El “amor eficaz” como principio fundamental para el diálogo

El arquitecto Jesús Antonio Villalobos Rubiano hace un relato desde su experiencia personal sobre el líder político y religioso.

Jesús Antonio Villalobos Rubiano* / Especial para El Espectador
16 de febrero de 2017 - 10:39 p. m.
El “amor eficaz” como principio fundamental para el diálogo

Mi primer conocimiento sobre la existencia de Camilo, fue a partir de las historias contadas por mi padre en las horas del almuerzo, cuando apenas tenía ocho años. La intriga y fascinación despertada por aquellas historias animaron un interés en mí, que aún conservo por la vida y obra del sacerdote Camilo Torres Restrepo. Posteriormente, cuando contaba con 14 años una de mis hermanas en sus primeros años en la Universidad llevó a casa un libro que sería clave para continuar alimentando ese interés por la vida de Camilo; este libro, titulado: "El Cura Guerrillero” de Walter J. Broderick, que me permitió construir una idea más clara sobre la vida de aquel sacerdote revolucionario.   

A partir de aquel momento varias situaciones cambiaron en mí: primero logré acercarme muy estrechamente a la lectura de temas históricos, sociales y políticos; segundo, logré hacerme una imagen diferente de Camilo, más allá del “guerrillero mítico”; luego estas dos situaciones conllevaron a que la lectura de la vida y el mundo no sería igual para mí.

Pasados unos años, por situaciones del destino ligadas a mi práctica profesional como arquitecto, conocí al urbanista Álvaro Ávila Bernal, quien sería mi mentor en temas de planificación urbana y regional y tutor de mí tesis de grado, como alumno de especialización en la Escuela Superior de Administración Pública, ESAP, escuela de la que Camilo había sido decano del Instituto de Administración Social a inicios de la década de los sesenta.

La relación profesional con el eminente urbanista Álvaro Ávila Bernal, en su abundante biblioteca, permitió en algunas ocasiones abrir el debate multidimensional alrededor de la vida y obra del sacerdote Camilo Torres Restrepo. En estos animados debates, en algún momento me comentó que mientras él estudiaba en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de Paris, (“Atelier Tony Garnier”), hacia finales de la década de los cincuenta, conoció y entabló una amistad con el sacerdote Camilo Torres Restrepo, permitiéndole participar activamente en la red de estudiantes colombianos en el extranjero, que el sacerdote formó en algunos países de Europa, red denominada, “Equipo Colombiano de Investigación Socio-económica, ECISE”.

Esta cercanía de Álvaro con el sacerdote Camilo Torres, me permitió entender la situación política y social de Colombia para los años en que el sacerdote Camilo Torres se vio en la necesidad de "subirse al monte”.

En el año de 1965 Colombia se encontraba en plena confrontación social y política de diversos grupos sociales que manifestaban su inconformismo contra la alternancia en el poder del Estado por parte de los dos partidos políticos tradicionales, Liberal y Conservador, situación denominada "Frente Nacional". El presidente de la República de Colombia el conservador Guillermo León Valencia enfrentaba una de las mayores crisis económicas de su historia, como la devaluación de la moneda, aumento del costo de artículos básicos, el precio internacional del café bajaba y los obreros presionaban a sus líderes para convocar un paro nacional de actividades.

Entre esta situación política y social se destaca una figura de gran carisma, compromiso y amor hacia al prójimo. El sacerdote Camilo Torres Restrepo, nacido en la elite colombiana, quien renuncia a las comodidades de su clase y se entrega a la vida sacerdotal. 

Pasados algunos años, como si el destino me llevara por la senda de mi propia indagación y duda, en el momento que preparaba mi tesis de maestría en sociología en la Universidad Nacional de Colombia, conocí a Ernesto López Montaña, sociólogo de la Universidad Javeriana, padre de mi compañera de aquella época, quien se intereso por el tema de mi tesis enfocada al hábitat y desarrollo comunitario en barrios de origen informal. Ernesto López, seria clave para "Desatorar” a un arquitecto en temas sociológicos en relación con el hábitat urbano.  

A su regreso de Europa y después de haber adelantado estudios de Sociología en la universidad de Lovaina, Bélgica, es nombrado capellán en la Universidad Nacional de Colombia y funda en compañía de Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, la Facultad de Sociología en este centro universitario, igualmente, trabaja en barrios del sur de la ciudad y ejercer el sacerdocio en la parroquia de la Veracruz.

Este intenso trabajo en el sector público, lo acerca a los estudiantes en la universidad, la feligresía en la parroquia de la Veracruz y la comunidad en barrios marginados en Bogotá, fortaleciendo su vocación social, permitiéndole después de unos años, transformarse en la voz que solicitaba cambios en las condiciones de pobreza, desplazamiento y marginación en que se encontraba gran parte de la población colombiana.

Casi que una década antes el Papa Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II, en clara manifestación en impulsar reformas hacia el seno de la iglesia católica, situación que descubre todo un movimiento latinoamericano de sacerdotes progresistas que impulsan una nueva visión de la acción pastoral en contacto directo con las necesidades y apremios de una gran mayoría marginada y en franca situación de pobreza.

