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El adiós de Marmolejo, el último botadero a cielo abierto en una capital

En Quibdó sus habitantes han esperado por años un recinto digno para el manejo de sus desechos. Ahora, con una celda de contingencia a la vista en lugar transitorio del antiguo botadero, los interrogantes recaen en cómo beneficiará este lugar a la ciudadanía en un largo plazo.

Camilo Pardo Quintero
29 de septiembre de 2020 - 03:00 a. m.
A Marmolejo llegan más de 70 toneladas de desechos al día. / Cortesía R4S Group
A Marmolejo llegan más de 70 toneladas de desechos al día. / Cortesía R4S Group

En Quibdó (Chocó), el eterno debate por el cierre de su botadero de basura a cielo abierto parece acercarse a un final. Se trata de una discusión que comenzó a tomar más fuerza en 2017, y desde entonces ha sido promesa de campaña de distintas administraciones que han ofrecido revolucionar la gestión de basuras para que el 70 % de los desechos se conviertan en abono y el 15 % de estos se puedan transformar en material reciclable con calidad de exportación.

Sin embargo, el panorama ha cambiado y, según fuentes de la Asamblea Departamental de Chocó, las presiones desde distintos grupos ambientalistas y organizaciones sociales a la administración de Martín Emilio Sánchez, alcalde de Quibdó, han llevado a que se ponga sobre la mesa la necesidad de adoptar medidas concretas para tratar estos residuos mediante un trabajo mancomunado con el Gobierno Nacional, especialmente con los organismos de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd) y el Viceministerio de Agua, dependencia del Ministerio de Vivienda.

De hecho, desde mediados de agosto, este sector de la cartera de Vivienda llegó al territorio para definir una hoja de ruta que pudiera permitir alternativas para que en esta zona del país el tratamiento de basuras no sea más un riesgo para la salud de los ciudadanos. Más aún si se tiene en cuenta que, según diferentes organizaciones sociales, Marmolejo es uno de los botaderos más grandes de la región Pacífica y del país.

Según el viceministro de Agua, José Luis Acero, a Marmolejo llegan más de 70 toneladas de desechos al día, y un cambio sustancial para mejorar las condiciones en el trato de basuras debe verse desde “una política en la que se beneficie todo el departamento, en el que se adecue en una zona que no afecte la vida de los ciudadanos y que tenga una proyección regional”.

Un cambio necesario

El funcionamiento de Marmolejo es sinónimo de riesgo para la vida de los quibdoseños. O por lo menos así se entiende desde las conclusiones de un informe de Invemar, organización avalada por Colciencias, en la que se define concretamente a los botaderos a cielo abierto como un área de disposición de residuos sólidos, que no tiene control y no cuenta con las medidas para la prevención y mitigación de impactos ambientales y sanitarios como la erosión, sedimentación, generación de gases o aparición de roedores.

El hecho de que Marmolejo haya estado en servicio por tanto tiempo, a sabiendas de los efectos negativos en la salud de las personas, es una molestia para líderes regionales y un capítulo más dentro de los rezagos que vive el departamento en materia de política social.

Una de estas voces es la de Jhor Anderson Mena Mayo, exsecretario de Medio Ambiente de Quibdó y actual líder comunitario en la capital chocoana. Según él, “es una vergüenza que nuestra capital sea el único municipio de estas características que aún tiene un lugar así para tratar los desechos de forma precaria. Esto apenas es un mínimo de dignidad y las respuestas concretas para solucionar la operación sanitaria se han demorado bastante”.

Además, Mena le dijo a El Espectador que “el botadero Marmolejo no cumple con los estándares establecidos por la Aeronáutica Civil y lleva en planes de contingencia bastante tiempo [...] Y a pesar de que desde la actual administración quieren abordar el problema del relleno sanitario, les faltan muchas cosas; hay que seguir con el tapete ambiental para seguir adelante y así tratar las cuestiones ambientales”.

Por su parte, Marlidis Palacios, secretaria de Ambiente y Biodiversidad de Quibdó, comenta que “dejar a Marmolejo permitirá darles más voz a los ambientalistas y así podrán venir proyectos en clave del avance de la economía circular que queremos en nuestro territorio”.

Celda de contingencia, ¿la alternativa ideal?

El alcalde Sánchez sostiene que este es un momento para no pensar en los errores del pasado, sino para ofrecer garantías de desarrollo. “Se ha dicho que sin Marmolejo Chocó no volverá a tener un sitio para adecuar basuras. De hecho, hay quienes afirman que esos servicios se trasladarán a Pereira (Risaralda) y con Quibdó con los brazos cruzados, lo cual es un grave error. Lo de la celda de contingencia será el primero de varios proyectos para mejorar las condiciones sanitarias y no escatimaremos en estar al pie de un relleno sanitario con condiciones de seguridad y salubridad para los quibdoseños y chocoanos”, asevera el mandatario.

En este caso, a priori, la respuesta a corto plazo será una celda de contingencia de residuos, que estaría lista en agosto de 2021. Tendrá un costo de $12 mil millones, que serán costeados directamente por medio de transferencias de la nación.

A pesar de que el cierre técnico de Marmolejo comenzó a hacerse realidad desde el 2 de septiembre y se extenderá hasta 2024, las dudas sobre continuar con un modelo de relleno sanitario persisten y los consejos comunitarios locales reclaman que si fueron los últimos en dejar el modelo de botadero de cielo abierto, a nivel de capitales, lo correcto es que un proyecto a futuro sea más sostenible y viable para el desarrollo social.

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