y Jineth Bedoya se convertirán en las primeras colombianas en ser galardonas por la Fundación Heinrich Böll. La entrega será el próximo 2 de marzo en Berlín. El reconocimiento se le da a las mujeres por su dedicación y lucha en la defensa de los derechos y en contra de la violencia sexual a las mujeres.

Andrés Montes Alba / @amontes023
27 de febrero de 2018 - 11:00 a. m.
Hasta 2012 sufrió 36 agresiones, entre incendios, panfletos y amenazas telefónicas  / Cortesía Narrar para vivir
Hasta 2012 sufrió 36 agresiones, entre incendios, panfletos y amenazas telefónicas / Cortesía Narrar para vivir

Mayerlis comenzó preguntándoles a las mujeres si querían o tenían algo que contar, quería que otras lograrán superar el impacto dejado por la guerra, las reuniones las hacían en los parques de los pueblos. Al comienzo les decían que parecían un galpón de pollos que estaba hablando de “cosas de mujeres”, por esa razón los grupos armados ilegales no las molestaban.

En el año 2000 fundó Narrar para vivir, una organización de 840 mujeres de 15 municipios en los Montes de María. Por sus labores ha llegado a sufrir agresiones. Una vez, viajando en un vehículo con sus dos guardaespaldas fue atacada a tiros. Salió ilesa, y siguió trabajando por ella y las mujeres que representa. Fue candidata a la alcaldía de su municipio, San Juan de Nepomuceno, Bolívar, pero perdió el aval del Partido Liberal (partido que impulsó la Ley de Víctimas), que prefirió dárselo a un ex concejal apadrinado por un ex senador condenado por corrupción. A pesar de eso se lanzó con el aval de ASI, pero perdió.

Hizo parte del mismo foro sobre violencia sexual con las Nobel de Paz Joddy Williams y Shirin Ebadi en Cartagena. En marzo de 2015 viajó con el grupo que estuvo en la subcomisión de género en los diálogos entre las Farc y el Gobierno. Y hasta la presidenta chilena Michelle Bachelet, en una cumbre en Bogotá le dijo: “Si usted quiere realmente transformar tiene que llegar al poder, si las mujeres no llegamos al poder vamos a seguir cargando maletas”.

Por eso, Mayerlis Angarita Robles estudia derecho en la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla todos los martes y miércoles, de 6 de la mañana hasta las 10 de la noche. Lo hace así para poder cumplir con los 18 créditos del semestre y seguir trabajando en la fundación. Y será a partir de este viernes la primera colombiana, junto a Jineth Bedoya, en ganar el Premio de Mujeres Anne Klein 2018, que incluye la entrega de 10000 euros. El Espectador habló con Mayerlis, quien este viernes 2 de marzo en Berlín, frente a 300 personas, sentirá el reconocimiento del mundo para una mujer que quiso narrar y contar, desde una región golpeada por la guerra, que existe una vida después de la violencia.

¿Qué representa haber ganado este premio?

Esto es de sacrificio, de las mujeres que estamos en la trocha, en el barro, uno espera que se reconozca la labor, se concentran tanto en Bogotá. A  pesar de que el premio diga mi nombre, esto es un reconocimiento por narrar de todas nosotras. Estamos allá todos los días, con todos los actores armados. Ir a reconstruir el país es imposible cuando no se sana el odio. El premio es una recompensa al trabajo social y político, son 18 años trabajando y es la primera vez que nos ganamos algo.

Para la labor que usted ejerce como líder social, ¿en qué aporta este reconocimiento?

Va a ayudar a visibilizar y a la cooperación, a que se sume la empresa privada o el mismo gobierno. A nosotras nos conocen en Bogotá por lo que hemos llegado a incidir, pero somos región, nos veían siempre como las chiquiticas, las de allá en el territorio. Porque el reconocimiento es a esas mujeres que están allá, donde no tienen condiciones y a pesar de no tener nada y estar en contra de todo lograron construir sus comunidades. Ya no somos las pobrecitas víctimas, nosotras somos las sujetas de derechos, somos mujeres que hemos entendido que nos deben reparar por ese daño, pero no nos vamos a quedar esperando si algún día el gobierno se acuerda que nos tiene que reparar. No, estamos siendo protagonistas de este proceso.

En la justificación que dio el jurado, entre varios motivos, dicen que el premio lo otorgan por “su contribución emancipadora”, ¿qué es lo que ha hecho que el trabajo suyo y de la fundación sea visto como una emancipación?

Yo creo que estamos salvando vidas, primero empecé por la mía. El conflicto nos deja sin ganas de seguir viviendo. Nosotras fuimos tomadas como botín de guerra. Entonces lo que hicimos fue volver a creer en esa vida, por eso nos llamamos ‘Narra para vivir’. Es entender y preguntarse, desde la palabra, qué estoy haciendo yo para que no se repita. Yo te lo digo porque yo lo viví. Yo viví la desesperanza y el resentimiento. Por eso ahí vi que yo tengo que sanarme, y buscar a otras mujeres que estén pasando por lo mismo. Todas fuimos capaces de pararnos y decir, somos constructoras de paz. Emancipar es lograr que se vean como sujetas políticas, que quieran trabajar en las mesas de víctimas e inclusive a que aspiren a espacios políticos.

¿Cómo ha sentido los beneficios de lo que quedó firmado en los acuerdos de La Habana en su territorio?

El conflicto no se ha acabado, se logró un acuerdo con una parte de los actores, significa mucho que dejen las armas, pero sus ideales siguen ahí. Podemos ir avanzando y entre menos gente armada, menos hijos van a morir. Creo que eso se ve significativamente en los hospitales, en los ataques a nosotros como población civil, pero la paz total no está, es un aporte muy importante que este grupo haya dejado las armas, pero aún hay bacrim y Eln. Hay que hacer un llamado de atención al Gobierno porque hay que trabajar en las heridas que tienen las personas.

¿Usted qué lectura tiene del aumento de crímenes y ataques contra líderes sociales?

Para que existan garantías hay que tener menos vulnerabilidades. Hay una estrategia para enfrentarlo y es buscar la manera de protegernos colectivamente, porque en lo individual siempre estaremos expuestos. Para eso el gobierno debe tener una verdadera política, tiene que ser un mandato territorial. Nosotros también aportamos a la reconstrucción. Preocupan los ataques y las muertes, da miedo, uno se acuesta y no duerme, se vive en zozobra. El gobierno debe darle garantías a todos los líderes y lideresas. Hay que bajar esos niveles de vulnerabilidad. A veces dejamos de desayunar para poder tener para el transporte para llegar a otra vereda, la protección también está en darle herramientas a los líderes para que puedan hacer su trabajo.

Volviendo al premio, ¿cómo se enteró de que se lo ganó?

Llevaban una semana tratando de comunicarse conmigo, como yo no contesto el número que no conozca por las amenazas, me llamaban y me llamaban, cuando vi unos números mucho más largos entonces dije ‘esto tiene que ser de otro lado’, y ahí me atreví a contestar. Después de una semana llamando, la directora de la fundación tuvo que irse a Berlín, por eso quien me lo contó fue una delegada. Cuando me lo dijo yo pensé que me estaban mamando gallo. Yo estaba en mi casa con mis hijos, colgué y me puse a llorar. Todo ha sido muy lindo, si aquí no nos daban un dulce, ni una placa ni nada y por allá que ni me conocen, ganar esto ha sido maravilloso. Es una recompesa al resarcir.

Por Andrés Montes Alba / @amontes023

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