Este tipo de movimiento definió nuevas reflexiones teológicas sobre el papel de la iglesia en los "paises pobres”, despertando polémica entre los sectores más conservadores de la iglesia católica en Latinoamérica y en las elites de cada país, situación que no fue ajena al sacerdote Camilo Torres Restrepo, quien es considerado por muchos, posteriormente a su trágica muerte, como uno de los pioneros y ejemplos de lo que en la década de los setenta se denominó "Teología de la liberación".

La situación política de esta época le permitió al sacerdote Camilo Torres como líder del movimiento "Frente Unido” movilizar a una serie de grupos y facciones de centro e izquierda en el país, situación que para aquella época era arriesgada como desconocida. Para esa época se encontraba bajo el seguimiento de los organismos de seguridad de Estado, debido a sus fuertes críticas contra el gobierno. Para mediados de 1965 había solicitado su separación como sacerdote ante la presión de las autoridades eclesiásticas de Colombia.

Ernesto López Montaña, en alguna reunión familiar mencionó que, durante sus años de estudiante de sociología, asistió a varias reuniones en las cuales Camilo era quien desplegaba su conocimiento y análisis sobre la realidad país y se hacían reflexiones sobre su futuro a partir de las grandes limitaciones democráticas y de participación política de movimientos diferentes a los partidos políticos tradicionales que imponía el Frente Nacional.

Después de asistir a uno de estos encuentros académicos con estudiantes de diversas universidades, el sacerdote Camilo fue víctima de un atentado en contra de su vida, el cual Ernesto fue testigo. Esta situación no era objeto de grandes despliegues por parte de los medios de comunicación de la época como sería la radio.

Ya era el segundo atentado al cual sobrevivía y del cual logro salir ileso, pero Ernesto López, con su voz fuerte repetía aquellas palabras que escucho de la garganta de Camilo, con la rabia de la impotencia y que para el momento en que nos narró tal situación las tenía claras como en el momento que las vivió: “(…) no voy a permitir que me maten como a un perro en la calle”.

Después de escuchar aquellas palabras y logrando articular con hechos idénticos acontecidos a varios lideres de izquierda en el país, logré comprender del porque Camilo, sin más opción que unirse al recién formado Ejército de Liberación Nacional, Eln, fue su único camino ante la "sin salida”, porque lo importante para él era continuar su lucha desde otros espacios y con otros medios. Igualmente, comprendí, que para Camilo era fundamental articular los discursos con la acción en clara consistencia con su máximo legado, el amor eficaz, tal como lo decía en su Mensaje a los cristianos en agosto de 1965:

"Este amor, para que sea verdadero, tiene que buscar la eficacia. Si la beneficencia, la limosna, las pocas escuelas gratuitas, los pocos planes de vivienda, lo que se ha llamado “la caridad” no alcanza a dar de comer a la mayoría de los hambrientos, ni a vestir a la mayoría de los desnudos, ni a enseñar a la mayoría de los que no saben, tenemos que buscar medios eficaces para el bienestar de las mayorías”*

Más de cincuenta años han pasado desde aquel 15 de febrero de 1966 en donde el Sacerdote Camilo Torres Restrepo se encontró con la muerte, en el lugar denominado "Patio cemento" en las montañas del departamento de Santander; al confrontarse él mismo, entre la coherencia del discurso y la acción, en un escenario que no era el suyo como fue la guerra.  

Para el año de 1965 el Papa Pablo VI decreta el final del Concilio Vaticano II, luego la etapa de reflexión y cambio solo se dio en algunos asuntos de poca profundidad para la iglesia, mientras que, en Latinoamérica, hace su aparición en el escenario político y social un sector de sacerdotes manejando un discurso progresista en comparación con los demás representantes de la iglesia en el mundo.

Esta nueva teología que posterior a la muerte de Camilo, se empezó a denominar teología de la liberación caracterizada por: “La experiencia de Dios dentro del sufrimiento y la lucha de los pobres. La teología que se ha escrito es un intento por explicar –y a veces por defender – esa experiencia y visión religiosas.”** Igualmente, “La Teología de la Liberación articula una experiencia de Dios en el pobre que tiene lugar en la iglesia.”***

El cardenal Ratzinger, jefe de la sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, dio alcance a lo que se denominó como Teología de la Liberación en América Latina en una carta denominada Carta Ratzinger; donde arremetía en contra de dicho movimiento, situación acompañada de la fuerte represión hecha a sacerdotes progresistas por parte de dictaduras militares presentes para esa época en muchos países de Latinoamérica.

 

* Torres, Camilo. El Pensamiento de un Revolucionario. Océano sur una editorial latinoamericana. Primera edición 2015.

**Berryman, Phillip. Teología de la Liberación. Siglo XXI Editores. colección sociología y política.   Tercera edición en español. Impreso en México.

***Ídem.

 

(.)Arquitecto, Especialista en Gestíon y Planificación del Desarrollo Urbano Regional
Magíster en Sociología Urbana

Por Jesús Antonio Villalobos Rubiano* / Especial para El Espectador

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